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lunes, 13 de octubre de 2008

Más Cortés o más Cuauhtémoc

Ayer fue el día de la raza y cada vez pasa más desapercibido. Ha venido desluciéndose desde que casi nadie descansa por ella. A 500 años de la conquista, nuestro pasado imperial indígena se ha ido perdiendo. Sin embargo, homenajeamos más a las grandes figuras prehispánicas como Cuauhtémoc, Moctezuma, Cuitláhuac, Nezahualcóyotl y otros. Cortés quedó deslucido. Una estación del metro, ningúna calle conocida y ningún monumento digno de recordar, al menos en la Ciudad de México.
México es ambas cosas, pasado indígena y pasado español, parece que nos avergüenza un poco haber sido conquistados. Ese desprecio de lo "indio" hacia lo "español" y ese desprecio "español" hacia lo "indio" no nos permiten avanzar. Sí hay dos Méxicos aunque haya matices, al "naco" se le discrimina en algún lado, pero al "fresa" también se le discrimina en otros lados. Hay quienes ponen el precio según la cara, hay quienes definen la disponibilidad de sillas según la cara.
Esta ciudad es el mayor espejo de esa discriminación reflejada en múltilples actitudes. Hay que ponernos de acuerdo en ciertos temas que están detrás de esta discriminación y hay que difundir ese acuerdo. Y creo que además de estas diferencias, también debemos ponernos de acuerdo en muchos temas de la convivencia urbana para llegar a un gran acuerdo cultural que todos reconozcamos como válido y sobre esa base respetarnos.

2 comentarios:

Lila dijo...

En mi humilde manera de ver, los hispanosometidos tenemos poco que festejar este día. Hemos manejado mal a lo largo de los años una fiesta de sangre y violación de nuestra cultura, y específicamente la mexicana que es una de las más ricas tendría que ser la última en festejar.

Deberíamos honrar la valentía de nuestros indígenas ante tanta masacre...

Cierto es que han pasado 500 años, y no han bastado para que aprendamos a querer lo nuestro.

Un saludo

Roberto Remes Tello de Meneses dijo...

Es curioso lo que dices Esperanza, pero lo que yo quise decir es lo opuesto. Ese romanticismo de los indígenas conquistados por los desgraciados españoles no nos lleva a nada. Perdón que exagere los términos, pero en el fondo es lo que sucede. Aquí no hay verdugos ni víctimas. Cada quien vive las cosas según le va en la feria, o según el lugar que ocupa en el cosmos. Los españoles llegaron buscando conquistar un territorio, pero quizá llegaron con hambre y con deseo, y se encontraron con señoríos que no reflejaban precisamente la más armoniosa convivencia.
¡Yo no honro ni la valentía de los conquistados ni la de los conquistadores, honro el mestizaje que soy y que son mis vecinos y mis familiares!