El bloguero de la megablógolis

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lunes, 31 de enero de 2011

Ciudades 2030


¿Podemos soñar nuestro barrio, nuestro espacio urbano, nuestra ciudad con 20 años de anticipación? ¿Qué tipo de ciudades queremos en el 2030? Las colonias en las que he vivido (Del Valle, General Anaya, Magdalena Atlazolpa y Villa Quietud) tienen cosas buenas y malas. De las cuatro he imaginado cómo mejorarlas. ¿Quién ha hecho lo mismo de su colonia?

En 2010, con motivo del 25 aniversario del ITDP, la institución con la que trabajo, preparó una exposición sobre el repensar nuestras ciudades. Con base en 10 principios establecidos por el urbanista Jan Ghel (1. Camina, 2. Muévete con tu energía, 3. Súbete al bus, 4. Disminuye el uso del auto, 5. Redistribuyamos mejor las mercancías, 6. Mezclemos usos de suelo, 7. Densifiquemos, 8. Fortalezcamos la cultura local, 9. Conectemos las cuadras, 10. Hagámoslo durar), se desarrollaron 10 visiones para 10 sitios en 10 ciudades del mundo.

La idea fue conceptualizar el rescate de sitios deteriorados. En la Ciudad de México escogimos Tacubaya para este ejercicio.

Tacubaya es hoy un ejemplo de todo lo que no debe hacerse. Un pueblo histórico que era la conexión entre la Ciudad de México y localidades del poniente (San Ángel, Tacuba, Salazar, entre otras) y que en tal circunstancia ya vivía el intercambio modal (autobuses y tranvías) que sigue viviendo hoy día (combis, buses, metro, metrobús), pero que se agravó a partir de la construcción de una red vial para la ciudad. Tacubaya fue partido por vialidades que hace décadas no existían: Parque Lira, Revolución, Viaducto, Periférico; el metro sólo incrementó la presencia de personas sin darle forma a un centro de convivencia social. Las plazas como Charles de Gaulle y la Alameda de Tacubaya están olvidadas y no funcionan como tales, la primera porque está cercada por decenas de ambulantes; la segunda porque de ser el centro cívico de Tacubaya pasó a ser una plaza con una ubicación marginal en el movimiento de personas por Tacubaya.

Hay propuesta en las imágenes que serán expuestas a partir del 3 de febrero en el Museo Franz Mayer. También se presentan imágenes de otros países y otros elementos que ayudan a comunicar una visión a 20 años. En el caso de México el realizador de las imágenes fue el arquitecto Jose Castillo y su despacho Arquitectura 911.

Más que centrarse en la propuesta en sí, lo importante es imaginar ciudades distintas, espacios urbanos mejorados. No tiene que tratarse de un lugar como Tacubaya, Tacuba o San Lázaro (que quizá sean los espacios históricos más desperdiciados y afectados en la ciudad), sino que todos los barrios, pueblos y colonias son susceptibles de mejorar. Siempre que camino por mi casa observo la banqueta angosta e irregular, los autos estacionados en batería, los autos que pasan muy por encima de los 40 km/h en una calle que debería ser de tráfico calmado; una calle colectora demasiado ancha para las necesidades de la zona y que por lo mismo propicia el desorden; autos enrejados, objetos apartando espacios de estacionamiento y muchas otras cosas. En el mismo espacio imagino banquetas anchas, otra ubicación de los espacios de estacionamiento, un sólo carril por sentido, un espacio para la bicicleta, mayor convivencia en la calle y mayor tranquilidad que saque las rejas de las unidades habitacionales. Son mejoras muy simples que logran grandes transformaciones.

"Nuestras ciudades, nuestro futuro" es una invitación a pensar distinto nuestras ciudades. Ojalá puedan visitar la exposición, que abrirá al público en general el 3 de febrero y estará hasta el 20 de marzo en el Museo Franz Mayer, frente a la Alameda Central.

jueves, 27 de enero de 2011

¿De qué estamos hablando?

Por José Alberto Márquez Salazar
Colaborador invitado

Al margen de las preferencias electorales o personales que cada cual tenga me parece sorprendente la forma de “hacer política” en el Partido Acción Nacional (PAN) y desde el Ejecutivo Federal.

Este martes, el candidato a la gubernatura del estado de Guerrero por el PAN declinó en la campaña electoral “a favor” del candidato de los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia. Al inicio de la contienda, cuando apenas cada partido definía abanderado, el PAN consideró una alianza con el PRD para impedir que el Partido Revolucionario Institucional llegara a la gubernatura del estado, pero no la consolidaron.

Durante más de dos meses el abanderado del PAN fustigó a sus opositores afirmando que eran lo mismo. Hace unos días, también, al ser cuestionado sobre las encuestas que le dan, la mejor de ellas, un 4 % de las preferencias, afirmó que no significaban nada y recordó que en la elección pasada habían fallado. Ayer mismo dijo que Guerrero sería la primera derrota electoral de la presidencia de Gustavo Madero. Por la tarde hizo oficial su “declinación”.

