Este domingo se votó por la permanencia o retiro de una estatua bastante denigrante: unos niños de la calle conforman una columna en la que el niño de hasta arriba porta una máscara con la imagen de Carlos Salinas de Gortari. El polémico delegado Miguel Bortolini la mandó poner, supuestamente como homenaje a los niños de la calle.
En realidad se trata de un monumento a lo que no funciona bien en nuestro país: los niños de la calle hacen ridiculeces y uno debe darles dinero para que sobrevivan, sin saber si en realidad todo o parte de la limosna será utilizado en las drogas químicas más baratas, el famoso activo; el deterioro máximo de las instituciones en un país en el que los expresidentes mueren sin honores, hace unos años López Portillo, en unos meses Luís Echeverría, y tarde o temprano el hombre de la máscara; y el superhéroe de la política pueblerina en la delegación que presume ser la capital cultural de la ciudad, un delegado que ejerciendo su única voluntad quiso sorprender por todos lados, entre otras cuestiones mediante su audacia y el más soez de los gustos, plasmado en la estatua que hoy comento.
¿Cuándo podríamos comenzar a concursar el rediseño de los espacios públicos? No son del superhéroe en turno, son de los vecinos y en cierto modo son de todos. Hay que ser desde luego ejecutivos y tener plazos perentorios para no ser reenes de discusiones politizadas.
La consulta que se ha hecho sobre la estatua con la máscara de Salinas debería ser el inicio para la transformación de los espacios públicos a partir de la consulta ciudadana.
lunes, 27 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario