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jueves, 27 de mayo de 2010

CIUDADANOS PARTICIPATIVOS

Un gobierno eficiente se traduciría en ver poco a nuestro gobernante: haría su trabajo, todo sería eficiente y nadie tendría que reclamar y tampoco que agradecer porque este percibe un salario por sus labores. Todos haciendo su parte: pagando impuestos, votando por la mejor opción, delegando las responsabilidades y comprometiéndonos a respetar las leyes y cuidar la infraestructura.

Hace unos días, en las calles del Centro Histórico aparecieron volantes –pegados en el mobiliario urbano- donde se convocaba a una “Asamblea Vecinal”. La reunión que empezó media hora más tarde “porque el delegado estaba en otras asambleas”, no fue una esto sino un informe de lo que éste se proponía hacer, de los programas de desarrollo social que nos ofrecían y de lo que había hecho durante los siete meses de gobierno. ¡Ah!, también nos presentó a su equipo de trabajo y puso especial énfasis en el titular de desarrollo social.

Una asamblea no solamente implica información sino análisis, debate y toma de decisiones. En la reunión con el delegado nadie más habló o preguntó. Previo al inicio de la “asamblea” gente de la coordinación de participación ciudadana de la delegación se encargó de tomar datos y formular un breve cuestionario donde se incluía la pregunta sobre si uno ¿participaría o no en las próximas elecciones vecinales?

El delegado se extendió un poco más en su “informe” y realizó críticas a programas federales, a la falta de empleo, a la crisis económica y a la forma en que ellos, el gobierno delegacional, contribuían para atenuar los problemas derivados de la crisis. La mayoría de los programas de los que se habló eran asistencialistas, ninguno partía de la idea básica de “ayúdate que yo te ayudaré”, simple y sencillamente era dar beneficios a la gente que los necesitaba. Además, el delegado nunca informó si ellos habían generado empleos o nuevos proyectos productivos o programas para promover la economía. El conjunto de la gente que acudió a la “asamblea” eran beneficiarios de los programas sociales y por tanto parecía más era una especie de obligación asistir a la reunión.

¿Qué diferencia hay entre una convocatoria abierta donde se analiza, discute y decide y una reunión donde solamente se informa? ¿El proceso de ciudadanización en nuestra ciudad, si eso es lo que queremos, tiene sentido sobre la base de los programas asistencialistas, clientelares y corporativos?

Entre la ciudadanía profunda y lo que vi hay un abismo enorme. De esa forma no se construyen ciudadanos responsables sino conjuntos de personas dispuestos a recibir todo lo que el gobierno les da sin formalizar el círculo del tejido social. Las actividades ciudadanas de las delegaciones políticas en el Distrito Federal dependen en mucho de los programas asistencialistas y de la dependencia que de estos, mediana o altamente, tiene la gente.

Si bien es cierto la política de “reconstrucción del tejido social” que está haciendo el gobierno del Distrito Federal va en el sentido de fortalecer las redes clientelares, también es cierto que lo hacen porque la vista de los titulares de las demarcaciones también es muy corta y porque ni ellos ni la Asamblea Legislativa han promovido las modificaciones normativas que permitan a éstos órganos promover un desarrollo económico y social más adecuado. Así, las delegaciones dependen del gobierno central y del federal para poder asirse de ahí para construir el desarrollo.

Las delegaciones, al ser el órgano de gobierno más local, micro, deben tener facultades para promover el empleo, para formar e impulsar proyectos de inversión y productivos y para involucrar a los ciudadanos en el desarrollo regional. Hacerlo no es sencillo, pero no veo otra forma para que el Distrito Federal pueda disipar y disminuir las asimetrías regionales a las que se encuentra.

Si la gente, sobre todo la de escasos recursos, no dependiera tanto de lo que hace el gobierno delegacional con sus programas asistencialistas, para la salud, el deporte, la recreación y el abasto, y se avocara a encontrar y fortalecer los proyectos de desarrollo regional, la ciudadanización sería diferente. Creo que los gobiernos deben atender las asimetrías económicas, pero sobre todo deben procurar prevenirlas a través de mecanismos institucionales donde la gente participe activamente.

En la asamblea vecinal no analizamos nada, no expusimos ante el delegado propuestas o por lo menos quejas, no se decidió nada, fue solamente el discursos del delegado el que permeó la reunión. Seguramente su interés no fue en realidad informarnos sino reactivar a los grupos clientelares que serán utilizados para ganar las elecciones vecinales. Por eso es que entonces no entendí ese tipo de reunión que distan mucho de promover nuestra participación y crear una ciudadanía profunda.

1 comentario:

J.H. Betancourt Del Castillo dijo...

Hola Roberto. Leí un cuento tuyo "Hotel Oslo" en internet, y tengo ganas de saber más acerca de la familia Remes. Resulta que mi abuelo se llamó en vida Hector del Castillo Remes. Me gustaría saber más acerca de dónde viene es
e apellido, etc.
Serías tan amable de contactarme?
PS: Estuvo divertido el cuento.