No han sido pocos los medios de comunicación que le dieron revuelo a la “declinación” considerándola como favorable para el candidato del PRD-PT-Convergencia sin darse cuenta de que en realidad, en las urnas, no significará nada y, contrariamente, será perjudicial al mismo PAN que podría perder el registro local. Las boletas electorales tendrán al “declinado” candidato panista y los votos que reciba serán otorgados a su partido, a su persona, y no al candidato supuestamente beneficiado con la declinación.

Me parece que el mensaje viene de arriba; el presidente de la República ordenó o “aconsejó” a la cúpula panista nacional esa declinación y se olvidó de la cúpula estatal sufrirá las consecuencias, quizá hasta desaparecerá de la entidad. Y creo que todo tiene que ver con enviar un mensaje al PRI: el PAN puede lograr una alianza con el PRD no sólo para el estado de México sino rumbo a la presidencia de la República en 2012.

Bien. Quizá pueda entenderse esa idea de regresar a los viejos tiempos panistas donde lo importante para ser patriotas era evitar que el PRI gobernara. Pero creo que hay un problema de fondo: una contienda electoral en un sistema democrático tiene que ver con lograr la mejor posición frente a los competidores y no en ponerle el pie a uno de ellos para dejar que el otro gane.

Cuando un actor o grupo de actores políticos establecen objetivos definen estrategias. Con el movimiento de ayer, la cúpula nacional panista o el Ejecutivo federal están diciendo que lo que buscan es impedir que el PRI llegue a la presidencia porque consideran que éste tiene posibilidades de ganar. Su objetivo no es ganar la presidencia ni lograr un gobierno de coalición –cuántas coincidencias programáticas o de país pueden encontrarse entre dos fuerzas que se confrontaron gravemente luego del 2006.

Es evidente que en el centro de cada uno de esos partidos ha triunfado el lado pragmático, el que afirma la idea de ir juntos para ganar posiciones y dejar fuera a uno de los contendientes. Como estrategia no está mal, pero ¿Creen, de buena fe, que eso genera mayor credibilidad entre los ciudadanos o solamente buscan, los grupos dirigentes, conservar el poder por el poder?

Si alguien me pregunta, que no será el caso, por cuál de los candidatos que no han declinado votaría, creo que por ninguno de ellos. La contienda electoral del estado de Guerrero no representa mejores personajes ni mejores prácticas: desaparece a la izquierda, desaparece al PAN y deja al PRI –con viejos o nuevos ropajes- el gobierno. La elección de Guerrero es entre dos caciques –uno más cínico que otro- que sepultará cualquier intento por la democracia en el estado.

Dicen que Guerrero es un escaque fundamental en el ajedrez de la sucesión presidencial, pero creo que es la clara y contundente muestra de que los grupos que ayer frenaron a la democracia, volverán a ocupar el lugar que nadie logró mantener.

Por eso resulta hasta cómico ver al dirigente del PAN levantarle la mano al que fue, más de dos meses, contrincante de su abanderado. Y, vuelvo a insistir, ¿dónde queda la pericia política del presidente de la República? ¿Dónde la del líder del PAN? O quizá ya la influencia del nuevo secretario particular presidencial empieza a pesar.

El PRI tuvo durante más de setenta años el poder y conformó un sistema político que no podemos quitarnos encima. Le correspondía al PAN y al PRD renovar al sistema, darle mejores causes. No veo cuál sea la estrategia, cuál la pericia o la idea política en estas maniobras de último minuto que pretenden “crear un gobierno de coalición”. Una declinación engaña bobos es la que vemos (es fácil, las matemáticas no mienten ni la experiencia electoral: el traslado de votos no puede ser automático pues la boleta y los votos recibidos por el candidato panista serán adjudicados a él y a nadie más; además, ¿acaso éste irá casa por casa –de nuevo-, a un día del cierre de la elección a desconvencer a los que se supone ya convenció?).

¿Qué necesidad hay de que el PAN haga este ridículo, qué necesidad de darle a los otros dos candidatos emanados del PRI el voto de los ciudadanos que todavía creían que en el estado había una pequeña alternativa?

Ya no me refiero a la ética o a las convicciones personales o ideológicas, ya solamente me refiero al tacto, sensibilidad o pericia política. ¿De qué política estamos hablando, de qué estrategias, de qué fines y de qué medios? Creo que tenemos dos presidentes, uno de Acción Nacional y el otro de la República, que han dejado de percibir cuál es el objetivo de la política? Hace unos meses escribí en este espacio que el Presidente navegaba sin rumbo, creo ahora que está casi a punto de naufragar y por eso le pide a gritos, a su antiguo y violento adversario- un chaleco de flotación.

Bien lo dijo el periodista y analista Ricardo Alemán: “lo único seguro es que en la elección de Guerrero va a ganar el PRI”. El viejo, el nuevo o el intermedio, no sé, pero lo que también es seguro es que Guerrero y sus ciudadanos han perdido antes de votar o “declinar” el voto.

lunes, 24 de enero de 2011

¿Es contra el auto?

