Por José Alberto Márquez Salazar
Es incesante el crecimiento de construcciones al oriente de la ciudad de México. Lo que antes tenía claras divisiones geográficas, las delegaciones del Distrito Federal y los municipios del estado de México, ahora es una extensión de poblaciones que crecen irregular y desordenadamente.
Gobiernos verdes, amarillos y azules han cruzado por los gobiernos municipales de Chimalhuacan, Chalco, Nezahualcoyótl, Los Reyes y los delegacionales de Iztapalapa, Venustiano Carranza y Gustavo A. madero, pero el crecimiento desordenado continúa. No es nada extraño comprobar que éstos se encuentran entre los primeros lugares de inseguridad.
El dicho afirma que árbol que crece torcido jamás su tronco endereza. Y así es en el caso de muchos asentamientos irregulares que desde su origen mantienen un proceso ilegal en el mismo seno de su desarrollo: ilegalidad en el uso de suelo, en construcción, en servicios urbanos, en comercio formal (?) e informal.
Ante el crecimiento de los asentamientos y de las poblaciones, las delegaciones políticas del Distrito Federal ven rebasadas sus capacidades y su posibilidad de estructurar o recomponer el tejido social. Bien se habla del tejido social creyendo cuando se requiere que las sociedades no pierdan el rumbo. En el caso de muchos asentamientos integrados a municipios y delegaciones el deterioro del tejido social inicia cuando se asientan en un territorio familias migrantes carentes de identidad. Imaginemos lo que se construye de identidad social territorial cuando en una misma colonia hay migrantes de Chiapas, Jalisco, Sinaloa, Guerrero, por ejemplo, y alrededor la legalidad no existe: terrenos irregulares, servicios públicos irregulares.
La inundación que vivió el oriente de la ciudad fue advertida por el presidente de la República en noviembre del 2007 y el periódico El Universal en su edición del 7 señaló que tres plantas de bombeo del Gran Canal del Desagüe presentaban retraso en su ejecución. Ese año, Tabasco sufrió una de las más complicadas inundaciones de su historia. Como respuesta a las declaraciones presidenciales, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal y el Director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México afirmaron que: “Las posibilidades de que en la ciudad de México se presente una catástrofe hidráulica similar a la que se vive en Tabasco es baja, pero de presentarse los efectos serían mucho más graves”. (El Universal, 091107).
No fue raro que los hechos contradijeran los dichos de los gobernantes, sobre todo en un tema que desde hace décadas fue advertido y en el cual, lamentablemente, se perciben los resultados del conflicto entre gobierno de diferente partido político. El Arquitecto Jorge Legorreta describió bien, en La escasez de agua y la disputa municipal en 1922 (La Jornada, 101101), un ejercicio histórico sobre los problemas que existen cuando hay diferentes gobiernos responsables.
El Oriente de la Ciudad de México fue estigmatizado durante muchos años como una zona marginal ocupada por población afectada por los sismos de 1985 y por migrantes que vinieron a poblar la ciudad. El oriente era el rincón oscuro y temeroso donde se cocinaban los destinos negros del Distrito Federal. Mucho tiempo pasó y las ciudades y colonias cambiaron radicalmente, pero persisten muchos problemas al no cesar su crecimiento. Quienes tienen una identidad mayor de 20 años con la región ahora ve cruzar y habitar a otros migrantes carentes de identidad.
La inundación del oriente evidencio nuestra incapacidad para enfrentar contingencias de esa magnitud. Pese a que casi pasó un año de que el gobierno del Distrito Federal y diversas instituciones educativas elaboraron el Atlas de Riesgo de la Ciudad de México, los ciudadanos desconocemos su contenido. No hay quienes piensen mal y afirmen que se trata de ocultar riesgos graves para no alarmar a la gente. Aquí como en otros temas, es fundamental que sepamos cuáles son las zonas de riesgo y cuáles las medidas qué debemos implementar. Las escuelas de educación primaria, media y superior tienen que conocer estos riesgos e impartir instrucción a los escolares. Es curioso que mientras educamos a los niños y jóvenes sobre materias sin utilidad no incluyamos un manual de sobrevivencia para la ciudad (los niños de hoy, sea de la condición social que sea, deben aprender a usar las líneas del servicio de transporte, la forma en que está estructurada la red vial, las formas de comunicación de la urbe, etcétera).
El oriente es una región que crece y trae en sí misma su peligro. La inundación reciente volvió a plantearnos que su desarrollo social y cultural continúa sin darse. Los pobladores de Chalco y de otros municipios o delegaciones mantienen muchas de las condiciones de insalubridad y marginación. Muchos de ellos son propietarios, pero el costo es alto y la cultura del paternalismo sigue andando.
Entre el poniente del estado de México y el oriente existe una diferencia enorme y la vieja idea de dividir a éste en dos entidades parece quedar en el olvido. El Oriente fue botín político de muchos, lo sigue siendo, por esa razón la identidad, su desarrollo y las seguridades de sus habitantes no tienen mucho futuro.
Los proyectos metropolitanos deben considerar un programa amplio de desarrollo para la zona oriente. Si, importa el transporte, la electrificación, el agua, el drenaje, pero también importa el desarrollo social. Juárez no inició ayer, sus condiciones fueron creándose ante la indiferencia de todos. ¿Quién duda sobre las condiciones ilegales que prevalecen en el Hoyo, de Iztapalapa? ¿Es normal que la delincuencia en Iztapalapa se incremente y las ventas de los narcomenudistas vayan a la alza? El oriente debe alertarnos para prevenir el futuro.
jueves, 25 de febrero de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
#Ecobici
El pasado martes se echó a andar el programa Ecobici, en el perímetro comprendido entre Insurgentes, Baja California, Circuito Interior y Manuel Villalongín. El programa consiste en el préstamo gratuito de una bicicleta en ese perímetro por hasta media hora, y una tarifa moderada en los 30 minutos siguientes. Sólo se paga una suscripción de 300 pesos y se garantiza con una tarjeta de crédito el préstamo. De momento muy pocos tienen su tarjeta activada pero en unos días comenzará el uso de las bicicletas por toda la zona. Las estaciones están muy cerca una de la otra y además quitaron espacio de estacionamiento en la Condesa, siempre tan saturada, lo que tendría que repercutir en menor uso del auto.
En un principio fui escéptico de este programa, más aún porque en una reciente visita a Barcelona unos queridos amigos suburbanos (de Sabadell) me comentaron que el programa no había tenido mucho éxito y a menudo había que distribuir bicicletas entre una estación y otra, lo cual es cierto. En realidad el programa de Barcelona sí ha sido exitoso, pero en México, ya lo veremos podría tener un comportamiento distinto, eventualmente mucho más exitoso: a diferencia de Barcelona, México no ha construido ciclovías pero lo que pretende lograr el programa es ganar espacio para los ciclistas en las calles, desmitificando el mito de que conducir una bicicleta en México es peligroso (no es mucho más peligroso que ser peatón, por ejemplo).
Uno de los puntos interesantes en Ecobici es hacia dónde crecerá el programa. Hasta donde sé, Clear Channel, la operadora del mismo, tiene intenciones de irse hacia Polanco. El planteamiento de algunos es que debe crecer paulatinamente hacia el Centro Histórico: que siempre vaya formando una zona única de operación y ésta creciendo, en vez de tener islas en donde opere. Me parece que es lo de menos por el modelo de negocio que representa Ecobici: los operadores ganan espacios publicitarios a cambio de la operación.
El esquema actual implica que Ecobici funciona con tecnología de Clear Channel y arranca con un pago del gobierno que en realidad no debería ocurrir en las ampliaciones del programa. Éste debe ser autosuficiente sin recursos del gobierno, pues perdería sustentabilidad el programa. Me parece, sin embargo, que el programa debería pensarse en un modelo público privado de operación donde el gobierno contara con la tecnología (software, lector de tarjetas, puertos para las bicicletas y bicicletas) y dividiera la ciudad en franquicias. Quien quiera operar una franquicia adquiere la licencia tecnológica, el know how y la imagen. Eso podría disparar el uso de este servicio enormemente por toda la ciudad, y ligarnos de una manera ágil al transporte público. Con los niveles actuales de tráfico siempre habría quienes estuvieran dispuestos a dejar el auto con algún incentivo, pero sobre todo se comenzaría a generar una conducta pro-bicicleta para viajes cortos.
Hace algunos años yo era un completo escéptico de la bicicleta, en mi libro Andar en el Siglo XXI así lo manifiesto, pero conforme he estudiado, visitado, escuchado y andado experiencias ciclistas creo más en este medio de transporte. No soy un fiel usuario, en lo personal a menudo hago largas caminatas. Este domingo, por ejemplo, caminé un kilómetro para ir a comer unos tacos, pude haberme llevado la bicicleta, me resultó más cómodo caminar. Pero cerca del trabajo he ocupado la bicicleta en varias ocasiones para ir a reuniones de trabajo o comidas. Ahora que tenga mi tarjeta de Ecobici ocuparé el servicio para trayectos de un kilómetro pues mucho me muevo por la Condesa.
He estado monitoreando en tuiter el identificador #Ecobici y pude ver una extraordinaria respuesta los primeros días. Hubo opiniones a favor, dudas, en contra, burlas, pero al final de cuenta ha sido un programa que pone en alerta a muchos. Alguien lo acusó de elitista, y de hecho en su fase de arranque lo es, pues se requiere tarjeta bancaria para poder suscribirse, pero es muy probable que en fases posteriores se generalice su uso.
Quiero por último señalar que veo dos rutas de expansión del servicio de Ecobici: o se otorga en concesión en zonas céntricas de la ciudad lo cual limitaría su crecimiento hacia otras zonas de la ciudad no tan densas en actividad de negocios, o se desarrolla un modelo de franquicia como el propuesto aquí. Lo deseable sería justo eso, un crecimiento rápido. Es probable que como negocio no dure tantos años, pero una bicicleta es relativamente barata y su inversión se amortiza muy rápido, lo importante es que se arraigue el uso de la bicicleta para viajes menores a 5 kilómetros.
jueves, 18 de febrero de 2010
Construir el triunfo constante y abundante desde la Megablógolis
Por José Alberto Márquez Salazar.
El primero de agosto de 1933, Manuel Gómez Morín dirigió una carta a Mariano Azuela donde advirtió: “Cuando llegue el momento, siempre llegan los momentos que se desean limpiamente y se gestionan con eficacia, cuajará de pronto una insospechada unanimidad que podrá resolverse en obra material y fecunda, no sólo en triunfo ocasional y precario”. Don Manuel ya apuntaba la creación del Partido Acción Nacional en tiempos en que el curso de la Revolución de 1910 parecía pervertirse. La lucha de caudillos pasó, pero el nuevo Estado abandonaba toda cortesía sobre la democracia. Gómez Morín veía un México caótico y desordenado donde los “ideales” no se cumplían. Crítico, se separó del gobierno en el que ya no creía; fundó y creó nuevas opciones.
En nuestros días, los medios de comunicación parecen apuntalar una herencia dieciochesca: nuestra predisposición al pesimismo. Y ese es un mal que la República debe dejar tras. No hablo del pesimismo sobre lo que ya está, de lo existente; me refiero al pesimismo que nos augura tiempos negros y oscuros, como si nada fuera a mejorar en el país, nada fuera a cambiar y todos estuviéramos empeñados en llevar al barranco a la patria de Guillermo Prieto.
No falta el día en que nuestras autoridades por sus fallas u omisiones incrementan la ola simplista del advenimiento de catástrofe. Sin caer en la tentación del romanticismo mercadológico, hay que dejar los anteojos del viejo Régimen para advertir que hoy en muchos rincones de la República se construyen caminos seguros. Día con día, miles de mexicanos construyen y trabajan febrilmente para construir. Advertir eso es tan importante como entender que la seguridad que brinda el Estado no es suficiente.
De unas fechas para acá, ciudad Juárez es utilizada para espolvorear más pesimismo. Tirios y Troyanos se lanzan acusaciones; todos reclaman y pocos ponen de su parte algo para que la situación mejore. Juárez no nació ayer y la situación delincuencial no fue creada ex profeso con la entrada del ejército. Juárez es un reflejo de las omisiones en que todos hemos incurrido sin atender que creamos un bello monstruo que ahora no sabemos detener.
Películas de los años cincuenta describía a Juárez como un sitio de esparcimiento y de libertad, donde la prostitución y el consumo de drogas eran cotidianos. En esa ciudad como en otras muchas, los habitantes mantienen culto a los narcotraficantes y éstos son un símbolo de prosperidad y triunfo social. No hace mucho a favor de “la libertad de expresión” se debatió sobre los narcocorridos. La sociedad solamente vio que el Estado pretendía cancelar libertades; no vimos el otro punto, la glorificación de la visión delincuencial del mundo.
La tragedia, las lágrimas y el malestar sacuden a México y nuestro primer impulso es criticar al contrario, al que determinamos como único responsable. Por supuesto, no faltan quienes advirtiendo sobre la necesidad de cambiar estrategias contra la delincuencia organizada buscan llenar sus alforjas políticas. Pero no es un solo partido el que hace uso electoral de las tragedias. En el Distrito Federal, en 1999, dos años después de inaugurada la elección del Jefe de Gobierno, un cómico fue asesinado al salir de un conocido restaurante. El peligro de la anarquía e ingobernabilidad fue declarado abiertamente por el PRI y el PAN y lo menos que se pidió fue la cabeza de Cuauhtémoc Cárdenas; en respuesta la Procuraduría local inventó y definió culpables para salvar el conflicto político y atenuar los ataques mediáticos. Más tarde supimos todos que el artista tenía nexos con el narcotráfico, pero se quería ocultar la información porque éste era presidente del movimiento “Vive sin Drogas” de Televisión Azteca.
Ahora fue Juárez y PRI y PRD piden cabezas. Nadie dice esta culpa es mía, es nuestra, porque eso no es políticamente correcto, porque eso significa admitir que todos somos culpables y disminuye los votos. El Congreso señala culpables pero fue incapaz de generara las reformas penales y en materia de seguridad y desarrollo social para reconstruir el tejido social. El gobierno estatal decide trasladar los poderes a otra ciudad, a la manera de Benito Juárez o de Venustiano Carranza, lo cierto es que la delincuencia organizada tiene una estructura bien cimentada en cualquier lugar que vayamos. El gobierno federal apunta nuevas estrategias y decide ir en pleno para atenuar la ya existente desgracia, pero eso lo hace después de la ausencia.
La impunidad también la ha tenido el PRD. En 2004, varios policías fueron quemados vivos por unos pobladores en el Distrito Federal. La responsabilidad de los hechos quedó en manos del gobierno federal, Vicente Fox, del Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, y del jefe de la policía capitalina, Marcelo Ebrard. (“Con los usos y costumbres no hay que meterse”, dijo AMLO). Muchas lágrimas se derramaron, muchos pidieron cabezas, se culparon unos a otros y hasta los helicópteros fueron exonerados. El jefe de la policía, incapaz de salvar a los suyos, ganó la Jefatura del Gobierno y en sus manos estamos (New´s Divine, inundaciones, etcétera, son el color de la vida). ¿Y el PRI? Bueno, setenta años de impunidad no se pueden describir en breves líneas.
Las tragedias sacuden a los medios de comunicación, nos conmocionan, pero luego no pasa nada. Tirios y troyanos se culpan y todos parecemos terminar hastiados de ser tan irresponsables.
¿Fue igual de caótico e impune el tiempo en que Manuel Gómez Morín lanzó su manifiesto de Acción? Si era así, la idea fue clara, promover, hacer, no quedarse quietos criticando nada más.
La sociedad se mueve, imperceptiblemente lo hace al margen de los partidos políticos: desde lo radical hasta lo institucional, hay quienes buscan cambiar el rostro de México y son esos los que no han sucumbido al pesimismo. Eso es lo que necesitamos: no sucumbir al pesimismo. Por supuesto que la pregunta es clave: cómo construir las vías para influir en la toma de decisiones, cómo hacerlo sin caer en el pragmatismo de los partidos políticos que anteponen lo particular a lo general.
Construir una ciudadanía profunda requiere organización, concurso en programas claves comunitarios. Si la prevención social y la reconstrucción del tejido social son claves para fundar sociedades seguras y responsables, es tiempo de hacerlo.
Esperar a que alguien emita la convocatoria para cambiar al régimen imperante o generar las condiciones para una nueva revolución civil es creer que las agujetas de los zapatos pueden desatarse con solo gritar, o pensar que tocando el claxon el tráfico disminuirá.
¿Cómo hace la ciudadanía para prevenir que el Distrito Federal no se convierta en una ciudad donde la tragedia de ciudad Juárez se repita? Nosotros tenemos las herramientas para crear los caminos de seguridad. Vamos a crearlo, vamos a construir el triunfo permanente y abundante.
El primero de agosto de 1933, Manuel Gómez Morín dirigió una carta a Mariano Azuela donde advirtió: “Cuando llegue el momento, siempre llegan los momentos que se desean limpiamente y se gestionan con eficacia, cuajará de pronto una insospechada unanimidad que podrá resolverse en obra material y fecunda, no sólo en triunfo ocasional y precario”. Don Manuel ya apuntaba la creación del Partido Acción Nacional en tiempos en que el curso de la Revolución de 1910 parecía pervertirse. La lucha de caudillos pasó, pero el nuevo Estado abandonaba toda cortesía sobre la democracia. Gómez Morín veía un México caótico y desordenado donde los “ideales” no se cumplían. Crítico, se separó del gobierno en el que ya no creía; fundó y creó nuevas opciones.
En nuestros días, los medios de comunicación parecen apuntalar una herencia dieciochesca: nuestra predisposición al pesimismo. Y ese es un mal que la República debe dejar tras. No hablo del pesimismo sobre lo que ya está, de lo existente; me refiero al pesimismo que nos augura tiempos negros y oscuros, como si nada fuera a mejorar en el país, nada fuera a cambiar y todos estuviéramos empeñados en llevar al barranco a la patria de Guillermo Prieto.
No falta el día en que nuestras autoridades por sus fallas u omisiones incrementan la ola simplista del advenimiento de catástrofe. Sin caer en la tentación del romanticismo mercadológico, hay que dejar los anteojos del viejo Régimen para advertir que hoy en muchos rincones de la República se construyen caminos seguros. Día con día, miles de mexicanos construyen y trabajan febrilmente para construir. Advertir eso es tan importante como entender que la seguridad que brinda el Estado no es suficiente.
De unas fechas para acá, ciudad Juárez es utilizada para espolvorear más pesimismo. Tirios y Troyanos se lanzan acusaciones; todos reclaman y pocos ponen de su parte algo para que la situación mejore. Juárez no nació ayer y la situación delincuencial no fue creada ex profeso con la entrada del ejército. Juárez es un reflejo de las omisiones en que todos hemos incurrido sin atender que creamos un bello monstruo que ahora no sabemos detener.
Películas de los años cincuenta describía a Juárez como un sitio de esparcimiento y de libertad, donde la prostitución y el consumo de drogas eran cotidianos. En esa ciudad como en otras muchas, los habitantes mantienen culto a los narcotraficantes y éstos son un símbolo de prosperidad y triunfo social. No hace mucho a favor de “la libertad de expresión” se debatió sobre los narcocorridos. La sociedad solamente vio que el Estado pretendía cancelar libertades; no vimos el otro punto, la glorificación de la visión delincuencial del mundo.
La tragedia, las lágrimas y el malestar sacuden a México y nuestro primer impulso es criticar al contrario, al que determinamos como único responsable. Por supuesto, no faltan quienes advirtiendo sobre la necesidad de cambiar estrategias contra la delincuencia organizada buscan llenar sus alforjas políticas. Pero no es un solo partido el que hace uso electoral de las tragedias. En el Distrito Federal, en 1999, dos años después de inaugurada la elección del Jefe de Gobierno, un cómico fue asesinado al salir de un conocido restaurante. El peligro de la anarquía e ingobernabilidad fue declarado abiertamente por el PRI y el PAN y lo menos que se pidió fue la cabeza de Cuauhtémoc Cárdenas; en respuesta la Procuraduría local inventó y definió culpables para salvar el conflicto político y atenuar los ataques mediáticos. Más tarde supimos todos que el artista tenía nexos con el narcotráfico, pero se quería ocultar la información porque éste era presidente del movimiento “Vive sin Drogas” de Televisión Azteca.
