Ayer leía una nota periodística en la que se comentaba la carencia de panteones, dado que en los últimos 20 años no se ha construido ninguno. También quiero destacar que hace unos días, la agencia funeraria de mayor renombre en la Ciudad, Gayosso, fue vendida en 371 millones de dólares.
El negocio de la muerte no es cualquier cosa. A nivel nacional cada año mueren 500 mil personas. En el Distrito Federal mueren 50 mil. Es cierto que muchas de ellas no tendrían recursos para una agencia como Gayosso (aunque no es su única marca), pero suponiendo que el 10% accediera a servicios funerarios con un valor promedio de unos 40 mil pesos por servicio, tenemos un mercado de 200 millones de pesos sólo en servicios funerarios de lujo, al año. La realidad es que aún los más pobres acceden a servicios funerarios de algunos miles de pesos. Lo que da un valor de mercado muy cercano a lo que costó Gayosso. Y eso sólo es por los servicios funerarios. Falta ver en dónde se quedan las cenizas o los cadáveres.
El punto más importante aquí es que la ciudad garantice:
1. Sanidad. Una buena política evita la proliferación de enfermedades.
2. Accesibilidad. Una muerte inesperada implica también gastos inesperados e incapacidad de reacción de los más necesitados.
3. Homenaje. Dignificar la partida de los que se van.
Si bien me parece poco factible que se construyan nuevos cementerios, entendidos estos como grandes terrenos en los que se depositan los cadáveres por lo general en un solo nivel, es fundamental, sobre todo porque es una obligación local, que el gobierno del DF garantice los tres elementos que mencioné.
Si alguien quiere pagar 100 mil pesos por un velatorio, es su derecho y su condición económica. Lo que sí, si alguien no puede pagar 5,000 pesos por servicios funerarios en su propio domicilio, debe haber alternativas, operadas entre particulares y el GDF para que, incluso sin subsidio, existan servicios funerarios a bajo costo y con facilidades de pago. Ayudar a la gente en esos momentos difíciles es una de las principales funciones de un gobierno.
Además, viendo la tragedia de Tabasco, en esta materia también debe haber capacidad de reacción. No estamos excentos de graves inundaciones, terremotos, incendios, explosiones, etc. Hemos tenido dos tragedias en los últimos 25 años que causaron muchísimos muertos (prefiero no aventurar en ningún número), el terremoto de 1985 y la explosión de San Juanico. Esas experiencias nos deben servir ¿sabemos qué hacer si un día tenemos mil muertos? ¿2000? ¿5000? Ojalá y esto no ocurra, pero debemos estar preparados.
viernes, 2 de noviembre de 2007
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