Hace un par de semanas alguien en tuiter preguntaba por la opinión de sus seguidores respecto al transporte público y sin contestar los planteamientos que recibió como respuesta concluyó: hace falta mejor transporte y si tuviéramos un mejor transporte podríamos dejar el auto. No sé donde viva el tuitero, pero sé dónde trabaja: en Ciudad Universitaria. ¿Qué tanto puede mejorar el transporte en CU? En realidad no mucho. Hacen falta dos paradas del metrobús (Centro Cultural y Rectoría), el Pumabús tal vez pueda mejorar un poco sus frecuencias y si los automovilistas respetaran los límites de velocidad podrían eliminarse los topes. Con esto quiero decir que el personaje en cuestión no necesita un mejor transporte para bajarse del auto: necesita que el uso del auto sea más complicado.

Un amigo dice que no comparte mi estrategia de que en una primera etapa el transporte se expanda vía Metrobús y hasta una siguiente etapa retomemos la construcción del metro y trenes exprés. La razón es que sus tiempos de traslado se incrementarán si le quitan carriles a la vialidad para dárselos al transporte. Varias personas han defendido que Xola era un eje vial más o menos fluido (en hora pico estaba tan atascado hace tres años como ahora) y que el Metrobús lo arruinó. La diferencia es que cuando no existía la línea 2 del metrobús el transporte público sólo tenía capacidad para 2 mil pasajeros en hora de máxima demanda y ahora se aproxima a los 10 mil por sentido, cosa que no podía haberse logrado sin quitarle espacio al auto, salvo a un costo altísimo con el metro.

Conforme se expandan los proyectos de transporte público por la ciudad comenzaremos a ver mayor resistencia tanto de automovilistas como de medios de comunicación: periodistas afectados por los proyectos. De cualquier manera, quitar espacio al automóvil no es un acto tiránico, es una asignación más equitativa del espacio público. Los que mueven a menos personas ocupan la mayor parte de la vialidad. Yo propongo que una parte de esa vialidad se asigne al transporte público y que el resto se asigne a los otros modos, buscando diseños que faciliten la continuidad del flujo vial.

No sólo es una cuestión de espacio el tema del automóvil, también es una cuestión de recursos. Ya he criticado la eliminación de la tenencia no por la defensa del pago por tener, que prefiero el pago por uso, sino porque no corresponsabiliza a los automovilistas con la sociedad. Montones de proyectos sustentables se detienen porque los responsables del tráfico en las ciudades los boicotean pretextando terribles congestionamientos que ya existen.

Los verdaderos costos del automóvil nunca se pagan. No son sólo las emisiones directas a la atmósfera, sino que detrás de la industria automotriz hay emisiones indirectas. A menudo los gobiernos locales obsequian terrenos o los dan a bajo precio para que se establezca allí una fábrica de automóviles o autopartes. En México el gobierno de Hidalgo donó los terrenos para una nueva refinería, de tal suerte que el combustible que allí se produzca tendrá un subsidio no cuantificado relativo a estos terrenos. El estacionamiento gratuito no es un derecho de los automovilistas, es una asignación privada del espacio público sin contraprestación a cambio.

La transformación del transporte pasa por la reducción de los subsidios directos e indirectos al automóvil, por una asignación más eficiente del espacio público. No es una guerra directa al auto, pero sí un esfuerzo por una movilidad más equitativa. En los próximos años veremos nuevos proyectos de metrobús en avenidas que antes eran el paraíso del auto (exagero) y veremos automovilistas inconformes ... hasta que empiecen a ver en el transporte público una alternativa.

Hay zonas de la ciudad que ya tienen un buen transporte, hay quienes empiezan a dejar su auto de vez en cuando, otros no querrán hacerlo nunca -está bien, pero que compensen a la sociedad por ello-, y habrá otros que sólo presuman su intención de bajarse del auto cuando haya un mejor transporte sin darse cuenta que en algunos de sus viajes ya tienen la alternativa que no quieren utilizar porque ni siquiera alcanzan a mirar.

¿Es contra el auto? Es más contra quienes tienen los ojos cerrados.

viernes, 21 de enero de 2011

Hasta cuándo la reforma de los medios de comunicación

Por José Alberto Márquez Salazar


En el proceso de construcción del ciudadano profundo hay factores que inciden directamente: la escuela, la familia, el entorno urbano, la religión –inclusive- y los medios de comunicación. La transición política en España combinó un crecimiento de los medios de comunicación y de la sociedad. La mayoría de ellos fomentaron los valores democráticos y lucharon por dejar asentada, en el nuevo sistema, a la libertad de expresión como un valor primordial. Es cierto que la prensa española centró muchos de sus esfuerzos en exaltar la figura de Juan Carlos I como poseedor de la Monarquía, pero a su vez como la figura notable que dejaba de lado esos intereses y apoyaba la liberalización, ella misma abrió muchas puertas para que se promoviera una revolución cultural que formó a una nueva sociedad considerada como “moderna”.

