El bloguero de la megablógolis

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martes, 18 de noviembre de 2008

Auto compartido


Imaginemos de pronto que necesitamos un coche, hacemos una llamada telefónica y en eso nos dicen que a dos calles está un auto esperándonos, sacamos una tarjeta electrónica que abre el auto, lo arrancamos, damos unas vueltas de tres horas, y devolvemos el auto al mismo lugar. Minutos después, alguien ocupa el auto de la misma manera. Al cabo de un día, lo utilizaron 6 personas y al cabo de un año, sin considerar la posibilidad de repetir en el auto compartido, el mismo coche fue utilizado por 2000 personas. ¿Una locura?
No. Este servicio ya existe desde hace varios años en ciudades europeas y se ha expandido por el mundo. La forma de instrumentarse varía, pero en sentido estricto, mediante una suscripción al servicio uno recibe una llave electrónica que ya sea abra el vehículo o abra una caja en la que se encuentran las llaves del vehículo. De manera electrónica se autoriza el uso del coche compartido.
La marca Autoshare de Canadá, se promueve con una cuota de 6 dólares canadienses por hora. Digamos 70 pesos. Claro, eso puede suponer un mínimo de horas contratadas. De cualquier manera. Comprando un auto de 100,000 pesos que venderemos 5 años después en 30,000 pesos tenemos un gasto de 14,000 pesos por año; o sea, algo así como 35 pesos al día ... más la tenencia, el seguro, el mantenimiento, el lugar de estacionamiento, y otras responsabilidades.
La idea no es descabellada, pero todavía nos suena lejana para la Ciudad de México. Nadie rentaría un carro por horas para ir a trabajar y volver 10 horas después. Eso no sería eficiente. Sin embargo, sí lo es el ir en transporte público a trabajar y el fin de semana rentar un auto para hacer las compras y devolverlo; para ir a visitar a un pariente que vive en las afueras de la ciudad; o para recoger a un amigo en el aeropuerto.
El problema es el tamaño de la ciudad. La compañía que optara por este esquema necesitaría tener autos por todos lados y posicionarse muy rápido para que fuera negocio. O bien, tener los autos en la zona central donde, sin embargo, no hay muchos lugares en los que fuera factible tenerlos.
El bajo nivel de confianza de nuestra sociedad haría también difícil esta alternativa. Sin embargo, yo no la descarto en el mediano plazo y sería deseable promoverla, pues reduce la motorización: uso el auto sólo cuando lo necesito ¡genial!

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