Ahora fue Juárez y PRI y PRD piden cabezas. Nadie dice esta culpa es mía, es nuestra, porque eso no es políticamente correcto, porque eso significa admitir que todos somos culpables y disminuye los votos. El Congreso señala culpables pero fue incapaz de generara las reformas penales y en materia de seguridad y desarrollo social para reconstruir el tejido social. El gobierno estatal decide trasladar los poderes a otra ciudad, a la manera de Benito Juárez o de Venustiano Carranza, lo cierto es que la delincuencia organizada tiene una estructura bien cimentada en cualquier lugar que vayamos. El gobierno federal apunta nuevas estrategias y decide ir en pleno para atenuar la ya existente desgracia, pero eso lo hace después de la ausencia.
La impunidad también la ha tenido el PRD. En 2004, varios policías fueron quemados vivos por unos pobladores en el Distrito Federal. La responsabilidad de los hechos quedó en manos del gobierno federal, Vicente Fox, del Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, y del jefe de la policía capitalina, Marcelo Ebrard. (“Con los usos y costumbres no hay que meterse”, dijo AMLO). Muchas lágrimas se derramaron, muchos pidieron cabezas, se culparon unos a otros y hasta los helicópteros fueron exonerados. El jefe de la policía, incapaz de salvar a los suyos, ganó la Jefatura del Gobierno y en sus manos estamos (New´s Divine, inundaciones, etcétera, son el color de la vida). ¿Y el PRI? Bueno, setenta años de impunidad no se pueden describir en breves líneas.
Las tragedias sacuden a los medios de comunicación, nos conmocionan, pero luego no pasa nada. Tirios y troyanos se culpan y todos parecemos terminar hastiados de ser tan irresponsables.
¿Fue igual de caótico e impune el tiempo en que Manuel Gómez Morín lanzó su manifiesto de Acción? Si era así, la idea fue clara, promover, hacer, no quedarse quietos criticando nada más.
La sociedad se mueve, imperceptiblemente lo hace al margen de los partidos políticos: desde lo radical hasta lo institucional, hay quienes buscan cambiar el rostro de México y son esos los que no han sucumbido al pesimismo. Eso es lo que necesitamos: no sucumbir al pesimismo. Por supuesto que la pregunta es clave: cómo construir las vías para influir en la toma de decisiones, cómo hacerlo sin caer en el pragmatismo de los partidos políticos que anteponen lo particular a lo general.
Construir una ciudadanía profunda requiere organización, concurso en programas claves comunitarios. Si la prevención social y la reconstrucción del tejido social son claves para fundar sociedades seguras y responsables, es tiempo de hacerlo.
Esperar a que alguien emita la convocatoria para cambiar al régimen imperante o generar las condiciones para una nueva revolución civil es creer que las agujetas de los zapatos pueden desatarse con solo gritar, o pensar que tocando el claxon el tráfico disminuirá.
¿Cómo hace la ciudadanía para prevenir que el Distrito Federal no se convierta en una ciudad donde la tragedia de ciudad Juárez se repita? Nosotros tenemos las herramientas para crear los caminos de seguridad. Vamos a crearlo, vamos a construir el triunfo permanente y abundante.
lunes, 15 de febrero de 2010
Juárez pleito de pandillas ... políticas
No conozco mucho el tema de la seguridad, pero sé que en muchas partes del mundo, lo que mejor ha funcionado es enfocarse a cambiar los hábitos de la gente y no a "atacar frontalmente" a la delincuencia. Dos años y medio como delegado de la PROFEPA me dejaron claro no sólo muchos errores que se cometen en la Procuración de Justicia sino los incentivos que quienes generan la información tienen para distorsionarla.
Precisamente a partir de mi función como delegado de PROFEPA en la Zona Metropolitana del Valle de México fue que conocí Ciudad Juárez. Nos reunimos varios delegados de zonas con tala clandestina para compartir estrategias de combate a esta práctica. Recuerdo haber salido del avión y que mi equipaje fue revisado por rayos X como si hubiera pasado una frontera. De allí fuimos al hotel, descansamos y al día siguiente sostuvimos una reunión de trabajo intensa hasta media tarde. Antes de que anocheciera cruzamos la frontera, estuvimos un par de horas en un centro comercial, luego fuimos a un casino donde convivimos un rato, regresamos a Juárez a dormir.
Al día siguiente varios de los delegados se regresaron a sus estados. Yo tenía interés de conocer el funcionamiento de la oficina de PROFEPA en la Aduana, así que tuve una visita técnica. Me platicaron también de los trabajos en alguna comisión binacional, me mostraron una planta de tratamiento de aguas industriales, a penas primaria así que olía bastate mal, regresamos a la oficina del delegado y finalmente descansé. Al día siguiente el propio delegado de Chihuahua, gran persona, profesionista muy comprometido, buen amigo, cantante de ópera además, y hoy regidor de Ciudad Juárez, José Mario Sánchez Soledad, me llevó al aeropuerto. Anécdotas de una ciudad afectada por el narco durante el camino. La última vez que conversé con él fue por chat, en algún momento de los meses recientes se habría tenido que mudar a El Paso ante una amenaza de secuestro.
No conozco gran cosa de Ciudad Juárez. Un paisaje impresionante desde el aire, entre hermoso y terrorífico el desierto, las formas caprichosas. Avenidas polvorientas, sin paisaje, anchas, construcciones de frontera a fin de cuentas. Vehículos sin placas o emplacados en Estados Unidos. Cero ciudad.
Las noticias son tres veces tristes, muy tristes por las vidas perdidas en niveles escandalosos, porque las autoridades no tienen la sensibilidad no sólo para enfrentar el problema sino para comunicarse con la sociedad en medio de esta tragedia, y porque además de todo los pasos que se están siguiendo son nuevamente erráticos.
