Sin duda alguna, la democracia mexicana modificó el rostro del mes de septiembre donde será extrañada la ceremonia de elogios al presidente de la República en turno y ahora veremos un ejercicio más discreto en la rendición de cuentas.
De acuerdo las reformas realizadas, el Presidente no se presentará ante el Congreso para dar cuenta de su administración y a cambio enviará el documento que analizarán las fuerzas políticas representadas. Sobre ese punto, son diversos los medios de comunicación que han puesto énfasis en las contradicciones del nuevo formato que carece de una ley reglamentaria que perfeccione la entrega. El columnista Ricardo Alemán señala, por ejemplo, que los integrantes del Congreso de la Unión cambiaron el fastuoso día del presidente “por nada”.
El mensaje que realizaría el presidente de la República frente a los medios de comunicación electrónicos, su mensaje a la nación, es un acto de sensatez y responsabilidad, pero también es un ejercicio de inteligencia: cómo podría el presidente hablar sobre nuestro futuro y el estado de la nación si apenas hace tres días la sociedad organizada – de manera independiente y fuera de una liga con partidos políticos- salió a la calle para manifestar su repudió a la situación que en materia de seguridad vivimos.
El grueso de los manifestantes eran de los sectores medios de la sociedad y ese es un detalle que debe resaltarse. La clase media, siempre flexible y dada a la falta de participación política, ahora ve en peligro sus bienes materiales y personales. Por esa razón, a la manera de una reunión social fue convocada y acudió a la Plaza de la Constitución a manifestarse.
De acuerdo con organizaciones no gubernamentales, México tiene más del 50 por ciento de su población en situación de pobreza. ¿Por qué no nos hemos manifestado sobre el caso? La diferencia entre tener una propiedad y no tenerla implica saber que la seguridad nos impacta más. Los pobres, decía un viejo clásico, no tienen que les roben.
La manifestación del sábado anterior debe reconocerse como un hecho importante que llamó a la clase política a cumplir con sus obligaciones públicas y ha abierto una puerta para que el Presidente en turno y su secretario de Gobernación vuelvan a retomar sus menguadas fuerzas. (Las encuestas dan cuenta de la situación del primero cuando un gobernador, el del estado de México, tiene mayor popularidad aunque esto no es un caso nuevo; ya Andrés Manuel López Obrador, durante su gestión al frente del DF, logró ser más popular que Vicente Fox, entonces presidente. Pero el indicador es importante, el titular del estado de México parece avanzar más en imagen.)
Si la ceremonia del informe presidencial quedó en el olvido, ahora será fundamental que los documentos que presente al Congreso sean lo más claro posibles y que sus integrantes analicen con lupa cada uno de ellos para hacer las observaciones pertinentes. ¿Tendrá el informe una explicación sobre el aumento de los productos básicos, de la disminución en la taza de empleo o sobre la ineficacia de la política social?
Si bien, el de la seguridad es un tema que afecta a la sociedad, al pilar del Estado mexicano y la protección de los bienes materiales y humanos, el efecto de la economía, su inoperancia y falta de crecimiento es ahora un tema más sentido por la gente que anda en la calle. Vislumbrar a la reforma energética como el único elemento a través del cual creceremos económicamente sería un error como el que se cometió creyendo que con la democracia México sería mejor. Los resultados de nuestra democracia son claros, no así el uso que le han dado los actuales actores políticos.
Una de las tareas fundamentales que tiene el Congreso de la Unión frente a este informe presidencial es su análisis puntual, su crítica y difusión y, sobre todo, un trabajo legislativo eficaz para reorientar la política del Ejecutivo con miras a la aprobación del presupuesto que se propone ejercer el año que viene y que debe servir para atenuar la crisis que en la calle vive el ciudadano.
1 de septiembre, Centro Histórico, México, D. F.
De acuerdo las reformas realizadas, el Presidente no se presentará ante el Congreso para dar cuenta de su administración y a cambio enviará el documento que analizarán las fuerzas políticas representadas. Sobre ese punto, son diversos los medios de comunicación que han puesto énfasis en las contradicciones del nuevo formato que carece de una ley reglamentaria que perfeccione la entrega. El columnista Ricardo Alemán señala, por ejemplo, que los integrantes del Congreso de la Unión cambiaron el fastuoso día del presidente “por nada”.
El mensaje que realizaría el presidente de la República frente a los medios de comunicación electrónicos, su mensaje a la nación, es un acto de sensatez y responsabilidad, pero también es un ejercicio de inteligencia: cómo podría el presidente hablar sobre nuestro futuro y el estado de la nación si apenas hace tres días la sociedad organizada – de manera independiente y fuera de una liga con partidos políticos- salió a la calle para manifestar su repudió a la situación que en materia de seguridad vivimos.
El grueso de los manifestantes eran de los sectores medios de la sociedad y ese es un detalle que debe resaltarse. La clase media, siempre flexible y dada a la falta de participación política, ahora ve en peligro sus bienes materiales y personales. Por esa razón, a la manera de una reunión social fue convocada y acudió a la Plaza de la Constitución a manifestarse.
De acuerdo con organizaciones no gubernamentales, México tiene más del 50 por ciento de su población en situación de pobreza. ¿Por qué no nos hemos manifestado sobre el caso? La diferencia entre tener una propiedad y no tenerla implica saber que la seguridad nos impacta más. Los pobres, decía un viejo clásico, no tienen que les roben.
La manifestación del sábado anterior debe reconocerse como un hecho importante que llamó a la clase política a cumplir con sus obligaciones públicas y ha abierto una puerta para que el Presidente en turno y su secretario de Gobernación vuelvan a retomar sus menguadas fuerzas. (Las encuestas dan cuenta de la situación del primero cuando un gobernador, el del estado de México, tiene mayor popularidad aunque esto no es un caso nuevo; ya Andrés Manuel López Obrador, durante su gestión al frente del DF, logró ser más popular que Vicente Fox, entonces presidente. Pero el indicador es importante, el titular del estado de México parece avanzar más en imagen.)
Si la ceremonia del informe presidencial quedó en el olvido, ahora será fundamental que los documentos que presente al Congreso sean lo más claro posibles y que sus integrantes analicen con lupa cada uno de ellos para hacer las observaciones pertinentes. ¿Tendrá el informe una explicación sobre el aumento de los productos básicos, de la disminución en la taza de empleo o sobre la ineficacia de la política social?
Si bien, el de la seguridad es un tema que afecta a la sociedad, al pilar del Estado mexicano y la protección de los bienes materiales y humanos, el efecto de la economía, su inoperancia y falta de crecimiento es ahora un tema más sentido por la gente que anda en la calle. Vislumbrar a la reforma energética como el único elemento a través del cual creceremos económicamente sería un error como el que se cometió creyendo que con la democracia México sería mejor. Los resultados de nuestra democracia son claros, no así el uso que le han dado los actuales actores políticos.
Una de las tareas fundamentales que tiene el Congreso de la Unión frente a este informe presidencial es su análisis puntual, su crítica y difusión y, sobre todo, un trabajo legislativo eficaz para reorientar la política del Ejecutivo con miras a la aprobación del presupuesto que se propone ejercer el año que viene y que debe servir para atenuar la crisis que en la calle vive el ciudadano.
1 de septiembre, Centro Histórico, México, D. F.
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