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lunes, 1 de septiembre de 2008

¿Realmente estamos tan mal?

La marcha del sábado fue contra la inseguridad. ¿Realmente estamos tan mal? El secuestro y asesinato de Fernando Martí fue la gota que derramó el vaso, y más aún porque el presidente Calderón decidió que un crimen en particular disparara una iniciativa de ley. Es decir, cualquier muerte debía indignarnos, pero este muerto valió más a los ojos del presidente y la crisis se desbordó, porque justo un día antes de que apareciera el cadáver se filtraba a los medios la reestructuración de la Procuraduría General de la República.
Vuelvo al tema. ¿Realmente estamos tan mal? Las estadísticas que llegamos a conocer sobre delincuencia muestran mejorías consistentes en algunos delitos, temporales en otros y retrocesos en otros más. Mi percepción es que no estamos peor que en otras épocas, aunque no hemos llegado a la época dorada con la que debemos soñar, con una mínima incidencia delictiva. He caminado a altas horas de la noche en el DF y me he sentido más o menos seguro, pero jamás lo haría en ciertas zonas de la ciudad.
El problema es, sin embargo, institucional. Abro la sección de transparencia de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y bajo los indicadores de gestión; me encuentro con una sorpresa importante, éstos indicadores son meramente presupuestales. Es decir, la gestión es eficiente si el presupuesto se ejerce y si se cumplen metas absurdas como esta:
11.- Programa de Procuración de Justicia. 00. Acciones del programa. 01. Iniciar y determinar averiguaciones previas. Meta Enero - Marzo 2008: 116,455. Alcanzado: 101,204.
De acuerdo con los indicadores esta meta tiene un cumplimiento del 86% que equivale a no satisfactorio.
Toda la administración pública tiene el mismo defecto: las metas se establecen en términos de acciones y no de resultados concretos. En educación se mide en términos de educandos y no de educandos con calidad; en salud se mide en personas atendidas, mas no en términos de personas curadas o morbilidad; en procuración de justicia ambiental se mide en términos de quejas recibidas, y no en términos de hectáreas afectadas por tala clandestina; en procuración de justicia se mide en términos de averiguaciones previas, de ejecución de órdenes de aprehensión, etc., y no en términos de incidencia delictiva, delitos no denunciados, delincuentes prófugos, etc.
A la pregunta de ¿Realmente estamos tan mal? sólo podemos decir que sí, peor de lo que nos imaginamos siempre, pero no por el grado de inseguridad, sino por la vulnerabilidad en que vivimos: ¡con este nivel de autoridades las cifras deberían ser peores, y no lo son, porque Dios es grande!
Si no cambia el sistema de metas, esto no va a funcionar nunca. El hecho de que sólo se haya iniciado el 86% de las averiguaciones previas programadas me da la esperanza de que la meta se basó en el número de averiguaciones previas del trimestre anterior o del año anterior y que por tanto la gente haya denunciado un 14% menos, por una menor incidencia delictiva. No lo sabemos y sin embargo me sonaría lógico: lo que hoy tenemos es una gran violencia y narcotraficantes coludidos con autoridades estatales, regionales o municipales, ahora podrían estar saliendo del negocio de las drogas para entrar en el de los secuestros, pero el delito que no depende tanto de las grandes bandas de delincuentes podría estar disminuyendo. No lo sé. Lo que sé es que la administración de justicia no está planteando bien sus metas y así es imposible alcanzar la meta que demanda la sociedad: una ciudad segura, en el caso del DF; o un país seguro, en el caso de México.

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