Por años el tema de Juárez fue "las muertas de Juárez" cuando finalmente se volvió un fenómeno que trascendió al género (es posible que lo hubiera trascendido mucho antes, pero mediáticamente las muertas de Juárez eran la noticia) las cifras son escandalosas y no nos extrañe encontrar un decrecimiento de la población en el próximo Censo, no sólo por el fin de la inmigración sino por la emigración y la muerte de miles de personas.
1. No puede ser que el Secretario de Gobernación de este país se apresure a juzgar como "pleito de pandillas" y luego todo quede en una disculpa a los familiares. El señor se tiene que ir.
2. No puede ser que el Gobernador anuncie el cambio de capital -idea que me agradó- y luego termine en una alharaca con miras a las elecciones.
3. No puede ser que mientras pasa esto, al señor Secretario de Gobernación le resulte mejor ir a renunciar a su partido porque éste no puede cumplir con algo que él, ilegalmente, prometió y que la dirigencia nacional del PRI condicionó para una reforma fiscal: que no haya alianzas del PAN en Oaxaca y otros estados gobernados por pillos que el PRI defiende a capa y espada.
Soy militante del PAN, pero por mí que el PAN se extinga si con eso paramos la violencia de este país. Siempre he aborrecido al PRI y siempre me han dado asco sus componendas que son las que en el fondo causaron la penetración generalizada del narco y la perversión de la legalidad. Pero hoy ninguno de estos dos partidos está sirviendo para resolver problemas tangibles como este. Hay militantes en ambos con ideales y esos son los únicos que valen la pena.
Toda vez que ninguno de los dos partidos dominantes en la zona puede resolver este problema (y ojo, tampoco aspiro a que el PRD lo haga), el planteamiento debe ser "extraparadigmas".
1. Se decreta un estado de excepción, en el que se restringen libertades individuales pero más que para permitir los operativos para facilitar la transformación social: facilitar la imposición de sanciones, las expropiaciones, aunque sí desde luego restringir la movilidad nocturna, exigir portar identificación, entre otras medidas, siempre supervisadas, sin embargo por organizaciones nacionales de derechos humanos.
2. Los partidos políticos renuncian a postular a sus militantes, juntos hacen una propuesta ciudadana y van juntos con la misma planilla. Si van a incorporar a uno de sus militantes, que no tenga cargo en el partido y que no sea por cuota, sino porque le reconocen calidad moral y capacidades.
3. Los medios de comunicación firman un código de ética en el que se comprometan a un tratamiento no morboso de la información y a la no publicación de imagenes de: muertos, heridos, sangre, impactos de bala, detenidos, etc.
4. El gobierno federal aporta recursos para la transformación de la vida urbana: construcción de plazas y jardines, inversiones en transporte público y ciclovías de movilidad urbana (no dominicales), ampliación de banquetas, transformación de los barrios más afectados por la violencia, fomento a la participación social para mejorar la imagen de ciudad (transformar los tabiques con aplanado y pintura, material lo da el gobierno, mano de obra la sociedad), inversiones en las escuelas públicas)
5. Una vez operando en la ciudad de un programa emergente de transporte público, se deben establecer restricciones a la circulación de automóviles ya sea en las horas de mayor incidencia de actos violentos o eventualmente durante un día completo al mes o a la semana. Si la gente deja de usar el vehículo en principio se sentirá más insegura: pero sus agresores potenciales, al no tener cómo huir terminarán por apaciguarse. El uso del transporte público hará iguales a los habitantes de Juárez, los llevará a las calles cuando justo huyen de ellas.
6. Hacer un énfasis especial en el respeto a las reglas: no a los autos polarizados o sin placas, no al exceso de velocidad, no a los vehículos en sentido contrario, no a dejar la basura en las calles, no a beber en las calles, no a permitir escándalos en la vía pública. Reforzar los reglamentos que estén débiles: que no se escandalice un vecindario por una fiesta, por un coche con música, por cohetes, por tiros al aire; que la mala convivencia vecinal no deteriore un barrio.
7. Que quienes ejecuten las acciones, que quienes gobiernen Juárez o quienes impartan la ley sean los más respetuosos de la misma. La fanfarronada de José Reyes Baeza y las imprudencias de Fernando Gómez Mont en nada ayudan a esto.
La lista de recomendaciones sólo puede seguir en una dirección: que los habitantes de Ciudad Juárez salgan a convivir en un ambiente de respeto. Si no se hacen cambios en este rubro, ya tendremos a otro presidente ofreciendo disculpas y a otra madre destrozada que le reclame no buscar debajo de las piedras. Ciudad Juárez debe convertirse en unos años en una ciudad ejemplar.
Precisamente a partir de mi función como delegado de PROFEPA en la Zona Metropolitana del Valle de México fue que conocí Ciudad Juárez. Nos reunimos varios delegados de zonas con tala clandestina para compartir estrategias de combate a esta práctica. Recuerdo haber salido del avión y que mi equipaje fue revisado por rayos X como si hubiera pasado una frontera. De allí fuimos al hotel, descansamos y al día siguiente sostuvimos una reunión de trabajo intensa hasta media tarde. Antes de que anocheciera cruzamos la frontera, estuvimos un par de horas en un centro comercial, luego fuimos a un casino donde convivimos un rato, regresamos a Juárez a dormir.
