Veo con espíritu de perogrullo la noticia de que encuentran los restos del Templo Mayor de Iztapalapa. A mí me parecería lo más lógico encontrar restos arqueológicos debajo de casi la mitad de las delegaciones, toda vez que la mayoría de las plazas coloniales fueron construidas sobre los zócalos de antiguas ciudades prehispánicas. Más no sé, pues nunca he tenido la ocasión de incursionar en temas arqueológicos y antropológicos de México.
Los zócalos de Azcapotzalco, Iztapalapa, Tláhuac, Tlalpan, Coyoacan, Xochimilco, y algunas plazas de Magdalena Contreras e Iztacalco podrían tener vestigios prehispánicos ocultos. Yo creo que hay que rescatarlos, sin duda alguna; facilitar su estudio; mostrar algunos vestigios a la población; integrar las distintas etapas de la arquitectura de cada plaza, de tal suerte que armonicen.
Conozco bien el centro de Iztapalapa. Ocho barrios circundan la plaza principal, y a un par de calles de ahí está la principal iglesia de Iztapalapa: el Templo del Señor de la Cuevita, por el que pasan los santos venerados a lo largo del año en todos los barrios. La plaza no es una plaza bella, pero sí luce como el centro de un pueblo, a pesar de que, de ser municipio, Iztapalapa sería el más poblado del país, con casi 2 millones de habitantes. El problema que yo le veo a la Plaza es que algún gobernante decidió poner, al final de la calle 5 de mayo, que es la que conduce hacia el zócalo, una agencia del Ministerio Público, unos separos, y una oficina de la Tesorería. La perspectiva urbanística de quien lo hizo era inferior a cero, pero también ha sido así de quienes han preservado esas instalaciones que nada deben hacer en ese punto de la plaza. Yo me inclino por mudar las oficinas de la procuraduría a otro edificio, y tirar esas instalaciones para que sean parte de la plaza. Ese sería el primer paso para embellecer el zócalo de Iztapalapa. El segundo paso debe ser el volver mucho más discreto el pozo que se encuentra en el centro de la plaza. Y el tercer paso sería mudar el tianguis que se ubica al lado de la iglesia hacia un punto que garantice a los vendedores el flujo de clientes. Ese punto puede ser el mismo lugar en el que se ubique la oficina de la Tesorería, una vez que ésta sea retirada de donde está, junto con algún banco y oficinas de trámites de la delegación. Una vez cumplidos estos tres pasos, habría que trabajar en un diseño de largo plazo del centro de Iztapalapa, para irlo embelleciendo y compensando otros errores históricos, pues hay edificios feos donde ni siquiera debiera haberlos. Los barrios tienen mucha historia, pero algunos son peligrosos. Yo creo que Iztapalapa tiene un potencial turístico no explotado, que podría desarrollarse, lo que generaría ingresos para sus habitantes y atraería sobre todo el turismo nacional, fuera de la Semana Santa, que es cuando sí hay muchos visitantes. En el largo plazo encontraríamos sorpresas, a partir de decisiones tan sencillas como las que propongo.
jueves, 2 de agosto de 2007
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