Por José Alberto Márquez Salazar
La Reforma Política que se estructura desde la mitad de los ochentas posibilitó que el Distrito Federal rozara los límites de su independencia. Aún no es el estado que muchos ciudadanos demandamos, pero ha estructurado su marco normativo para ponerse al tiempo que la sociedad de esta entidad vive. Es más, la facilidad con que se construyen leyes en el Distrito Federal sorprende: actualmente tenemos alrededor de 114 leyes para conformar nuestra vida institucional.
Decía un viejo clásico, o un clásico viejo, que a más leyes más desorden, a más leyes una sociedad más conflictiva. Dejando de lado los prejuicios sobre tal o cual posición política, resulta absurdo pedir que los ciudadanos conozcan todas las leyes de la entidad y por ende, la obligación de respetarlas. En efecto, el desconocimiento no exime de la responsabilidad, pero creo que nada más contraproducente que tener tantas leyes, algunas que quizá son letra muerta.
Inclusive resulta ilógico que las leyes no se trabajen desde una perspectiva vertical u horizontal. Por ejemplo, la Ley de Educación tiene como objetivo regular los servicios educativos y estos responden por la educación de niños y adolescentes. Tenemos una Ley de los Derechos de las Niñas y Niños y una Ley de las y los Jóvenes donde también se habla de educación. ¿No sería más sencillo que en cada ley correspondiente por materia se atendiera el asunto de los niños y las niñas y de las y los Jóvenes?
Tenemos una Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores. ¿No sería más sencillo que en la Ley de Establecimientos Mercantiles y en la propia Ley de Salud se tomará el tema de protección a los no fumadores? No se cuestiona el objetivo de las leyes, lo que se ponen en duda es el entramado donde se ha legislado por género, por grupos de edad, por materias y por programas, inclusive.
Aspirar a la plena ciudadanía o ciudadanía profunda, como lo propone Paul Barry Clarke, requiere no solamente la demanda de nuestros derechos, sino el cumplimiento de nuestras obligaciones sin que esto implique que las acciones infieran en el ámbito privado. La legislación que facilita el trámite de adopción para los homosexuales es también un exceso legislativo, pues ya estaba considerado en la normatividad, que ha generado un retroceso en la discusión sobre las libertades civiles y un retroceso mismo en la percepción ciudadana sobre quiénes y cómo se construyen las leyes.
El Distrito Federal cumple en éste el 10 aniversario de crear sus propias leyes. No tiene su Constitución y carece de su calidad de Estado por lo que en el ámbito de la Reforma Política que se analiza en el Congreso debe incluirse el tema de la entidad. Mientras, no estaría mal ir reconfigurando nuestro marco normativo quitando y reduciendo el número de leyes que los ciudadanos desconocen.
jueves, 11 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me parece muy cierto lo que dice el artìculo, tantas leyes complican màs entender y buscar en que Ley està regulada cierta situaciòn. Esto provoca mas complicaciòn y conocimento de las leyes.
Pedro Alatorre
Publicar un comentario