A fines de los setentas y en los ochentas, medios de comunicación impresos como el Unomásuno, La Jornada o Proceso fueron instrumentos eficaces para promover una modificación cultural y una alternativa para quienes cuestionaron la uniformidad discursiva de la televisión o la radio. La aparición de una cadena televisora alternativa a Televisa, Imevisión y estaciones de radio alternativas, Radio UNAM, Espacio 59 o Rock 101, fortalecieron esos caminos. Por supuesto que hubo muchos otros medios alternativos que tuvieron y tienen su propio circuito de promoción. En suma, una parte de los medios generó análisis, debate, y promoción de nuevos valores en los noventas lo que obligó a que otros medios de comunicación modificaran su rumbo. En 1994, la parición de la guerrilla en México, en el estado de Chiapas y el asesinato de Luis Donaldo Colosio fueron las notas que nadie pudo detener. Si en los setentas la guerra contra los “subversivos” era tratada como acciones contra delincuentes, ya no podía ocultarse.

Una generación que crecía política e ideológicamente en la vía de la transición, vio las imágenes de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato a la presidencia de la República por el PRI, herido y violentado como la descomposición de la vieja clase política.

El triunfo electoral de Vicente Fox en el año 2000 culminó un paso de la transición y, de pronto, medios como Televisa, aparecieron como promotores de la democracia. Los opositores el Partido Revolucionario Institucional aparecieron en televisión y no solamente en imágenes sino expresando sus opiniones y criticas. Los mexicanos pudieron ver viejos temas “censurados” (el 2 de octubre de 1968, la matanza de Corpus en 1971, la existencia de guerrilla en México).

Hoy, una buena parte de los medios de comunicación convocan el retiro y alejamiento de la democracia. Hoy, existe una cadena de profesionales de comunicación relacionados abiertamente con los intereses políticos de gobernantes y legisladores que vuelven a considerar a los ciudadanos como menores de edad.

Hace apenas unos cuantos años, un grupo de legisladores buscó limitar el poder de los medios de comunicación en los procesos electorales. Entonces las grandes cadenas comerciales de la información se unieron hombro con hombro para defender “la libertad de prensa”. Era sencillo, la iniciativa de los legisladores pretendía que el IFE controlara y determinará los capitales que se dirigían a la promoción electoral. El negocio de la democracia virtual se estaba perdiendo y los medios de comunicación no podían permitirlo.

De esa limitación a las grandes cadenas comerciales de comunicación nació la ofensiva para evidenciar día a día los desaciertos, omisiones y mentiras de los políticos. El negocio había perdido una buena parte de su ganancia y alguien tenía que pagarlo.

Pero la mayoría de los medios de comunicación siguen jugando en el terreno de la política para conservar sus ventajas, por eso no quieren más cadenas de televisión, por eso insisten en monopolizar temas como la transmisión de partidos de fútbol de la representación nacional, por eso insisten en decir que los políticos son negativos.

Qué hay, qué nos ofrecen ellos. Bueno, ofrecen programas mediocres copiados de la televisión española, nos ofrecen cada día más temas de debate donde la superficialidad y la opinión suplen al análisis y las ideas, nos ofrecen la base para la automedicación, comerciales día y noche sobre el proceso sexual de mujeres y hombres, amarillismo y confusión sobre lo importante de este país. En suma, se visten de comerciantes y no de medios de comunicación.

En estos últimos días, un reportero de Televisa formuló una serie de preguntas a dos personajes que el amarillismo ha puesto en boca de muchos mexicanos: una joven supuestamente violada y un delincuente que se ha vuelto famosos por atentar contra la vida de un deportista. Sendas pláticas del reportero han sido exaltadas como ejercicio de profesionalismo. En la primera nadie se ha preocupado por los derechos humanos de la joven; en el segundo caso, ni el gobierno federal se preocupó de que con la exclusiva se exalta a un delincuente, televisión abierta. Mientras hay temas como la pobreza, la marginación, la desnutrición, que sufren muchos mexicanos y que serían objeto de mayor atención en los medios, pero pasan desapercibidos; en tanto hay muchos profesionales en la academia, en la investigación, en la promoción de valores y en la filantropía buscando mejorar las condiciones sociales de mucha gente y nunca son atendidos, Televisa y TVAzteca nos ofrecen la imagen de un presunto delincuente.

¿Por qué no se reforma o se trabaja para modificar y fortalecer el papel de la democracia y de la responsabilidad en los medios de comunicación? Porqué nuestra clase política depende de los medios para promocionarse, por qué tienen miedo de quedar fuera de la jugada si se ataca a un poder fáctico existente. Bueno, será desde la ciudadanía desde donde los medios de comunicación reciban su rechazo por lo que nos venden, nos quieren vender o promocionar.

