Ayer fui, por primera vez, a la Arena México. Debo reconocer que ahora siento un remordimiento de conciencia por no haber ido antes. Presumo de conocer bien la ciudad, pero hay ciertas cosas que me faltan: nunca fui a la cantina El Nivel y ya la cerraron; no conozco el Niñopa de Xochimilco, me falta conocer la Arena Coliseo. Claro, uno nunca acaba de conocer esta inmensa ciudad.
Es un gran lugar. Fui a la lucha libre y la disfruté extraordinariamente.
La Arena México es un lugar impresionante, que sin embargo luce descuidado, viejo, con baños insuficientes, pero con algunas innovaciones tecnológicas, como su gran pantalla de video, y podría, desde luego, generar más recursos. Sin embargo, el espectáculo es popular. La zona en la que se encuentran ambas arenas, la México en la Doctores y la Coliseo en La Lagunilla, afectan una eventual concurrencia mayor. De cualquier manera, me parece que la Arena México no sólo es un lugar que debe preservarse a toda costa, sino que debe preservarse como un lugar de acceso popular y evitar que ocurra lo que pasó con el Auditorio Nacional, que habiendo mejorado (eso estuvo excelente, con la remodelación de fines de los 80) también se elitizó. Yo creo que hay que mejorar la Arena México pero sin elitizarla.
Estos espacios son sagrados para la convivencia y me parecería más importante apoyar la realización de más eventos, no sólo deportivos, que buscar espacios en la calle: hay que promover actividades en las calles, pero antes hay que aprovechar la infraestructura que tenemos desaprovechada.
sábado, 17 de enero de 2009
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