Por José Alberto Márquez Salazar
Colaborador de los jueves
Ningún personaje o grupo político acepta haber perdido aún cuando la realidad demuestre lo contrario. “Perder ganando o ganar perdiendo”, es una frase que se repite como medio para equilibrar los derroteros coyunturales de la política.
Tras los resultados de la elección para determinar al nuevo presidente del Partido de la Revolución Democrática, ninguna de las tres fuerzas políticas participantes y sus apoyos reales reconocieron haber perdido. Y de hecho, que no haya habido rupturas visibles, golpes o gritos y deserciones fue considerado como “una gran victoria”. Hubo quien se afirmó que era una elección ejemplar, se abrogó esa pacífica elección y cantó el glorioso acuerdo que se había logrado. Si hace dos o tres años, concertar, consensar o acordar con el contrario –aún fuera de su mismo partido- estaba considerado como una herejía, hoy esos hechos son alabados.
Resultaba evidente, para cualquier observador, que el resultado final de la elección –dado el procedimiento de segunda vuelta y la necesidad de las dos terceras partes- tendría que ser negociado. Al inscribirse 327 consejeros, las dos terceras partes (218) no serían posibles para ninguno de los dos grupos fuertes (Zambrano y Padierna) y el que nació coyunturalmente para no quedarse fuera (Ebrard).
Tras la fundación del PRD en 1989, el entonces presidente de la República, en un discurso emblemático de su sexenio, pidió a los demás partidos “institucionalizarse”. Traduciendo a Samuel Huntington al escenario mexicano, sugirió al Partido Acción Nacional y al PRD –entonces ubicado como violento y contestatario- ordenaran su política para el desarrollo del sistema político mexicano. Curiosamente, tras la elección del pasado domingo, algunos de los líderes del PRD, con sus intervenciones, me hicieron recordar el mismo discurso, la institucionalización del PRD tras un largo período de burocratización.
Mientras que el PRD se debatía en la elección, Andrés Manuel López Obrador presentó su proyecto de Nación y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), indicando que el va a como dé lugar. (Regeneración, esa palabra nos remite a Miguel de la Madrid).
Parece ser que todos ganaron en esta pasada elección, o que unos ganaron y otros perdieron –una buena cantidad de analistas describieron el porqué y el cómo. Sin embargo, parece que solamente aplazaron una disputa que tendrá que iniciarse –de hecho se inició al día siguiente cuando el Presidente y la Secretaria General afirmaron sus posiciones en torno a la alianza electoral con el PAN para el estado de México.
¿Cuáles son las intenciones sustanciales de las tres principales fuerzas políticas que parecen conformar al nuevo Comité Ejecutivo Nacional del PRD? ¿Es la elección de la dirigencia un tema más importante que la decisión de quién será su candidato a la presidencia de la República o de su proyecto de Nación?
La pregunta sobre la nueva presidencia no debe plantearse de forma sencilla: quién gana. La pregunta es quién gana qué. La esencia de la política es la obtención de espacios, de medios para lograr hacer que otros hagan lo que yo quiero. Conformado el PRD por tres fuerzas políticas donde hay un radical, un moderado y un conciliador parecería ser una excelente oportunidad para que el instituto político se “institucionalice”, ordene su política y se convierta en un factor clave para la elección presidencial del 2012 y su posición frente al gobierno federal. Pero ese es un factor clave, ¿puede aspirar el PRD, con esa nueva dirigencia, a convertirse en una oferta política para la presidencia de la República o solamente será una comparsa del Partido Acción Nacional, como el mismo PRD acusó al PAN en los ochentas y noventas de ser comparsa del PRI?
En el fondo, el PRD no está debatiendo, a su interior, un proyecto de nación (MORENA lo tiene y avanza fuera del mismo PRD), lo que discute el de la Revolución Democrática es lo más pragmático de la política, los espacios para fortalecerse frente a una decisión ineludible: quién será su candidato a la presidencia de la República.
¿Es hoy, el Partido de la Revolución Democrática una posición frente al gobierno Federal y al Partido Acción Nacional o sigue siendo un partido que persigue a los mismos fantasmas pasados del Partido Revolucionario Institucional mientras sigue las señales que Salinas les envió?
Jamsalazar96@gmail.com
http://pensar2018.wordpress.com/
jueves, 24 de marzo de 2011
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