Al día siguiente varios de los delegados se regresaron a sus estados. Yo tenía interés de conocer el funcionamiento de la oficina de PROFEPA en la Aduana, así que tuve una visita técnica. Me platicaron también de los trabajos en alguna comisión binacional, me mostraron una planta de tratamiento de aguas industriales, a penas primaria así que olía bastate mal, regresamos a la oficina del delegado y finalmente descansé. Al día siguiente el propio delegado de Chihuahua, gran persona, profesionista muy comprometido, buen amigo, cantante de ópera además, y hoy regidor de Ciudad Juárez, José Mario Sánchez Soledad, me llevó al aeropuerto. Anécdotas de una ciudad afectada por el narco durante el camino. La última vez que conversé con él fue por chat, en algún momento de los meses recientes se habría tenido que mudar a El Paso ante una amenaza de secuestro.
No conozco gran cosa de Ciudad Juárez. Un paisaje impresionante desde el aire, entre hermoso y terrorífico el desierto, las formas caprichosas. Avenidas polvorientas, sin paisaje, anchas, construcciones de frontera a fin de cuentas. Vehículos sin placas o emplacados en Estados Unidos. Cero ciudad.
Las noticias son tres veces tristes, muy tristes por las vidas perdidas en niveles escandalosos, porque las autoridades no tienen la sensibilidad no sólo para enfrentar el problema sino para comunicarse con la sociedad en medio de esta tragedia, y porque además de todo los pasos que se están siguiendo son nuevamente erráticos.
Por años el tema de Juárez fue "las muertas de Juárez" cuando finalmente se volvió un fenómeno que trascendió al género (es posible que lo hubiera trascendido mucho antes, pero mediáticamente las muertas de Juárez eran la noticia) las cifras son escandalosas y no nos extrañe encontrar un decrecimiento de la población en el próximo Censo, no sólo por el fin de la inmigración sino por la emigración y la muerte de miles de personas.
1. No puede ser que el Secretario de Gobernación de este país se apresure a juzgar como "pleito de pandillas" y luego todo quede en una disculpa a los familiares. El señor se tiene que ir.
2. No puede ser que el Gobernador anuncie el cambio de capital -idea que me agradó- y luego termine en una alharaca con miras a las elecciones.
3. No puede ser que mientras pasa esto, al señor Secretario de Gobernación le resulte mejor ir a renunciar a su partido porque éste no puede cumplir con algo que él, ilegalmente, prometió y que la dirigencia nacional del PRI condicionó para una reforma fiscal: que no haya alianzas del PAN en Oaxaca y otros estados gobernados por pillos que el PRI defiende a capa y espada.
Soy militante del PAN, pero por mí que el PAN se extinga si con eso paramos la violencia de este país. Siempre he aborrecido al PRI y siempre me han dado asco sus componendas que son las que en el fondo causaron la penetración generalizada del narco y la perversión de la legalidad. Pero hoy ninguno de estos dos partidos está sirviendo para resolver problemas tangibles como este. Hay militantes en ambos con ideales y esos son los únicos que valen la pena.
Toda vez que ninguno de los dos partidos dominantes en la zona puede resolver este problema (y ojo, tampoco aspiro a que el PRD lo haga), el planteamiento debe ser "extraparadigmas".
1. Se decreta un estado de excepción, en el que se restringen libertades individuales pero más que para permitir los operativos para facilitar la transformación social: facilitar la imposición de sanciones, las expropiaciones, aunque sí desde luego restringir la movilidad nocturna, exigir portar identificación, entre otras medidas, siempre supervisadas, sin embargo por organizaciones nacionales de derechos humanos.
2. Los partidos políticos renuncian a postular a sus militantes, juntos hacen una propuesta ciudadana y van juntos con la misma planilla. Si van a incorporar a uno de sus militantes, que no tenga cargo en el partido y que no sea por cuota, sino porque le reconocen calidad moral y capacidades.
3. Los medios de comunicación firman un código de ética en el que se comprometan a un tratamiento no morboso de la información y a la no publicación de imagenes de: muertos, heridos, sangre, impactos de bala, detenidos, etc.
4. El gobierno federal aporta recursos para la transformación de la vida urbana: construcción de plazas y jardines, inversiones en transporte público y ciclovías de movilidad urbana (no dominicales), ampliación de banquetas, transformación de los barrios más afectados por la violencia, fomento a la participación social para mejorar la imagen de ciudad (transformar los tabiques con aplanado y pintura, material lo da el gobierno, mano de obra la sociedad), inversiones en las escuelas públicas)
5. Una vez operando en la ciudad de un programa emergente de transporte público, se deben establecer restricciones a la circulación de automóviles ya sea en las horas de mayor incidencia de actos violentos o eventualmente durante un día completo al mes o a la semana. Si la gente deja de usar el vehículo en principio se sentirá más insegura: pero sus agresores potenciales, al no tener cómo huir terminarán por apaciguarse. El uso del transporte público hará iguales a los habitantes de Juárez, los llevará a las calles cuando justo huyen de ellas.
