Ayer cerraron, sin aviso previo, los carriles centrales de Reforma, de la Diana a Insurgentes, para preparar un magno concierto de fin de año. Estos conciertos suelen hacerse en la plancha del Zócalo, pero como ésta se encuentra ocupada por la pista de hielo y otros atractivos navideños, entonces, por qué no, bloquear una de las zonas más transitadas de la ciudad.
Claro, ayer había mucho menos tráfico, sin embargo mi tiempo de traslado, a las 3 de la tarde, del sur hacia la colonia Cuauhtémoc, fue de una hora, y mi regreso de 50 minutos cerca de las 7 de la noche. Puedo decir que de ida mis tiempos hubieran sido quizá los mismos en promedio a lo largo del año, y de regreso sí habrían sido un tanto mayores. Quiero decir que, al menos desde mi apreciación propia, el tráfico ayer 29 de diciembre, no fue mucho menor que en otras épocas del año.
¿Vale la pena cerrar Reforma en un día laboral para un concierto? Me parece que además del Zócalo deberíamos pensar en otros lugares posibles para organizar este tipo de eventos. Qué bueno que se sigan haciendo, pues vamos para 25 años de tenerlos en la ciudad. Creo también que el peatón debe irle ganando terreno al automóvil, que las banquetas en las que haya tráfico peatonal intenso (como en el centro) deben ampliarse quitándole un carril más a los coches, pero que no en aras de hacer más costoso el uso del coche, esto se haga a lo tarugo. Es decir, si bien habrá decenas o cientos de miles en el concierto, hubo también miles o decenas de miles de afectados, pudiendo hacer el concierto en otro lugar, lo cual incluye incluso lugares más apropiados (aunque más caros) como los estadios de la ciudad.
En el concierto de mañana habrá unas 30 mil personas que puedan ver a los artistas, y el resto de la gente sólo los escuchará. En un estadio tos verían. Ahora bien, el montaje en una calle debe ser mucho más complicado, igual que el manejo de la seguridad. ¿Por qué no rentar el Estadio Azteca, el Foro Sol o el Palacio de los Deportes? ¿Por qué hacerlo necesariamente cuando ya está una gran actividad en el Zócalo y no 30 días después? Parece como un afán de que la vida pública penetre la vida privada. Voy de acuerdo que la vida privada no debe guiar la pública, pero ésta debe ser respetuosa de la privada. Allí es donde la "política pública del entretenimiento" demuestra carecer de cimientos y está constituida por fuegos artificiales. Me parece que se puede hacer lo mismo o más, afectando a menos.
martes, 30 de diciembre de 2008
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