Hay otra puerta abierta, las “redes sociales” que ahora son más efectivas como instrumentos de comunicación y de libertad de expresión. Ese es un camino para retomar ese proceso de transición y para fortalecer la democracia.


jamsalazar96@gmail.com
http://pensar2018.wordpress.com/

lunes, 17 de enero de 2011

Si yo fuera diputado

Hace 8 años fui candidato a diputado local. Recuerdo que en aquel entonces cada que planteaba en las colonias mi propuesta de trabajar en planes de largo plazo en materia de agua y transporte la gente hacía bizcos. Queremos agua hoy, decían. Al mismo tiempo que yo hacía campaña en un distrito de Iztapalapa escuchaba a los precandidatos plurinominales pactar la ubicación de su oficina de enlace para ganar más apoyos en la asamblea que les permitiera estar en un mejor sitio en la lista.

Desde entonces he aprendido muchas cosas, pero en general mi pensamiento no ha cambiado tanto, salvo en una cosa fundamental. Una de las cuestiones que prometí entonces -no gané, por cierto- fue hacer informes itinerantes. Cada mes haría un informe de actividades en una colonia distinta de mi distrito. Hoy mis promesas serían distintas.

Mi primer compromiso, en caso de ser diputado, es no regresar a mi distrito. Es un compromiso de desvinculación. Ya no quiero a mi diputado cerca. Los diputados que están cerca de sus electores son diputados light. De ser posible, el presupuesto de la oficina de enlace lo destinaría a asesores, no a gestores. Odio la gestoría de los diputados. Como dice Arne aus den Ruthen, no queremos coyotes sino legisladores.

¿Qué ganamos con un diputado que gestiona computadoras para las escuelas de su distrito? Pues ganamos que el reparto de computadoras no siga más criterios que los políticos. En lugar de que el reparto se haga equitativamente conforme a la disponibilidad presupuestal, tenemos a un tipo o tipa reclamando que lleguen más computadoras con sus electores, para que el se pueda pavonear y elegir como federal o local en el siguiente periodo. Miseria.

Si yo fuera diputado me enfocaría a las comisiones más relacionadas con mi conocimiento. Obvio, buscaría la presidencia de la Comisión de Transporte y Vialidad; la participación en la de Medio Ambiente y quizá en alguna comisión económica. Enfocaría mi esfuerzo a foros de discusión sobre los problemas y soluciones de los temas correspondientes a mis comisiones. Colaboraría todo el tiempo con las autoridades de las secretarías relacionadas con estos temas, para que tuvieran los recursos, materiales, legales y humanos, para desempeñar bien su trabajo. Entendería sus dificultades para llevar a buen término sus proyectos, aportaría soluciones y criticaría desvíos. Mi papel estaría enteramente dedicado a promover mejores herramientas para el desempeño del Poder Ejecutivo.

Las campañas deberían estar orientadas a los temas en los que participará, de ganar, el candidato. Éste tendría que tener claro en qué comisiones quiere participar en función de lo que sabe y no en función del poder que le den dichas comisiones. El reparto de las mismas tendría que ser conforme al curriculum del diputado y no conforme a los balances entre los partidos.

Seré franco, sí quiero ser diputado, pero ya me dan flojera las sonrisitas, regalar gorras y playeras, comprometer; estoy, como muchos, cansado de la hipocresía que hemos construido, del coyotaje que pareciera ser un triunfo cuando es una derrota, de la trivialidad que hay detrás de la mayoría de sus iniciativas. Por eso prefiero que mi diputado no regrese a mi colonia, que no se acuerde de mí, que se dedique a legislar y no a gestionar.

La mejor prueba de que un diputado es un paria para la sociedad es la difusión de su informe anual con carteles pegados en los postes o con espectaculares. Acciones sin resultados. Difusión para la siguiente campaña, esfuerzo por la difusión antes que por la legislación. La mejor garantía de una mala elección es el diputado dedicando la mayor parte de su tiempo a la "operación política" y no al conocimiento y la discusión legislativa. De qué nos sirven personajes que de diputados pasaron de noche en su legislatura pero tejieron amarres para luego convertirse en poder en sus territorios.

Por eso no seré diputado.

jueves, 13 de enero de 2011

Qué democracia

Por Alberto Márquez Salazar
colaborador invitado

De acuerdo con un estudio de la Freedom House, durante el año anterior el estado de las libertades retrocedió en 25 países. En esta lista se encuentran 3 de América Latina: Haití, Venezuela y México. No es nuevo que descalifiqué los avances democráticos en países donde el gobierno de los Estados Unidos tiene intereses especiales, por ejemplo China, Irán, Rusia o Venezuela y donde ve amenazada la democracia. México tiene un especial interés para el gobierno norteamericano en distintas vertientes (el comercio, el narcotráfico, los inmigrantes, etcétera) y es quizá por eso que la institución también se toma tiempo para descalificarnos.

Dice la publicación de Freedom House:

“The inability of the Mexican government to protect ordinary citizens, elected officials, or journalists from organized crime caused Mexico’s status to fall from Free to Partly Free. Other countries that saw declines included Venezuela, where President Chávez pushed through damaging legislation just before the formation of a new parliament with significantly more opposition seats. Improvements were noted in Colombia and St. Vincent and the Grenadines.” (www.freedomhouse.org).


