colaborador invitado
De acuerdo con un estudio de la Freedom House, durante el año anterior el estado de las libertades retrocedió en 25 países. En esta lista se encuentran 3 de América Latina: Haití, Venezuela y México. No es nuevo que descalifiqué los avances democráticos en países donde el gobierno de los Estados Unidos tiene intereses especiales, por ejemplo China, Irán, Rusia o Venezuela y donde ve amenazada la democracia. México tiene un especial interés para el gobierno norteamericano en distintas vertientes (el comercio, el narcotráfico, los inmigrantes, etcétera) y es quizá por eso que la institución también se toma tiempo para descalificarnos.
Dice la publicación de Freedom House:
“The inability of the Mexican government to protect ordinary citizens, elected officials, or journalists from organized crime caused Mexico’s status to fall from Free to Partly Free. Other countries that saw declines included Venezuela, where President Chávez pushed through damaging legislation just before the formation of a new parliament with significantly more opposition seats. Improvements were noted in Colombia and St. Vincent and the Grenadines.” (www.freedomhouse.org).
En la guerra frontal que hay en México contra el narcotráfico me parecen importantes los llamados de atención que han hecho pocos analistas e intelectuales sobre la percepción que tenemos del combate a la delincuencia: son ellos los que violentan las normas y llenan de sangre las calles; ¿por qué entonces la sociedad no voltea la mirada en su contra y sí lo hace para culpar al gobierno federal de las acciones?
En estos días, la publicación de Freedom House será publicitada por los grupos opositores al Partido Acción Nacional y al gobierno de la República con el fin de obtener mayores votos o simpatías. No importa de dónde venga el San Benito que se cuelga, lo importante es cómo rebajar la reducida credibilidad de un gobierno que sigue sin dar una. Y así como en el caso de la violencia generalizada también se tomará partido por esos supuestos retrocesos democráticos.
La violencia que llena las calles de nuestro país es un tema que tiene mucho que ver con la democracia incipiente que se va construyendo en México desde hace veinte años ¿puede ponerse en entredicho por un estudio de Freedom House o debe ponerse en entredicho por el uso e irresponsabilidad que todos los actores políticos han tenido con ella?
Esta mañana, Oscar Mario Beteta entrevistó a Gustavo Madero, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN sobre la posible alianza electoral con el Partido de la Revolución Democrática en el estado de México. Para un radioescucha que no inició la plática le podría haber resultado evidente que el entrevistado era un integrante del PRD porque buscó a toda costa aclarara que “Encinas todavía no es candidato del PRD”. (http://www.radioformula.com.mx/reproductor.asp) ¿Por qué lo hizo así? Seguramente porque de haberlo reconocido estaría cerrando la puerta a la alianza. El día anterior, Madero y Jesús Ortega habían dejado en la incertidumbre a los reporteros al decir que no había alianza, pero no cerraban la puerta.
Seguramente es importante ver la opinión de allende la frontera sobre nuestros problemas y también lo es reconocer que la estrategia contra el crimen está equivocada. Sin embargo, que está poniendo a favor de la democracia nuestra “clase política” y qué a favor del combate a la delincuencia. Sí, es cierto, hay reformas judiciales importantes, pero hay otros temas donde ellos mismos se han evidenciado como faltos de tacto y de conocimiento de sus propios integrantes (ver el caso del PRD y del diputado Julio Cesar Godoy).
Hay que volver a preguntarse qué democracia queríamos hace veinte años, cuál tenemos y cuál queremos. Espero sinceramente que alguno de los partidos políticos con verdaderas posibilidades de ganar y mantener la Presidencia de la República y la mayoría del Congreso de la Unión tengan en la mira esos planteamientos. Mientras, al igual que el caso lamentable de la agresión a un representante del PRD en Guerrero, unos y otros buscarán descalificar y acusar al contrario. Quizá por eso los ciudadanos mexicanos podrían descalificar a su democracia, la que ellos han construido, pese a que es mejor que la de hace veinte años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario