Presenté ayer el discurso del Presidente Calderón sobre el liderazgo. Ahora quisiera empezar a aterrizar el tema sobre la ciudad.
Cuando el Jefe de Gobierno tiene aspiraciones presidenciales empieza a guiar sus actos hacia la construcción de esa candidatura. Parece ser que de manera inherente al puesto, los que encabezan el gobierno del Distrito Federal suelen aspirar a la Presidencia, al menos en los últimos cinco sexennios. No podría decir mucho de los primeros Jefes del Departamento del Distrito Federal que duraron todo el sexenio, Javier Rojo Gómez con Manuel Ávila Camacho, y Fernando Casas Alemán, con Miguel Alemán, pero me parece que ambos estuvieron en algún momento interesados en ser ungidos con la candidatura presidencial; al parecer no fue el caso de Ernesto Peralta Uruchurtu, pero sí lo fue el de Alfonso Corona del Rosal; más lo fue de Alfonso Martínez Domínguez, quien inició en esa posición durante el sexenio de Luís Echeverría, que de su sucesor, quien duró cinco años en el cargo, Octavio Sentíes. En el caso de Carlos Hank González había un impedimento constitucional pues su padre era extranjero y entonces había una exigencia de ser hijo de padre y madre mexicanos por nacimiento. A partir de Ramón Aguirre Velasco, 1982-1988, la Ciudad de México ha estado gobernada generalmente por quienes aspiran por la Presidencia de la República. Manuel Camacho Solís aspiró a la Presidencia de la República (no Manuel Aguilera, su sucesor inmediato, ni Óscar Espinosa, quien fue el último Regente). Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés López y ahora Marcelo Ebrard, reflejan la aspiración por la Presidencia al momento de gobernar.
¿Eso los puede hacer grandes líderes? ¿Eso les impide serlo? Como decía con anterioridad. Creo que debe haber un deslinde completo de la Presidencia de la República para gobernar bien esta ciudad. Pero si no hay ese deslinde, yo esperaría un cinismo extremo, que el Jefe de Gobierno se ría de sus propias aspiraciones presidenciales diciendo con convicción lo que requiere el país. Yo creo que requiere discutir la forma de aplicar un impuesto al consumo; yo creo que requiere discutir muchas cosas respecto a Pemex, la petroquímica, la refinación y otros temas petroleros, incluyendo el sistema de pensiones; yo creo que requiere replantear el papel de Luz y Fuerza del Centro en el abasto del centro del país; yo creo que requiere discutir la política educativa del país más allá de disputas de poder sindical; creo que es incluso válido que se pongan sobre la mesa temas diplomáticos que en automático se descartan echando por delante la "Doctrina Estrada", como el papel de México respecto a los derechos humanos en Cuba y en Guantánamo, las relaciones con China o con la Isla de Formosa, las relaciones con gobiernos dictadura-perfecta (dictadura con elecciones) como los de Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez. Sin duda habría más temas que pudieran ser puestos sobre la mesa.
La Ciudad de México debe ser gobernada con visión. El Jefe de Gobierno no puede estar metiéndose en temas nacionales todo los días. Cuando le afecten los ha de tocar. Cuando no, no. Cuando se le cuestione sobre su probable candidatura por la Presidencia debe hablar de los tragos amargos que debe pasar el país.
¿Por qué hacerlo así? ¿Por qué no permitir que el Jefe de Gobierno provoque a los medios y a los gobiernos con temas nacionales? Porque se le contrató para dirigir la ciudad. Le insistirán sobre su probable candidatura presidencial, por eso la salida cruda, aprovechando que el costo de las medidas planteadas sería más barato así.
Gobernar algo significa tener la cabeza puesta principalmente en ese algo, y no en el siguiente puesto. Esta ciudad demanda que quien la gobierne piense en el resultado que dejará a ella, y no en el resultado que se dejará a sí mismo.
El liderazgo que esta ciudad requiere no es por el poder, sino por el bien de la ciudad.
viernes, 28 de septiembre de 2007
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