La ruina del PRD al inicio de la década de los noventa estuvo acompañada de dos factores, por un lado la clara intención del presidente Carlos Salinas de no permitirles crecer ni ganar posiciones estratégicas, y por otro los errores garrafales que dieron al PRD la fama de contestatario y violento.
Hacia finales de los noventa, y particularmente a partir de la crisis de 1994-95, el PRD logra un importante ascenso, sobre todo en el Distrito Federal y alrededores. La razón de su ascenso fueron dos factores, en primer lugar, la crisis dio la razón al espíritu contestatario del PRD; en segundo lugar, las estrategias corporativistas dieron resultado, al sumar huestes que antes militaban en el PRI.
Desde 1997, el PRD es amo y señor de la capital. Sólo el efecto Fox puso en riesgo su hegemonía, pero al final de cuentas no sólo conservaron, sino afianzaron, su presencia. A partir de entonces el PRI ha tratado, inútilmente, de resurgir de sus cenizas y salvo la candidatura de Beatriz Paredes, los demás intentos son casi inexistentes.
El PAN, por su parte, ha mantenido, con mucho esfuerzo, una cuota de alrededor del 25% del electorado. En el momento más fuerte de AMLO, José Luís Luege (mi amigo y exjefe) se mantuvo como un crítico constante y posicionó temas como la oposición al segundo piso y el impulso a los trenes suburbanos. Luego vino una época de gran debilidad mediática, con la dirigencia de Carlos Gelista, y un resurgimiento bajo la batuta de Mariana Gómez del Campo (mi amiga y mi aval para entrar al PAN).
Ahora vemos a Mariana cuestionando el incremento a la tarifa del Metrobús, como también la hemos visto contestando temas como el incremento al predial, el retiro de ambulantes del Centro Histórico, la legalización del aborto. La que pudiera ser la principal oposición al PRD está optando por la misma estrategia contestataria que frenó el crecimiento del PRD a principios de los noventa. ¿Puede dar resultados esta vez, como le dio al PRD a fines de los noventa? Mi respuesta es que mientras no tengamos un factor de crisis y un elemento de movilización, como lo tuvo el PRD, la estrategia contestataria conducirá al fracaso.
Peor aún, si Marcelo Ebrard (MEC) no hubiera retirado a los ambulantes, el PAN le cuestionaría su tolerancia; si MEC no hubiera actualizado el predial, el PAN habría cuestionado su populismo ¡como lo hizo en su momento con AMLO por no actualizar los cálculos del predial! Y puedo decir algo peor: el incremento al Metrobús es mucho menos grave, en términos financieros, que el no incremento a la tarifa del Metro (un peso de incremento recauda 10 veces más en el Metro que en el Metrobús) ¿Cuánto costaría el Metro en estos momentos si el PAN hubiera ganado la Jefatura de Gobierno en 2012? Al menos 2.50, pero yo pienso que no menos de 3 pesos. ¿No es hipócrita cuestionar un incremento al transporte que en otras circunstancias el PAN habría promovido? Seguramente es tan hipócrita como defenderlo desde el PRD sabiendo que si no gobernaran lo estarían cuestionando, con la diferencia de que ahora el PRD no es oposición.
Lo cierto es que, de no ser por la confrontación entre Chuchos y Bejaranos, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal no tendría oposición. Bajo la mediocridad contestataria —de mi partido y de los demás—, el PRD seguirá siendo amo y señor en la capital. ¿Por qué, entonces, recurrir a la trillada medicridad contestataria? No lo sé, y seguramente por no saberlo es que no soy dirigente.
martes, 15 de abril de 2008
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