Han pasado ya 5 días de la emergencia y yo no he tocado siquiera un tapabocas. Hoy existe, sin embargo, el convencimiento de que el tapabocas, más que proteger a quien lo porta, evita la propagación de virus o bacterias que se encuentren en su saliva. En ese sentido, sería un irresponsable al no portar el tapabocas ... pero los más de 13 mil días que he vivido no he portado tapabocas y he escupido involuntariamente millones de bacterias y seguramente más de estos 100 días he estado enfermo de una gripe.
La influenza porcina no es una gripe cualquiera. Tiene mayores riesgos y complicaciones. Pero de lo que me informo, nadie muere directamente de este virus, mueren de las complicaciones -que a unos llegan más fuertes que a otros-, como por ejemplo una pulmonía. No hay, de momento, una vacuna, pero hay medicina y hay la esperanza de que en pocos meses se pueda desarrollar la vacuna. Hay muchas enfermedades curables que carecen de vacuna.
Las sociedades -modernas y antiguas- viven con morbilidad y mortalidad. Las más desarrolladas tienen un comportamiento asintótico: es decir, las cifras mejores, las muertes y los enfermos disminuyen pero no se alcanza el cero. Obviamente hay enfermedades en las que se logra su desaparición en una región o en un país, pero en otros lados se mantiene. ¿Cuándo acaba esta emergencia? ¿Cuando lleguemos a 0 enfermos? Dudo que eso ocurra en meses o incluso antes de que se desarrolle la vacuna. Es más, preguntaría si de la influenza para la que hay vacuna tenemos cero casos o cero muertos, y francamente lo dudo. El virus mutó y ahora se tiene una nueva enfermedad, y seguro no es la primera enfermedad proveniente de la mutación de un virus: de hecho los antibióticos y los antivirales se vuelven cada día más sofisticados y hasta "inteligentes" entre otras razones por la mutación de las bacterias y los virus.
(he tomado este gráfico del periódico EL UNIVERSAL; las cifras de México hay que tomarlas con cuidado porque no está demostrado que todos los casos mexicanos se deban a la influenza porcina)
Si hemos de convivir con el virus mucho tiempo (es una posibilidad muy grande) y si las muertes claramente asociadas a quienes padecieron el virus son muy pocas (sean 7 o 20 o más), entonces ¿por qué no terminamos esta emergencia, iniciamos el recuento de los daños y recuperamos nuestros niveles productivos? Lo importante es evitar más muertes, y la parálisis económica terminará creando más pobreza, hasta delincuencia, y muchísimas enfermedades vinculadas al estrés, a la mala alimentación y agravará otras por la falta de medicamentos. Esto no puede continuar.
Mi tesis estos días es que se equivocaron al decretar la emergencia. Mucho tuvo que ver con el encabezado del REFORMA el miércoles 22. No es la primera vez que de este periódico leo un encabezado que a las pocas horas se convierte en una decisión en buena medida tomada por la presión del propio periódico -tal vez el más influyente de México-. Llama la atención que quienes usualmente están golpeando al gobierno de Calderón (Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Emilio Gamboa Patrón, entre otros) están si no callados, sí bastante discretos -no hay apoyo pero tampoco crítica-. Ha empezado a circular un correo electrónico que habla que se está estimulando la economía mundial inventando esta enfermedad -me llegó tres veces este miércoles-. Lo que dice el correo no lo creo, pero lo que sí creo es que los dueños de las canicas existen y de un problema real -el surgimiento de una nueva enfermedad- hay quienes pueden desarrollar una estrategia para sus propios fines, y en este caso hay quienes movieron sus piezas antes de que ocurrieran las cosas. No confío en Manlio pero nadita de nada, y tampoco en los otros dos que mencioné.
Yo sostengo que se equivocaron, que el nivel de alerta que merecía esta enfermedad, aún en el caso que fuera una epidemia, no era el de parálisis económica. El error pasa por el Gobierno Federal, pero en efecto llega al colmo de la estupidez que vimos el día de ayer: en una decisión fuera de la ley, contraria a las garantías individuales -y sin que medie una suspensión de tales- el jefe de gobierno del DF decide cerrar todos los restaurantes ... mientras el transporte público opera normalmente, justo donde habría, en todo caso, mayor riesgo de contagio. Claro, era un costo político muy alto cerrar el metro, pero si las premisas son al menos las mismas que para cerrar los restaurantes, tendría que haberse cerrado el metro. Más bien creo que no debieron cerrarse los restaurantes.
Las consecuencias de este error serán económicas y muy graves, pero también las puede haber políticas.
miércoles, 29 de abril de 2009
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