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domingo, 1 de junio de 2008

Mi experiencia en un Park'n ride

Hace unos días hice un intento de estacionar el auto en un lugar cómodo y seguir mi ruta en transporte público. Fue, como la vez que entré con la bicicleta al metro, una gran experiencia, más no la más adecuada.
Salí de la casa hacia Ciudad Universitaria, a fin de estacionarme en el Estadio Olímpico. Hice media hora de camino. En un buen momento del día sé que puedo hacer 15 minutos. En uno malo quizá 45. Me estacioné y me enteré de la tarifa de estacionamiento. Era viernes, así que podría salir un poco más temprano de trabajar, y con ello pagaría menos horas. La tarifa es de 30 pesos por las primeras cuatro horas, pero de 20 pesos por cada hora adicional.
Vi el mapa de rutas y vi que la ruta naranja es la que me lleva en forma más directa a la estación del Metrobús, pues la ruta azul da una vuelta mayor, aunque podía transbordar en algún punto y tomar alguna otra ruta. Decidí esperar la naranja, aunque después de casi media hora consideré que el primero que pasara estaba bien. Llegaron dos autobuses al mismo tiempo, el azul adelante y el naranja, más pequeño y casi vacío, atrás. Tomé el naranja. Rodeó todos los estacionamientos y al llegar al último dijo el chofer "Hasta aquí llego, salgo de nuevo en cinco minutos". Yo estaba a un lado de Insurgentes y a 500 metros de la estación más próxima, Dr. Gálvez, lo cual incluso me evitaría el transbordo.
Caminé por Insurgentes y me encontré con banquetas muy angostas o inexistentes, algunos puntos peligrosos para el peatón, ya sea por la falta de espacios destinados a tal efecto, o simplemente por ser vueltas continuas para los automóviles. Finalmente, estimo que diez minutos depués, llegué a la terminal del Metrobús, abordé el primero que pasó y me fui sentado sólo por el hecho de que allí empieza el recorrido. En casi media hora había atravesado la mitad de la ciudad, estaba en Insurgentes y Álvaro Obregón, donde abordé el siguiente transporte, que aún debía cruzar la Zona Rosa y un pequeño tramo más hasta llegar a tres calles de mi oficina.
En total hice dos horas 15 minutos. Obviamente llegué tardísimo, pero ciertamente los viernes tengo menos presión. Ya por la tarde, a eso de las 6, salí y me encontré a Israel, quien me dio aventón a la estación de Sullivan, lo que seguro me ahorró entre 5 y 10 minutos de traslado. Tomé el metrobús hasta Dr. Gálvez, y me fui parado todo el trayecto. Luego transbordé hacia el de El Caminero, para bajarme en la primera estación. Iba lleno y yo no requería esperarme al siguiente para conseguir asiento, lo que sería inútil por ser sólo una estación. Me bajé, caminé por la rampa circular de la estación CU, que ya había recorrido en bicicleta y que me parece como poco indicada para mantener la cabeza balanceada, de inmediato pasó el camión azul que de la estación del metrobús al estadio sí va en forma directa, y me llevó a mi auto. Pagué 130 pesos de estacionamiento. Salí hacia Insurgentes, luego hacia Periférico, tomé el puente de Vaqueritos y en 30 minutos llegué a casa. El trayecto de regreso fue como de una hora con 45 minutos, pero sólo manejé 60 en todo el día. Me gustó la experiencia. Pero supongo que si la repitiera en menos de 30 días pierdo el empleo, a no ser que empiece más temprano y termine más tarde, lo cual tendría otras complicaciones.
Conclusión: Park'n ride en la Ciudad de México no me parece todavía una opción.

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