En la guerra frontal que hay en México contra el narcotráfico me parecen importantes los llamados de atención que han hecho pocos analistas e intelectuales sobre la percepción que tenemos del combate a la delincuencia: son ellos los que violentan las normas y llenan de sangre las calles; ¿por qué entonces la sociedad no voltea la mirada en su contra y sí lo hace para culpar al gobierno federal de las acciones?

En estos días, la publicación de Freedom House será publicitada por los grupos opositores al Partido Acción Nacional y al gobierno de la República con el fin de obtener mayores votos o simpatías. No importa de dónde venga el San Benito que se cuelga, lo importante es cómo rebajar la reducida credibilidad de un gobierno que sigue sin dar una. Y así como en el caso de la violencia generalizada también se tomará partido por esos supuestos retrocesos democráticos.

La violencia que llena las calles de nuestro país es un tema que tiene mucho que ver con la democracia incipiente que se va construyendo en México desde hace veinte años ¿puede ponerse en entredicho por un estudio de Freedom House o debe ponerse en entredicho por el uso e irresponsabilidad que todos los actores políticos han tenido con ella?

Esta mañana, Oscar Mario Beteta entrevistó a Gustavo Madero, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN sobre la posible alianza electoral con el Partido de la Revolución Democrática en el estado de México. Para un radioescucha que no inició la plática le podría haber resultado evidente que el entrevistado era un integrante del PRD porque buscó a toda costa aclarara que “Encinas todavía no es candidato del PRD”. (http://www.radioformula.com.mx/reproductor.asp) ¿Por qué lo hizo así? Seguramente porque de haberlo reconocido estaría cerrando la puerta a la alianza. El día anterior, Madero y Jesús Ortega habían dejado en la incertidumbre a los reporteros al decir que no había alianza, pero no cerraban la puerta.

Seguramente es importante ver la opinión de allende la frontera sobre nuestros problemas y también lo es reconocer que la estrategia contra el crimen está equivocada. Sin embargo, que está poniendo a favor de la democracia nuestra “clase política” y qué a favor del combate a la delincuencia. Sí, es cierto, hay reformas judiciales importantes, pero hay otros temas donde ellos mismos se han evidenciado como faltos de tacto y de conocimiento de sus propios integrantes (ver el caso del PRD y del diputado Julio Cesar Godoy).

Hay que volver a preguntarse qué democracia queríamos hace veinte años, cuál tenemos y cuál queremos. Espero sinceramente que alguno de los partidos políticos con verdaderas posibilidades de ganar y mantener la Presidencia de la República y la mayoría del Congreso de la Unión tengan en la mira esos planteamientos. Mientras, al igual que el caso lamentable de la agresión a un representante del PRD en Guerrero, unos y otros buscarán descalificar y acusar al contrario. Quizá por eso los ciudadanos mexicanos podrían descalificar a su democracia, la que ellos han construido, pese a que es mejor que la de hace veinte años.

lunes, 10 de enero de 2011

Mi tesis de doctorado

Llevo dos años y medio en el Doctorado en Economía de la Facultad de Economía de la UNAM. Este año, con un poco de suerte y mucho esfuerzo, podría obtener el grado. Mi investigación se basa en la Encuesta Origen Destino que realizaron los gobiernos del Estado de México y el Distrito Federal con el apoyo del INEGI. Esta encuesta se realizó en unos 50 mil hogares en los que se realizaron preguntas sobre los viajes realizados en la Zona Metropolitana del Valle de México por los residentes.

Mi investigación consiste en el estudio de las cifras respecto al tiempo y el pago en el transporte, incluyendo el automóvil. He agrupado los viajes en tres modos de transporte, si bien la encuesta considera 12 modos. Esto me permite identificar quiénes se mueven por modos individuales (auto y taxi, excluyendo a la bici y la motocicleta que los considero en "otros"), por infraestructura (metrobús, metro y tren ligero), y el resto de los modos.

He identificado una cifra que llamamos "disponibilidad a pagar". Esto es, cuánto estaríamos dispuestos a pagar por un minuto ahorrado en el transporte o por una hora. La hora de los más pobres, lamentablemente, vale muy poco. La de los más ricos vale más de 100 pesos: es decir, el más pobre está dispuesto a pagar muy poco para ahorrarse una hora de viaje (aún estoy procesando las cifras, pero en todo caso están por debajo de los 5 pesos).

Este análisis tiene multiples implicaciones. Una de ellas es que estoy demostrando un dato muy importante: los beneficiarios del subsidio al metro no son los más pobres. Otro es que los más pobres viajan poco. Como ya dije, los más pobres están dispuestos a pagar muy poco para ahorrar tiempo. ¿Será que estamos en la ruta correcta al mantener elevados subsidios al transporte?

Cada vez estoy más convencido, las cifras así me lo demuestran, de que el transporte público debería subir de precio. Si bien puedo entender que haya algunos excluidos por una decisión así, la manera de compensarla tendría que ser muy distinta a las bajas tarifas. El resultado de tarifas bajas es que se tienen menos recursos para invertir en el transporte, por un lado; por otro, los beneficiarios del subsidio no son los más pobres que viajan menos en "por infraestructura", así que finalmente este círculo vicioso se traduce en lo que no queremos: la hora del pobre vale cada vez menos.

