Crisis en Ciudad Satélite

Recién leí una nota sobre enfrentamientos en la asociación de vecinos de Satélite. Un grupo se habría confrontado con la dirigente, porque se descubrió que ésta habría comprado pintura y otros insumos para las labores de la asociación a su esposo y su hermana.
No importa si los compró a buen precio o a precio elevado. Si fue una compra menor tal vez sea más o menos irrelevante, pero es probable que no haya sido una compra menor, y que tampoco haya sido a "precio de distribuidor". No tengo elementos para juzgar este caso en concreto. Lo que veo con preocupación es que esta escena es repetida, tanto entre servidores públicos como entre organizaciones sociales.
No tengo elementos para hablar de la esencia humana, pero sin duda algo hay de eso, pero se agrava en nuestra sociedad, que quizá ofrece tan pocas oportunidades que quien se halla cerca de alguna la aprovecha al máximo. Eso ocurre en diputaciones, presidencias municipales, cargos directivos, asociaciones, etc.
¿Qué hacer? La verdad no tengo idea, además de lo que siempre se ha dicho: transparentar e institucionalizar procesos. Si yo sé que voy a hacer alguna compra importante respecto a mi presupuesto (puede ser que una compra sea importante si es de mil pesos en un presupuesto de 50 mil), yo tendría que avisar: voy a comprar 1000 pesos de tal cosa, para que todos ofrezcan el mejor precio. El problema es que tampoco hay instituciones que castiguen las desviaciones. El castigo al honor es muy relativo en una ciudad de casi 20 millones de habitantes en la que además siempre se acusa a las personas de corruptas, putas, barberas, etc., y sobre todo cuando el castigo al honor va de la mano de cosas que nuestra sociedad valora mucho más que la honestidad: un buen coche, una buena casa, mujeres, joyas o riqueza en general. Es decir, en nuestros días vale más tener que ser.
Aún así, transparentar e institucionalizar procesos parece ser el mejor antídoto y el buen gobierno que tengamos a partir de 2012 requerirá ir en esta dirección.