El bloguero de la megablógolis

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miércoles, 19 de septiembre de 2007

50 artículos. Alberto Márquez colaborador invitado

Durante 50 días seguidos hemos estado aquí, colaborando con ideas por una mejor ciudad, hemos estado reconstruyendo la megalópolis, poco a poco, desde el mundo virtual. Ya habrá oportunidad en el futuro de hacerlo en el mundo real. Al cumplir con esta meta anuncio la siguiente: debemos llegar a 100 artículos. A veces es un tanto difícil llegar y sentarse a escribir, pero hasta el momento he sido disciplinado, como disciplina exige la ciudad para mejorar día con día.
En esta ocasión, más que expresar una idea mía, presento el artículo de José Alberto Márquez Salazar, colaborador invitado. No sólo mis ideas transformarán la megalópolis desde la megablógolis. Un blog exige participación de la gente. Ha habido buenos comentarios a mis artículos, pero quiero que en este blog se plasmen ideas de otros. Cuando lleguemos al artículo 100 presentaré varios días de colaboradores invitados, hablando de temas de la ciudad. Sean bienvenidas, desde ahora, estas colaboraciones.

LA POLÍTICA, AISLADA EN UN OCÉANO.
Por José Alberto Márquez Salazar.

Es una gran tentación, a veces ineludible, la de criticar el presente de la República, los desatinos y mal tino de nuestros “políticos”, de nuestros funcionarios y todo aquel que tiene que ver con la cosa pública. No pasa uno calle de la ciudad (o milpa del campo) sin que el desasosiego y la frustración nos hagan presa: ¿Por qué están tan mal dadas las cosas, porqué no hemos podido crear una nación alejada de la corrupción, de la mediocridad y de los lastres que, en fin, todos conocemos y recitamos diario? Cada vez que escucho a un habitante de está República criticar y hablar sobre la situación, tiendo a pensar en lo adecuado que resultan para estos casos algunos versos del poema Noche triste de octubre, 1959, de Jaime Gil de Biedman:

“Adelantaron
las lluvias, y el Gobierno,
reunido en consejo de ministros,
no se sabe si estudia a estas horas
el subsidio de paro
o el derecho al despido,
o si sencillamente, aislado en un océano,
se limita a esperar que la tormenta pase
y llegue el día, el día en que, por fin,
las cosas dejen de venir mal dadas.”