En la medida en que ajustemos -gradualmente- las tarifas, el recurso adicional tendría que ocuparse para reducir tiempos de traslado de todos y no sólo de una minoría (suponiendo que las autopistas urbanas lo logran), sino de toda la población. El resultado será muy interesante: si los más pobres reducen su tiempo en el transporte, su ingreso se divide en menos horas. En automático ganan más por hora. Esto parece un sofisma, pero tiene sus implicaciones. Supongamos que subsidiamos el transporte sólo de los más pobres y aumentamos las inversiones en el transporte: el más pobre gastaría lo mismo o menos en transporte, con el beneficio de reducir sus tiempos. En la medida en que su hora laboral (considerando trabajo más traslado al trabajo) vale más, los más pobres tendrán más tiempo libre y eso dignifica.

A su vez, la clase media, que estadísticamente es la capa más amplia en la Zona Metropolitana, si bien pagaría más por el transporte reduciría sus tiempos de traslado. Una mejor política pública de precios en el transporte tendrá que dar pie la clase media no vea como única alternativa el automóvil, y que esto se traduzca en ahorros. Es decir, mayores tarifas deben redundar en ahorros en la medida que el transporte público se dignifique y haya menos personas dispuestas a pagar miles de pesos mensuales en auto y combustible. Quizá siga habiendo una capa que quiera comprarse un auto nuevo, o más grande o de una mejor marca, pero habrá también quienes digan, prefiero tomar el transporte público y el ahorro destinarlo a mi familia. Esto se facilita si mejora el transporte, pero con la actual política tarifaria eso es imposible.

Aún me falta un trecho por andar en resultados, análisis y conclusiones. Les estaré compartiendo los avances.

domingo, 9 de enero de 2011

Recorrido Tuitero en el Suburbano 16 de enero


El próximo DOMINGO 16 de enero haremos un recorrido de tuiteros por el tren suburbano. El objetivo de este recorrido es que conozcan este modo de transporte y compartamos puntos de vista, además de que paseemos un poco.

Itinerario:

0915. Nos vemos en la estación CHILPANCINGO del METROBÚS. *
* (Chilpancingo tuvo trabajos de mantenimiento esta semana, ya debe estar abierta, si estuviera cerrada nos vemos en Campeche)
0945. Nos vemos en las taquillas de BUENAVISTA del TREN SUBURBNO.
1000-1015. Estaremos tomando el tren en dirección a CUAUTITLÁN.
1030-1045. Estaremos llegando a CUAUTITLÁN.
1100. Desayuno en el Centro de CUAUTITLÁN.
1230. Visita a la Catedral de CUAUTITLÁN.
1255. Estación CUAUTITLÁN. Tren de regreso a BUENAVISTA.
1330. Estación BUENAVISTA. Fin de recorrido.

En caso de que haya interés, podríamos continuar el recorrido por Tlalnepantla. Se recomienda llevar gorra. En las estaciones pueden comprar agua. No está permitido subir con bicicleta al tren suburbano, ni siquiera en domingo (¡WTF!).

Cualquier duda, pueden contactarnos a mí (@RobertoRemes) o a @LaSalomita a través de tuiter.

lunes, 3 de enero de 2011

El proceso democrático ... y el "putizagate"

Los últimos tres usos de las fuerzas de defensa de la Secretaría de Seguridad Pública (granaderos) han sido en momentos sorpresivos y que valdría la pena reflexionar sobre su utilización en una democracia.

1. El 28 de diciembre de 2010, los granaderos sitiaron la zona de obras de Etiopía para poder realizar el cambio de pavimento para el retorno - estacionamiento de los metrobuses.

2. El 1 de enero de 2011 a las 7 de la mañana, los granaderos apoyaron la acción del GDF para tomar posesión de los predios expropiados en La Malinche para la Supervía.

3. El 1 de enero de 2011, los granaderos apoyaron un operativo contra el robo de autopartes en Iztapalapa.

Puedo compartir una cosa en el uso de la fuerza pública, especialmente las fuerzas de defensa, para la actuación gubernamental. Una vez que las decisiones de gobierno han sido tomadas, los ciudadanos, individualmente o en grupo, no debemos detenerlas. Cualesquiera que sean ... siempre que hayamos sido partícipes del proceso.

Si me pongo a tomar partido, el uso de la fuerza pública en Santa María Aztahuacan me parece válido: se está aplicando la ley en un operativo sorpresa en una hora que toma desprevenidos a los presuntos delincuentes. El uso es impecable y no tengo por qué cuestionarlo. Quiero una ciudad de leyes y los granaderos auxilian.

Pero entre el uso de los granaderos en la Narvarte y en La Malinche puedo tener un sesgo. Simpatizo de antemano con el metrobús y eso me coloca en una posición antagónica con los que protestan en Etiopía: que nada lo detenga; en cambio en La Malinche, todo lo que estorbe a la obra es bueno.

