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lunes, 24 de mayo de 2010

El fin de la genialidad

Algunos solemos llamar al gobernador de Jalisco como el góber piadoso ... esto a partir de la burla que suscitó el canto del asqueroso Kamel Nacif hacia el gobernador de Puebla ... qué pasó mi góber precioso. El problema del gobernador Emilio González no es sin embargo su generosidad, incluso, podría no ser ni siquiera el uso de los recursos públicos ... el problema de fondo es la genialidad y la improvisación. Su generosidad es consecuencia de que cada gobernante tiene libertad para apoyar temas en los que ellos simpatizan o en los que creen que obtendrán el apoyo mayoritario de la población.

Como propuesta, en muchas ocasiones he comulgado con la idea de un tranvía o una red de tranvías; con puentes vehiculares o con obras mayores como la propuesta que he defendido aquí en varias ocasiones de enterrar el Viaducto como avenida y crear un parque lineal en su superficie.

El gran problema es que todos los gobernantes en turno suelen irse por la genialidad. Es decir, tienen una idea de cómo se resolverá determinado problema y siguen adelante. Esto no tendría mayor problema si todo tuviera un fundamento técnico, pero la realidad es que no lo tiene.

Pongamos el caso del tranvía. Yo he visto modelaciones que aseguran que su demanda en un corredor Buenavista - Zócalo, es de entre 8 y 10 mil pasajeros al día. El proyecto se está desarrollando para 80 mil pasajeros diarios. Puede ser que se incrementen con otras acciones pero es difícil que una demanda pronosticada se multiplique por 10. En realidad los proyectos se modelan conforme a su capacidad en la hora de mayor demanda: y es difícil pensar que se tendrán 5 mil pasajeros en la hora de mayor demanda por lo que no sólo veremos vacíos los trenes, sino que además el subsidio a este medio será elevadísimo, el más alto de la ciudad, beneficiando no a los más pobres, sino a la clase media. La demanda más fuerte desde la terminal del Tren Suburbano es hacia la zona de Polanco ... pero se prefirío hacer el tranvía hacia el Zócalo. Existe también una modelación en la que en un circuito bidireccional de autobuses entre Buenavista y San Lázaro, eliminando todas las rutas de microbús que hoy atienden al Centro Histórico y sustituyéndolos por este sistema, con calles peatonales y otras características, se alcanzaría una demanda de entre 40 y 45 mil usuarios al día.

El tranvía es una genialidad del Jefe de Gobierno. El segundo piso es otra genialidad. Mientras estaban planeadas 3 rutas de Metrobús sobre Periférico (las 5a, 5b y 5c), el Jefe de Gobierno se inclinó por la genialidad de promover un segundo piso de cuota. Estoy convencido de que cualquier autopista urbana, elevada, superficial o subterránea, ya tiene que ser construida con este esquema y con participación privada. No obstante, no hay un plan de largo plazo de autopistas urbanas. O sea, fue otra genialidad. Lo peor es que hizo a un lado una obra con más beneficiarios, como el Metrobús, que terminaría además castigando al automóvil (si se hace en los carriles centrales se tendría una velocidad de 30 km/h en promedio, contra 20 de Insurgentes). Pero claro, construir el Metrobús habría implicado lidiar con los automovilistas y el segundo piso es un regalote a ellos.

¿Cómo evitar estas genialidades? En realidad en todos los temas hay conocedores que van desarrollando la agenda de cada tema, pero también existe una labor importante de planeación en la que se plasman estos proyectos en el marco de una estrategia. En el caso del transporte y la vialidad, cada sexenio se emite el Programa Integral de Transporte y Vialidad ... paradójicamente publicado hace a penas unas semanas y en el que ya incluyeron algún apoyo a los segundos pisos.

A nivel federal la planeación es una obligación constitucional, y en buena medida los planes ya tienen un comportamiento menos susceptible de genialidades. Hoy día no se construye una carretera porque al Presidente de la República se le ocurrió o porque la prometió en un acto de campaña sino que en términos generales se sabe qué carreteras hacen falta y así se va asignando el presupuesto. Cada proyecto requiere una evaluación social. El segundo piso gratuito de Periférico difícilmente la tuvo, el del tranvía si la tiene es amañada (el despacho Cal y Mayor es el que simuló los 80 mil usuarios al día así que de no cumplirse esta demanda ya sabremos quién se corrompió y dijo lo que la autoridad quería).

Uno de los elementos más importantes en el tema de transporte es la integración modal. Es más, por eso se habla de un Programa Integral de Transporte Público, porque se debe ver a cada uno de los medios como una pieza que se ensambla en el rompecabezas, y no como hoy ocurre, que cada medio funciona independiente de los demás. Si no se da una integración modal al menos en los medios que opera el GDF es porque seguimos sometidos a la genialidad del gobernante, en vez de una agenda temática.

En los próximos años una de las labores más importantes de la Asamblea Legislativa será obligar a la Jefatura de Gobierno a seguir planes de largo plazo y poner candados a las genialidades. Aunque no haya presupuesto público, como en el segundo piso que se construirá sobre Periférico y la salida a Cuernavaca, de cualquier manera una genialidad siempre sale más cara que seguir un proceso adecuado y democrático de planeación.

No digo que las obras se hagan sólo cuando se alcance un consenso social, sino que se realicen con la discusión pública y siguiendo estrategias de largo plazo de solución a los problemas y nunca más por la genialidad del gobernante en turno.

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