Los septiembres remiten a los días gloriosos donde hay que dar todo por la Patria, por nuestra nación, por nuestro Estado. Los recuerdos de la infancia nos llevan o nos traen esas imágenes de muchas mujeres y hombres que pusieron su parte para construir este País (hablo del territorio, no de la revista). Y así, cualquiera entendería que nuestra vida diaria tiene como uno de sus objetivos continuar la tarea. La misma calle nos demuestra que las cosas no son así y la realidad, terca como ella sola, nos humilla al decirnos que los quinces de septiembre y veintes de noviembre solamente son eventos festivos que muy poco valoran.
Propuestas de torres y homenajes viene y van para celebrar nuestros centenario y bicentenario de Revolución y Independencia, y las cosas parecen seguir igual. (Disculpe el lector, pero esa posibilidad para evitar la crítica sigue sin ser materia de mi dominio) ¿No será acaso que los mexicanos resultamos demasiado exigentes y deberíamos comportarnos más sensatos a la hora de pedir soluciones a nuestros problemas?
Leo diversos blogs, casi a diario, (en especial el XX), donde muchos escritores, investigadores y ciudadanos, de buena fe lanzan al mar de la red un sin fin de propuestas y visiones sobre nuestra ciudad y país y casi siempre término con la desierta preparación intelectual para responder a la pregunta: ¿Entonces por qué estamos así?, ¿Por qué nos hemos metido en una espiral laberíntica de la que no podemos salir desde hace más de medio siglo? La democracia ya vino y… ¡zas!... la cosa pública sigue igual o peor. Más complicada es la respuesta a la pregunta que algún día le formulé al buen Aristóteles: “Un idiota es el que no participa de la cosa pública: ¿Entonces que pasa en México, porque hay muchos metidos en ella?” ¡Claro, claro!, un purista me va a decir –pensando acaso en el maestro Leopoldo Zea y su historia del pensamiento-, que Aristóteles hablaba en otro sentido y en otro contexto; otros –posiblemente el administrador de un blog- diría que estoy rebajando el nivel del debate. Sin embargo, el cuestionamiento en sí no es un aventurado sinsentido. Creo, por el contrario, es muy válido y muchos lo formulan cuando las cosas “no vienen bien dadas” (Es decir, casi todos los días).
Recuerdo una de mis primeras clases para entender eso de la “Política”. El profesor preguntó que pensábamos que aprenderíamos. Muchos compañeros, sin haber leído a Lenin, afirmaron: “para saber qué hacer en la política”, “para gobernar”, etcétera. Muchos veían en la Ciencia Política un instrumento para acceder al poder (el conocimiento para llegar al poder, diría Gabriel Zaid), aún sin saber que harían con él. Seguramente, de manera individual, todos intuían lo que “llegar al poder” significaba, en economía y prestigio. Muy poco en lo referente a la cosa pública, en ideas para modificar la realidad.
Una pregunta similar me hago cuando leo los diversos Blogs: ¿Cuál es el sentido que los anima? Amén del ya sobrentendido: el de la comunicación.
Uno sale a la calle y a traspié se encuentra con los males de la República y puede criticar, avizorar en el siglo XIX o en nuestra herencia española o mexica o en -¡vaya a saber usted qué!- el origen de nuestros problemas. ¿Luego que se hace? ¿Vamos a las oficinas gubernamentales para que nos atiendan, nos manifestamos, gritamos y pataleamos y, finalmente, nos resignamos al mal tiempo? ¿Cómo le hacemos para participar en la cosa pública, cómo le hacemos para que las ideas de los blogs no se queden en espera de que algún despabilado funcionario las lea, aunque sea?
Habrá notado el lector que si en eso de evitar la crítica no voy muy bien, menos ando en el asunto de plasmar las ideas. ¡Va entonces, tirémonos a matar!
¿Puede un blog servir para criticar, proponer y formular, influir, manejar y/o redireccionar el poder? ¿Es un blog un nuevo instrumento de la sociedad civil, fuera del que lo ubica como un medio de comunicación?
¿Puede un blog enseñarnos el Qué hacer para y en nuestra República, o debemos esperar a que un día las cosas vengan bien dadas?
¿Debemos dejar la política aislada en el océano de los días mal dados?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Vas a hablar siempre de temas metropolitanos. Para enviarte mis textos: cuál es el formato.

¡Ojalá metas algo de cltura!

Anónimo dijo...

El poema de gil de biedma dice mucho de los tiempos que vivimos en todos los países.

Anónimo dijo...

Los blogs no pueden ser otro elemento de la sociedad civil, son un elemento de los instrumentos de la sociedad civil, pero tiene el problema de que solamente los ven los cuates o los que andan buscando temas específicos.

Anónimo dijo...

Celebro la conjunción de dos talentos. Saludos a los dos.

Roberto Remes Tello de Meneses dijo...

Gracias por los comentarios a todos. Sí pienso hablar de cultura, pero debo conocer más de políticas culturales exitosas. Se acepta tu ayuda. Dame unas semanas más y hablaré del tema.
Siempre hablaré de temas metropolitanos, pero desde muchos enfoques. Sólo debes enviarme tu texto (menos de 1.5 páginas de preferencia pero no obligatorio) y si quieres unas imágenes. Te pido dos cosas, que esté bien redactado y escrito, y que ayude a la discusión: se vale estar en contra mía, se vale defender incluso a AMLO, pero lo que no se vale es quedarse en meras consignas como "vivos se los llevaron, vivos los queremos" o "voto por voto", pues en ese caso ¿qué discutir? Y una cosa más: usa tu nombre.

Roberto Remes Tello de Meneses dijo...

Yo creo que los blogs sí son un instrumento de la sociedad civil. Puede ser que los vean los amigos y los que busquen los mismos temas, pero también pueden ser una forma de abrir la discusión de esos temas.

Anónimo dijo...

Los blogs pueden ser un elemento que culmine las redes sociales, políticas y económicas que hay en el mundo. Vean lo que sucede en España donde hay verdaderas comunidades que de los virtual pasaron a ser reales.