El bloguero de la megablógolis

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sábado, 6 de septiembre de 2008

Sarah Palin y el DF

Sarah Palin me ha parecido una especie de Yeidckol Polevnsky en Versión Alaska. Lo digo sólo como sarcasmo, porque habiendo sido Polevnsky madre soltera a una edad muy temprana y Palin una combatiente ultraconservadora de cualquier desviación moral, podrían parecer el exacto opuesto. Sin embargo surge la coincidencia, que la hija de Palin será madre también en la adolescencia, aunque unos cuatro años mayor que en su momento Yeidckol.
Cuando uno es ultraconservador termina mordiéndose la lengua, como en este caso le acaba de pasar a Palin, la defensora de la guerra en Irak, combatiente no sólo del aborto, sino del matrimonio entre homosexuales, las relaciones extramatrimoniales, y otras posiciones conservadoras que conocemos porque hay todavía muchos que las profesan en México.
Yo simpatizo mucho más con los demócratas que con los republicanos, que desde mi punto de vista siempre han mostrado un gran desdén hacia México. Como ejemplo recordemos lo primero que hizo George W. Bush al llegar a México en su primera visita de Estado: bombardear Irak.
Llama la atención que el surgimiento repentino de Palin ocurra justo unos días después de que la Corte de México resolviera que es constitucional la legislación del DF. Y digo que llama la atención porque pareciera que vivimos el fin de la era de los fundamentalistas.
No obstante, siendo yo una persona que votaría en contra de la legalización del aborto, sí votaría a favor de la legalización de la prostitución. ¿Qué diferencia hay entre una votación y otra?
Me parece que la hija de Palin de 17 años se embaraza por una conjunción de dos situaciones, de un lado una pésima educación sexual y del otro una poca o nula disposición a hablar de estos temas en familia, incluyendo esta falta de disposición también por falta de tiempo, pues aún siendo Alaska un estado próspero y tranquilo, pienso que sus gobernantes deben tener bastante trabajo.
Si el sexo fuera algo enteramente racional, quizá podríamos prohibirlo y hablar de las buenas costumbres, la familia y la espada de Damocles. No obstante, el sexo es algo que mezcla una serie de sentimientos que van mucho más allá del goce sexual. Hay razón, hay pasión, hay poder, hay reto. ¿Podemos pensar que el sexo es sólo un hábito matrimonial? ¿Que sólo puede ser algo entre UN hombre y UNA mujer?
Tal vez he tomado como pretexto a esta Yeidckok esquimal para empezar a tocar algunos temas morales. Quiero pensar que yo jamás estaré en medio de un escándalo sexual, como el que recién le acaba de costar el trabajo y la libertad al Alcalde de Detroit y en su momento estuvo a punto de costarle la Presidencia a Willian Clinton. Pero eso sólo puede ocurrir si antepongo prejuicios a lo que realmente pienso, para luego dejarme guiar por lo que siento. No lo digo porque pueda estar exento de tener un desliz extramatrimonial estando casado. Tampoco lo digo por la impunidad que en este momento me da el ser soltero. Lo digo porque reconociendo los límites de lo moral uno puede dejar fuera las miradas externas, y aún en el supuesto de que ocurran infidelidades, el asunto no debe trascender la puerta del hogar en la medida en que uno no se convierta en censor de los demás.
Lo que la Yeidckol polar sufrirá a partir de esta semana es, me parece, una justa consecuencia de haber puesto sus ojos en la vida privada de terceros sobre los que no tenía ningún derecho. No me refiero a su oposición al aborto, me refiero sí a todo demás, sobre todo cuando su escrupulosa moralidad se volvió su mayor activo para obtener la candidatura a la vicepresidencia.

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