Quiero empezar hablando de que tengo algunas teorías sobre el tráfico intenso de la Ciudad de México, antes de proponer soluciones:
1. En tiempo de escuelas, el tráfico matutino empeora y el vespertino mejora
2. En tiempo de vacaciones, el tráfico matutino mejora y el vespertino empeora
3. En día de quincena, el tráfico empieza más tarde, así que en las mañanas no es tan malo
4. Dada una situación, a los pocos días se da la adaptación y se anulan las dos primeras teorías
5. Ante una obra, el caos se da cuando esta inicia, una vez adaptados, las afectaciones se distribuyen en el tiempo de una manera equitativa
6. Es mejor reducir carriles por la derecha que por la izquierda
7. En tráfico, como en política, no hay espacios vacíos
Estas teorías son empíricas, supongo son ciertas, no tendría en este momento cómo comprobarlas, pero puedo llegar a conclusiones interesantes respecto a lo que falta por hacer en materia de tráfico.
Por un lado todos sabemos los puentes que hacen falta en nuestra ruta. Esto da una cifra de cientos de puentes necesarios, cuyas obras afectarían a todos en algún momento, y finalmente seguiríamos teniendo un montón de tráfico.
Los numerales 1, 2, 4, 5 y 7 se reducen a uno solo: los conductores requerimos certidumbre. Teniendo certidumbre las cosas pueden mejorar y el estrés es mejor. El tráfico escolar se agrava por el inicio de clases porque veníamos de un periodo previo en el que este tráfico era un poco menor. Una vez que nos adaptamos. Quizá ya bien entrado el mes de septiembre, el manejo de ese tráfico tiende a mejorar. En vacaciones el tráfico de las mañanas baja, pero los días previos al regreso a clases tiende a subir, no necesariamente por quienes asisten a comprar útiles escolares o recoger vales para ello. Es porque no hay espacios vacíos y los usuarios del automóvil se adaptaron a la situación y anularon el beneficio.
El día en que un policía se pone a manejar mecánicamente un semáforo, o cuando lo ignora para extender el tiempo de desfogue de una calle o avenida, se hace un caos en las demás avenidas. Esto sucede, desde luego, porque los principales semáforos no están programados para atender sólo la intersección en la que se encuentran, sino todo el sistema. Cuando alguien altera un crucero se hace un problema. Pero también encontramos que la falta de certidumbre incrementa el caos.
En ese sentido, en nada ayuda al tráfico que se cierren las agujas de entrada a Periférico o Viaducto en ciertos horarios si esto no queda previamente avisado para todos y con suficiente anticipación. Tampoco sirven algunos cierres de calles, el cambio en el sentido de la circulación de cuatro carriles de Fray Servando por las mañanas, si el horario en que se hace es de contentillo. Es un error que cuando se realiza una obra, un día se tengan dos carriles para la circulación y otro día se tenga uno solo. Siempre debe ser la misma cantidad, así sea uno, para evitar mayores congestionamientos. Ayuda mucho que los conductores sepan qué hacer.
Por lo tanto, en su momento evitaremos estos cierres de carriles, calles, accesos, para dar mayor certidumbre en medio del tráfico. La ciudad lo demanda y a ningún gobernante se le ha ocurrido.
jueves, 23 de agosto de 2007
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