lunes, 27 de septiembre de 2010
Desde Hong Kong
Escribo estas líneas desde Hong Kong. Impresionante la vida en vertical. No es un modelo de ciudad que nos inspire a retomar en la ciudad de México, pero sí me hace valorar lo que tenemos. En posteriores colaboraciones presentaré imágenes. Sin embargo, quiero destacar las dimensiones del espacio público. Como todos viven en edificios de más de 30 pisos, y trabajan también en rascacielos, la gente no cabe en las calles, así que el espacio público ha sido trasladado hacia el espacio privado. Esta paradoja, lleva a un dato curioso: hace aproximadamente medio siglo que Hong Kong ya no hace calles, en todo caso se construyen autopistas que terminan en estacionamientos. La gente sale a las pasarelas y de la mano de un complejo transporte público, que sin embargo no deja de tener sus elementos “tropicales”, se mueve por toda la ciudad a veces en condiciones no tan convenientes, pues aquí el peatón es el último en la escala de prioridades, siendo el taxi el que está en la cumbre.
Frente a las zonas de baja densidad, de muchas ciudades mexicanas y parte de la ciudad de México, la vida en vertical de Hong Kong tiene también sus inconvenientes. No hay parques internos, si acaso, pequeños rincones en donde está presente el elemento agua, algunas bancas sombreadas y un rincón para hacer ejercicio. Esos pequeños sitios están escoltados siempre por grandes edificios.
Hong Kong me hace valorar mucho más el espacio público, esos sitios que deben ser de todos y que en México solemos privatizar por la vía del ambulantaje, la basura, los estorbos, los vehículos, pero que finalmente estamos llenos de ellos. Frente a mi ventana, en este momento, el paisaje que tengo es el de edificios de más de 30 pisos, no sé, una docena de ellos de un lado, media docena del otro. Los espacios visuales son también importantes. Hong Kong se olvida de ellos, nosotros igual. Azoteas grises dominan el paisaje chilango. Cajas de aire acondicionado frente a mí. Tal vez cientos.
¿Qué ciudad queremos? Es una reflexión que yo me hago todos los días, pero hacia donde debemos llegar es a una reflexión colectiva, donde cada individuo y cada familia decidan si la realidad que viven es la que debe permanecer o aspiran a la transformación. Los que leen este espacio, al igual que yo, aspiramos a la transformación, a la discusión sobre ese futuro, pero cómo hacer para que todos participen de esta discusión. Al final de cuentas ni la Ciudad de México ni Hong Kong parecen estar discutiendo esto. El modelo de aquí va construyéndose sobre su propia inercia al igual que el nuestro. Nosotros le ponemos el segundo piso al Periférico y Hong Kong se lo pone a sus principales plazas. Y ellos creen que están bien. ¿Y nosotros?
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