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martes, 16 de junio de 2009

El tema de las guarderías en la ciudad

He escuchado comentarios -de la izquierda- cuestionando la subrogación de servicios en el Instituto Mexicano del Seguro Social, como las guarderías. Esto, desde luego, a raíz del lamentable incendio de una guardería en Hermosillo.
El objetivo de una asociación publico - privada es que cada quien administre el riesgo que mejor sepa administrar. Una subrogación como estas tiene el objetivo de que los riesgos vinculados con la administración del negocio no corran a cargo del IMSS sino del particular. El problema en la tragedia reciente es que los riesgos corrieron a cargo de la sociedad: así no funcionan las asociaciones público privadas.
La lección de Sonora nos debe llevar a tomar mayores precauciones en el futuro pero la base, esencialmente, es que si los contratos no van primeramente a cumplir el objetivo (cuidar, alimentar y en su caso formar niños), entonces no deben firmarse. Estas guarderías sólo servían al negocio privado de personajes muy relacionados con políticos de la entidad (estatales y federales). Cuando el pago del IMSS a los privados duplicaba o triplicaba los costos, queda claro que en nada había beneficio social.
Por eso me parece tan importante institucionalizar las alianzas público privadas, para que se tengan mecanismos objetivos de evaluación, de tal suerte que no haya tales si no queda claro que se asignó el riesgo a quien mejor podía administrarlo.
Hemos tenido percances en escuelas y guarderías de abuso sexual contra los menores ¿qué tal que los contratos incluyeran fuertes castigos en caso de que esto se presente? Pues los concesionarios estarían preocupados por aplicar exámenes psicológicos estrictos a todos sus empleados, y a vigilar que éstos nunca estén completamente a solas con los niños. Y lo mismo aplica en riesgos a la salud de los niños, donde habría que reconocer que se tiene un buen arreglo: el IMSS paga por niño que asiste a la guardería, así que si un niño se enferma la guardería no recibe el pago, de tal suerte que tienen incentivos para evitar el contagio entre los niños. No recibirán a un niño enfermo si éste les puede contagiar a los demás, o si el recibirlo habrá de prolongar su enfermedad. Un incentivo bueno como éste es la base de un contrato público - privado: queda claro que en el crimen culposo que todos los que participaron en Hermosillo omitieron el incentivo básico de preservar la vida de los niños.

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