Lo que comentaré mañana (sobre el corredor Michoacán) tiene que ver con lo que anticipo hoy.
Yo sostengo que la mayoría no puede ir contra los derechos de las minorías, pero que los derechos de las minorías no pueden ir tampoco contra los derechos de las mayorías.
Las mayorías quieren estar bien: quieren proyectos viales, de transporte, de basura, ambientales, turísticos, etc.
Las minorías quieren tranquilidad, que su vida no sea alterada por los proyectos generales.
El abuso de las mayorías o de las minorías es igualmente perverso. Pero hay cosas que tienen que hacerse. Y también hay luchas que son meros pretextos: la resistencia que hoy veo a los túneles en Palmas, podrá tener legítimos partidarios, pero más bien parece un movimiento operado desde la Jefatura de Gobierno; el movimiento de los vecinos contra una de las estaciones de la Línea 12 del metro (Vía Láctea) tiene detrás a un diputado panista.
Los proyectos deben ser consensados entre los afectados, entre los vecinos, pero tampoco pueden detenerse cuando evidentemente hay intereses políticos detrás. Yo creo que debe haber un gran esfuerzo para consensarlos, pero también debe haber un momento para tomar la decisión. Por ejemplo, en el caso de los túneles de Palmas, hay que ver de qué manera se minimizan las afectaciones a las colonias aledañas; en el caso de la estación del metro, habrá que buscar un diseño que evite la presencia de ambulantes, las paradas prolongadas de microbuses, las afectaciones a los vecinos, que fomente la seguridad, la iluminación, las mejoras de las calles aledañas, etc.
En síntesis, creo que hay que buscar acercar los proyectos a los vecinos y afectados, pero hay que saber poner un límite cuando el tema tienda a politizarse, sin dejar beneficios para nadie.
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