Hay cosas que los habitantes de esta ciudad hacemos inconcientemente ya sea porque en la realización del hecho en sí se nos olvida que existen los demás o porque ni siquiera percibimos que se puedan importunar. Por ejemplo el uso del claxon.
El claxon es un instrumento para avisar la presencia de un coche, no para insultar aunque casi todos los conductores lo hemos utilizado más para un reclamo (ya sea un claxonazo largo o cinco cortos) que para avisar (un claxonazo corto). Pero hay quienes lo usan como un sustituto del timbre, y entonces llegan por alguien avisando a todo el vecindario que ya llegaron. Claro que está mal, pero ¿están concientes de que está mal? No, porque en ese momento el claxon representa una voz que comunica entre un conductor y los que tienen que salir.
El uso de las campañas gubernamentales tiene que servir para mejorar la convivencia urbana. El tema del ruido que hacemos a los demás es básico porque hay una gran cantidad de dificultades entre vecinos por cuestiones de ruido, en las que hay que sensibilizar respecto a lo que está bien. ¿Quién va a tener la razón si cada quien defiende -con subjetividad, claro está- su punto de vista? En lugar de promocionar una obra me parece más relevante comunicar que no toques el claxon o no pongas la música fuerte durante la noche.
Como este tema hay otros: el estacionamiento de autos en calles angostas y zonas con escasez de lugares, la basura, la imagen de las casas (junto con lo que se cuelga) entre otros temas. Por ejemplo, para unos es muy desagradable ver los calzones del vecino colgados en la ventana de enfrente, para otros no es un tema relevante, sin embargo, el respeto a los demás supondría que debo buscar el área más privada posible para colgar mi ropa. Hoy este tipo de cuestiones pueden zonar elitistas para algunos, pero conllevan mejores formas de convivencia urbana.
miércoles, 22 de octubre de 2008
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