... y no.

No simpatizo, en efecto, con el movimiento vecinal contra el Metrobús en Etiopía. Me parece que están exagerando algo que tiene un impacto menor, que no cortará palmeras y no tendría por qué afectar el valor de las propiedades de no ser por el daño propagandístico que ellos mismos se están haciendo al hablar mal de una obra menor. Puedo añadir, sin embargo, que no entiendo por qué la línea 3 de Metrobús terminará en Etiopía cuando creo que debería conectar al menos con la línea 12 del metro y por tanto terminar más al sur. Es más, Etiopía me parece que no tiene las características para convertirse en una terminal.

¿Qué hizo falta detrás de este párrafo contradictorio que acabo de escribir?

De un lado rechazo el movimiento, pero de otro les concedo algo de razón.

Lo que hizo falta fue discusión. Lo que hizo falta fue transparencia. Lo que hace falta en esta ciudad, y en este país, es un proceso democrático abierto en el que podamos discutir los problemas y sus soluciones. A esto le llamo proceso democrático (y no significa inacción por discusión, ni tampoco significa consenso).

Tanto en el caso de la Supervía como en el caso de la línea 3 del metrobús hay un fallido proceso de relación con la ciudadanía. La autoridad es iluminada y determina soluciones de una manera que supone práctica "ahí les va" y hasta quiere quedar bien con todos (creen, por ejemplo que como está creciendo la red de metro y metrobús, la supervía está justificada ... cuando antes dijeron que harían la vida difícil al automóvil y como respaldo de ello hicieron una consulta pública llamada "Plan Verde").

A pesar de que el Gobierno del Distrito Federal presume haber transparentado la información, los vecinos de Etiopía jamás supieron que por sus calles iba a haber un retorno. ¿Qué costaba haber hecho público esto hace un año? Nada. Al final habrían impuesto el retorno, sí, pero con algo de consenso y con participación vecinal en las medidas de mitigación.

En el caso de la Supervía la situación me parece aún peor. El Gobierno del Distrito Federal jamás evaluó alternativas como dice haber hecho. Transparentan una parte del proceso (el título de concesión y el trazo aproximado) pero se desconoce el detalle del proyecto durante las primeras semanas (hasta que por ley publican la Manifestación de Impacto Ambiental). No publican ningún estudio de las alternativas, tampoco respecto a las alternativas del trazo de la autopista de cuota. Siendo, además, contradictorio (Ver el texto de Andrés Lajous sobre las contradicciones http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/51168.html) con el programa de gobierno de Marcelo Ebrard, y con el antecedente de que los segundos pisos gratuitos en Periférico no fueron la solución y ya había habido un rechazo a los segundos pisos de cuota en tiempos de Óscar Espinosa Villarreal ¿No tendría que haberse preguntado a la población si queríamos los segundos pisos y la supervía?

Yo no sé si los que combatimos la inversión en nuevas vialidades podamos convencer a la población, pero me parece que una discusión abierta nos habría llevado a otros temas como ¿estamos dispuestos a intervenir áreas naturales protegidas como La Loma para dar paso a una vialidad? Esto es una discusión que también hace falta a nivel nacional, por cierto, y hay presiones para construir una autopista detrás del Ajusco para conectar Cuernavaca con Toluca.

Entonces la participación de los granaderos carece de legitimidad tanto para la Narvarte como para La Malinche: es la expresión del gobierno, imponiendo el día de los inocentes y el primer amanecer del año, de que su opinión vale más que la de cualquier ciudadano.

Y bueno, el corolario ... el "putizagate". Un asesor de Marcelo Ebrard que no puede escribir con minúsculas, Francisco Ríos Zertuche, entabla una pequeña discusión con Andrés Lajous por el artículo que acabo de citar. Creo que nada trascendente la discusión. Alfonso Brito, el que está ¿aún? al frente de la Comunicación Social del Gobierno del Distrito Federal, confundió twitter con un chat y transmitió la felicitación de Marcelo Ebrard a Ríos Zertuche: "felicidades por la putiza a Lajous" (sic). El asunto hizo polémica ayer en tuiter. Recomiendo dos blogs para entenderlo mejor:

http://misteriospublicos.blogspot.com/2011/01/quien-es-marcelo-ebrard-enterate.html

http://www.animalpolitico.com/2011/01/37714/

Y para colmo el "putizagate" termina con el asesor que escribe con mayúsculas burlándose de todos los que cuestionamos el desdén de Marcelo Ebrard por los ciudadanos en ese "putizagate":



Y finalmente el símbolo del desdén ebrardista a los ciudadanos se va a dormir:



Cito el tema porque finalmente es el espejo de lo que trato en este artículo. El mejor alcalde del mundo pierde el piso y ya todo el trato de su gente es el autoconvencimiento, la autocomplacencia y el autoengaño. De aquí en adelante, los críticos somos enemigos. El que parecía ser el menos peor de los presidenciables es comparable con cualquiera de los otros. Están disociados del ciudadano.