El bloguero de la megablógolis

se quiere desblogueromegablogolizar,
el que lo desblogueromegablogolizare
será un desblogueromegablogolizador


jueves, 14 de octubre de 2010

Resultados electorales y políticos de las alianzas

Por José Alberto Márquez Salazar

El artículo 36 del Código Federal de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales (Cofipe), señala que los partidos políticos tienen derecho de formar coaliciones para elecciones federales como locales y a formar Frentes no electorales o fusionarse con otros partidos. Curiosamente el artículo 93 señala que los Frentes tienen como fines alcanzar “objetivos políticos y sociales compartidos de índole no electoral, mediante acciones y estrategias específicas y comunes.” Esto obliga, a que los partidos suscriban un convenio, se deduce, que éstos y algunos otros puntos. Uno de los Frentes más exitoso que hemos conocido es el que impulsó a Andrés Manuel López Obrador en su candidatura a la presidencia de la República. No era una simple alianza electoral, era un Frente que, seguramente de haber ganado, hubieran establecido un gobierno donde los intereses de los integrados se expresara. Era evidente que al componerlo partidos con una tendencia política más de “izquierda” estaría a favor de políticas más cercanas a los sectores menos favorecidos económicamente hablando. Esto no significa que lo hubieran logrado, hacerlo o no sería (o es) su reto.

En los últimos meses los partidos políticos y una buena parte de los medios de comunicación han establecido un gran debate en torno a las alianzas políticas, especialmente sobre las que tienen que ver los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática. De hecho, desde el inicio del año, el affaire Nava-Paredes-Gómez Mont tuvo que ver con ello. Más o menos la negociación entre Segob y el PRI era el apoyo de éste para la aprobación del paquete fiscal a cambio de que el PAN no formulara alianzas con el PRD.

Desde un punto estratégico, el inicio del gobierno de Felipe Calderón (diciembre de 2006) tuvo un escenario donde la alianza PAN-PRI se fortalecería para disminuir la presencia y fuerzas del Frente que impulsó a AMLO. Los primeros dos años y medio de colaboración, más la anunciada guerra (eso era) entre los polos radical y moderado del Frente y del PRD, lograron que la estabilidad se consiguiera. Una estabilidad que el gobierno federal no supo consolidar con reformas de fondo para modificar la situación del país. Pero así como era evidente la alianza PAN-PRI, era normal que a las vísperas de los escenarios del 2012, ésta se rompería y cada quien empezaría a sembrara y consolidar apoyos.

Este miércoles, el presidente del CEN del PRD, Jesús Ortega afirmó que el 2012 los disputarán el PRI y la izquierda y descartó la alianza con el PAN. Su declaración evidencia la deficiente apreciación sobre los resultados electorales y políticos que “la izquierda” obtuvo durante este año.

Primero, el PRD, por sí mismo no ha ganado una sola elección; segundo, los candidatos que ganaron estados como Oaxaca, Sinaloa y Puebla, por ejemplo, tienen un pasado que los liga con grupos del PRI; tercero, perdieron estado que ellos gobernaban y que son “simbólicos”; no hay una acuerdo claro sobre la forma en qué se gobernara la entidad; cuarto, al interior de su partido la división se amplió; quinto, gobernar en coalición no significa tener todo el poder y todas las decisiones; sexta, son el partido con menos posibilidades de ganar la presidencia de la República.

Estos pequeños apuntes que pueden ser debatidos y, por supuesto, explicados y desechados están ahí, en la realidad. Resulta un poco fuera de la estrategia del PRD evidenciar declaraciones como la formulada por Jesús Ortega que, al responder los cuestionamientos que hace AMLO sobre la alianza PAN-PRD en el estado de México, también descarte al PAN como actor competitivo en el 2012.

En otro artículo hablaré sobre los números de las elecciones de este año y sus resultados reales que han sido calificados por PAN y PRD como exitosos. He argumentado desde el punto de vista político y electoral porque no deben confundirse las dos cosas. Primero, los político tiene que ver con el ejercicio de lo que se obtiene, es decir, “ganamos una elección juntos para hacer esto y aquello”. Una alianza electoral significa que juntos ganaremos más votos que los otros o, como algunos dirigentes lo señalaron, “para sacar al PRI”, pero no una idea de gobierno, vamos, una plataforma que ofrecer a los ciudadanos.

