Por José Alberto Márquez Salazar
Hace no mucho tiempo estuve indagando sobre las rutas de ferrocarril que cruzan territorio nacional. No había muchas. Un país que hace cien años inició su Revolución en ferrocarril (éste fue fundamental para que Francisco I. Madero recorriera el país con su lema antirreleccionista).
Descubro que lo que antes conocíamos como una empresa paraestatal, Ferrocarriles Nacionales de México, hoy solamente es una empresa cuya misión es “Desempeñar el mandato de extinción con oportunidad, racionalidad y transparencia” (ya saben que a la administración moderna le encantan eso de visión, misión y objetivo, aunque no se cumplan).
Una empresa que tuvo bajo su resguardo la concesión de los servicios y, por ende, responsabilidad en los ferrocarriles de Sonora-Baja California, Chihuahua-Pacífico, Coahuila-Zacatecas, el Interoceánico, Unidos del Sur-Este y el del Pacífico, hoy está casi liquidad gracias a las visiones de largo plazo de Ernesto Zedillo y Vicente Fox.
Me impresiona la red ferroviaria de Europa, la cantidad de empresas que hay en funcionamiento. Nosotros estamos fuera de ese mercado que ofrecer a los viajantes nacionales y extranjeros.
“Por sólo 62 dólares de Londres a Paris”, dice un anuncio comercial de RAIL EUROPE ($806 aproximadamente). Las posibilidades para viajar y “turistear” son impresionantes.
Un artículo de la revista expansión de julio de 2007, informa: “Las empresas de ferrocarriles europeas, incluidas la francesa SNCF y la alemana Deutsche Bahn [DBN.UL], unieron fuerzas el lunes para facilitar los viajes en sus redes de trenes de alta velocidad, en un esfuerzo por quitarle pasajeros a las aerolíneas.”
En Tren de Segunda, Mauricio Magdaleno apuntó la coincidencia entre vivir y viajar y las diferencias de clase:
“En México, como en la India y en China –por más de un concepto tan semejantes a nuestra vieja tierra-, sólo hay dos extremos para vivir y, ya que viene al caso, para viajar: el de la ostentosa y hasta insolente comodidad de quienes todo lo tienen y el de la deprimente miseria de quienes no tienen nada. Los viajes de un político encumbrado o un simple magnate suelen revestir magnificencias dignas de un maharajá. El pueblo, en cambio, viaja en condiciones de una también aparatosa humillación.
“En España y Francia, la tercera clase del ferrocarril es decorosa y está hecha para gentes; en México, la segunda es un vil cuchitril en el que legítimamente no deberían de viajar sino las bestias. Sin embargo, allí se instala, sin una protesta, el pueblo, paliando la dureza de las bancas de madera con sarapes y almohadas, con charlas y canciones que, a poco andar, forman verdaderos orfeones”.
Hoy ya no viajamos en ferrocarriles y por lo tanto no podemos hacer esa diferencia. Mientras en Europa recorren las distancias a gran velocidad, apoltronados leyendo o bebiendo, en México acudimos a autobuses o aviones –en el mejor de los casos.
Me preocupa también que si mañana iniciamos la Revolución la tengamos que hacer en automóviles o peor, en aviones o bicicletas. Imaginemos la nueva revolución contra el sistema político en autobuses, creo que no nos da para buenas fotografías.
Gran parte de Europa tiene en el ferrocarril la base de su movimiento. Qué decir de la tierra del tal Potter: 38. Por eso el túnel mágico para llegar a Hogwarts está ubicado en una estación de tren. Y no hace mucho, en 2006, en Brasil inició el proyecto para instalar un tren de alta velocidad entre Río de Janeiro y Sao Paulo que se ha venido retrasando debido al costo, pero que pronto será una realidad.
Nosotros ni túnel mágico ni viaje en primera o segunda. Simple y sencillamente tenemos una empresa “Ferrocarriles Nacionales de México” cuyo objetivo es “Reorientar los mecanismos de desincorporación de bienes, redefinir la atención de asuntos juridicos y de remediación ecológica para agilizar el proceso de liquidación de FNML, y determinar los procedimientos y acciones para la rendición de cuentas al Gobierno Federal.” (El “jurídicos” sin tilde es responsabilidad de la página web: http://www.fnml.com.mx/NPVisMis.aspx).
Por eso, y sólo por eso no quiero promover la revolución ciudadana.
jueves, 28 de abril de 2011
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