Esta colaboración está escrita en varias partes. La primera comienza en el Barón Rojo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, un aeropuerto al cual jamás llamo Benito Juárez pues no hay nada que lo sustente como tal ... nunca se publicó el decreto que le daba el nombre de nuestro próser.
En este momento tengo la expectativa de conocer Chile. Mi avión sale en tres horas, ya documenté mi equipaje, luego me vine a comer y como muchas veces en mis viajes me puse a repasar si traigo todo lo que debo llevar. Las implicaciones detrás de la pregunta son qué tanto debo llevar y qué tanto debo hacer, qué haré mañana que llegue a Santiago y qué haré la próxima semana, en una ciudad afectada, no devastada como Concepción, para conocer el sistema de transporte de Chile, pero de paso también de conocer cómo funciona una ciudad después de un terremoto de 8.8 grados Richter ... el más intenso que ha ocurrido desde que nací en 1971.
Los habitantes de la ciudad de México sabemos que ya viene un gran terremoto. En el siglo XX hubo 3 terremotos por encima de los 8 grados Richter, el último todos lo recordamos, este año se cumplirán 25 de que ocurrió. Arriba de 30 años todos tenemos algún recuerdo: yo iba camino a la secundaria, caminaba hacia la parada del trolebús sobre Eje 8 Sur. Siempre miraba si lo que venía era un Ruta 100, que paraba 50 metros antes del trolebús, y si se veían las antenitas del trolebús había que correr. En el momento en que las vi lo hice pero a los pocos metros vi un hombre abrazado a un poste, pensé que estaba borracho y lo evadí pero no pude caminar más. La tierra se movía. Caminé hasta la escuela porque se fue la luz. Al llegar, sin internet, sin celulares, sin twitter, todos comentaban que este no era un temblor más como los que recordaba de los años previos.
Hoy que viajo a Chile sé que habré de sentir réplicas. Pero quiero ver la ciudad funcionando, ya no voy sólo por el transporte sino también a ver y reflexionar cómo debe funcionar esta ciudad con un temblor de más de 8 grados. Lo tendremos, estadísticamente hay certidumbre: no tarda un terremoto y lo que hará la diferencia es la previsión.
domingo, 14 de marzo de 2010
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