Si el PRD no irá en alianza con el PAN rumbo al 2012, de qué han servido las alianzas estatales. Los gobernadores son de gran peso para la elección presidencial: cómo decidirá el gobernador su apoyo. ¿A favor de quién? Esto tiene una respuesta política y no una respuesta electoral nada más. Es casi evidente que el PRI fortalecerá su alianza con el PVEM y salvadas sus diferencias internas (si las salva) tendrá gobernadores que no se preguntarán a quién voy a apoyar.

Si la disputa presidencial será entre tres partidos fundamentalmente, PAN-PRI-PRD, cómo va a ser el ejercicio político de cada uno en éste nuevo escenario. La fuerza de los gobernadores seguramente se inclinará a favor de PRI y PAN y dejará de lado al PRD, a excepción de los que ellos gobiernan claramente, que, sin embargo, electoralmente representan poco.

El interés ciudadano. Éste es un punto fundamental que parece no estar en la agenda de los partidos, porque –dejando de lado la demagogia discursiva- casi ninguno de los candidatos o partidos políticos interesados en el 2012 ha definido bien a bien cuál es su proyecto de gobierno. Si, seguramente podemos argumentar que aún no es tiempo de campaña, pero, ¡sorpresa!, nos guste o no, el único actor que define diariamente su posición es AMLO. Y no estoy diciendo que eso sea bueno, estoy afirmando una realidad, algo que está y que él se ha encargado de difundir: “yo soy éste y soy diferente a éstos”. De ahí que su discurso siga siendo radical frente a la timidez y cálculo que determina a los otros actores.

AMLO inició campaña política cuando aceptó, a la callada, que nadie dejaría de entender en Felipe Calderón al presidente de la República. Entonces empezó a confeccionar su Frankenstein (¡Disculpa, Mary Shelley!), el que camina y pone en entredicho al mismo Calderón. El tabasqueño sigue siendo figura política, fuera del aparato institucional, pesé a que muchos lo daban por perdido. Insisto en que no estoy afirmando que éste sea una gran opción para el país, pero para muchos mexicanos que han visto mermada su condición social y económica, sigue siendo una voz que los “representa”.

Había que explorar y pensar el escenario posterior a 1988 (ahora que Carlos salinas anda muy de moda) para entender cómo fue el proceso que impidió al PAN y al PRD, naciente en 1989, formular una oposición clara y de peso frente al PRI. En ese entonces, creo, el PAN entendió perfectamente que ir paso a paso les daría espacios de poder para ganar la presidencia. Pero entonces el PRI venía desencantando a la gente, generando esa necesidad de cambio en su contra. El PRD se radicalizó y dejó de participar en los cogobiernos, pero a la larga logró tener “respeto y aceptación” entre sectores de la población que no lo aceptaban. Aunque Ernesto Zedillo influyó en la disminución de preferencia del PRI, los resultados de 1997 no fueron gratuitos, el PRD los había obtenido gracias a su trabajo y posición frente al sistema.
Creo que con el constante movimiento la reflexión se pierde y los objetivos se confunden. Los resultados electorales son un medio, una herramienta, un instrumento, para obtener el ejercicio del poder. Los partidos políticos tienen como objetivo gobernar, desde los Congresos o los ejecutivos, y por ello buscan obtener más votos. La tendencia “gradualista” –decían en los setentas- de los socialdemócratas los hacía ir ganando espacios hasta tener la fuerza suficiente para tomar el poder. A diferencia de ellos, los revolucionarios iban por todo en cada acción.

La dirigencia del PRD cree que ha ido ganando electoralmente y políticamente. Lamentablemente eso no es lo que la realidad parece expresarse. Hoy, el PRD es el partido con menos posibilidades de ganar la Presidencia de la República y tienen una gran paradoja para salir del atolladero: darle, de nueva cuenta, la candidatura a AMLO lo que evidenciaría que todo lo que han hecho ha sido erróneo, que los resultados electorales, poco favorables y muy cuestionados, no son resultados políticos.

La política es una invención constante de nuevas ideas y acciones frente a la realidad. Es por eso que los actores políticos no pueden dar absolutos y declaraciones tan contundentes sobre la realidad, una realidad que no pueden manejar. Aceptar la imposibilidad de entender a cabalidad el entorno político es un riesgo que nuestros políticos están tomando diariamente, por eso parece que sus dichos no expresan las voces ciudadanas. Confundir triunfos electorales con triunfos políticos es no entender una parte de la realidad ni a los ciudadanos.

marquezdoyle@yahoo.com.mx
http://pensar2018.wordpress.com/

1 comentario:

Moy dijo...

Me agradó bastante este texto por su imparcialidad.