El reclamo que hizo hace un par de días Nelson Vargas por la inacción de la Procuraduría General de la República frente al secuestro de su hija demuestra que las instituciones están hechas para funcionar mal. Cualquiera que haya ido a levantar una denuncia lo sabe. Estoy convencido de que la transformación de la justicia pasa por dos cosas elementales: hacer los espacios orientados a la atención del ciudadano y a las condiciones adecuadas para integrar una investigación útil, por un lado; y por el otro, ajustar todos los elementos necesarios para que los trabajadores de las procuradurías estén volcados, con profesionalismo, a la prestación de un servicio público y a la procuración de justicia.
Hoy, con turnos de 24 horas, instalaciones inadecuadas para la atención al público o para la concentración que el trabajo requiere, todo lo que ocurra será de milagro. En cambio, con un sistema mucho más ágil y cómodo de procuración de justicia, se incentivará la denuncia y también la investigación.
viernes, 28 de noviembre de 2008
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