6. Hacer un énfasis especial en el respeto a las reglas: no a los autos polarizados o sin placas, no al exceso de velocidad, no a los vehículos en sentido contrario, no a dejar la basura en las calles, no a beber en las calles, no a permitir escándalos en la vía pública. Reforzar los reglamentos que estén débiles: que no se escandalice un vecindario por una fiesta, por un coche con música, por cohetes, por tiros al aire; que la mala convivencia vecinal no deteriore un barrio.
7. Que quienes ejecuten las acciones, que quienes gobiernen Juárez o quienes impartan la ley sean los más respetuosos de la misma. La fanfarronada de José Reyes Baeza y las imprudencias de Fernando Gómez Mont en nada ayudan a esto.
La lista de recomendaciones sólo puede seguir en una dirección: que los habitantes de Ciudad Juárez salgan a convivir en un ambiente de respeto. Si no se hacen cambios en este rubro, ya tendremos a otro presidente ofreciendo disculpas y a otra madre destrozada que le reclame no buscar debajo de las piedras. Ciudad Juárez debe convertirse en unos años en una ciudad ejemplar.
jueves, 11 de febrero de 2010
10 años de más leyes en el DF
Por José Alberto Márquez Salazar
La Reforma Política que se estructura desde la mitad de los ochentas posibilitó que el Distrito Federal rozara los límites de su independencia. Aún no es el estado que muchos ciudadanos demandamos, pero ha estructurado su marco normativo para ponerse al tiempo que la sociedad de esta entidad vive. Es más, la facilidad con que se construyen leyes en el Distrito Federal sorprende: actualmente tenemos alrededor de 114 leyes para conformar nuestra vida institucional.
Decía un viejo clásico, o un clásico viejo, que a más leyes más desorden, a más leyes una sociedad más conflictiva. Dejando de lado los prejuicios sobre tal o cual posición política, resulta absurdo pedir que los ciudadanos conozcan todas las leyes de la entidad y por ende, la obligación de respetarlas. En efecto, el desconocimiento no exime de la responsabilidad, pero creo que nada más contraproducente que tener tantas leyes, algunas que quizá son letra muerta.
Inclusive resulta ilógico que las leyes no se trabajen desde una perspectiva vertical u horizontal. Por ejemplo, la Ley de Educación tiene como objetivo regular los servicios educativos y estos responden por la educación de niños y adolescentes. Tenemos una Ley de los Derechos de las Niñas y Niños y una Ley de las y los Jóvenes donde también se habla de educación. ¿No sería más sencillo que en cada ley correspondiente por materia se atendiera el asunto de los niños y las niñas y de las y los Jóvenes?
Tenemos una Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores. ¿No sería más sencillo que en la Ley de Establecimientos Mercantiles y en la propia Ley de Salud se tomará el tema de protección a los no fumadores? No se cuestiona el objetivo de las leyes, lo que se ponen en duda es el entramado donde se ha legislado por género, por grupos de edad, por materias y por programas, inclusive.
Aspirar a la plena ciudadanía o ciudadanía profunda, como lo propone Paul Barry Clarke, requiere no solamente la demanda de nuestros derechos, sino el cumplimiento de nuestras obligaciones sin que esto implique que las acciones infieran en el ámbito privado. La legislación que facilita el trámite de adopción para los homosexuales es también un exceso legislativo, pues ya estaba considerado en la normatividad, que ha generado un retroceso en la discusión sobre las libertades civiles y un retroceso mismo en la percepción ciudadana sobre quiénes y cómo se construyen las leyes.
El Distrito Federal cumple en éste el 10 aniversario de crear sus propias leyes. No tiene su Constitución y carece de su calidad de Estado por lo que en el ámbito de la Reforma Política que se analiza en el Congreso debe incluirse el tema de la entidad. Mientras, no estaría mal ir reconfigurando nuestro marco normativo quitando y reduciendo el número de leyes que los ciudadanos desconocen.
La Reforma Política que se estructura desde la mitad de los ochentas posibilitó que el Distrito Federal rozara los límites de su independencia. Aún no es el estado que muchos ciudadanos demandamos, pero ha estructurado su marco normativo para ponerse al tiempo que la sociedad de esta entidad vive. Es más, la facilidad con que se construyen leyes en el Distrito Federal sorprende: actualmente tenemos alrededor de 114 leyes para conformar nuestra vida institucional.
Decía un viejo clásico, o un clásico viejo, que a más leyes más desorden, a más leyes una sociedad más conflictiva. Dejando de lado los prejuicios sobre tal o cual posición política, resulta absurdo pedir que los ciudadanos conozcan todas las leyes de la entidad y por ende, la obligación de respetarlas. En efecto, el desconocimiento no exime de la responsabilidad, pero creo que nada más contraproducente que tener tantas leyes, algunas que quizá son letra muerta.
Inclusive resulta ilógico que las leyes no se trabajen desde una perspectiva vertical u horizontal. Por ejemplo, la Ley de Educación tiene como objetivo regular los servicios educativos y estos responden por la educación de niños y adolescentes. Tenemos una Ley de los Derechos de las Niñas y Niños y una Ley de las y los Jóvenes donde también se habla de educación. ¿No sería más sencillo que en cada ley correspondiente por materia se atendiera el asunto de los niños y las niñas y de las y los Jóvenes?
Tenemos una Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores. ¿No sería más sencillo que en la Ley de Establecimientos Mercantiles y en la propia Ley de Salud se tomará el tema de protección a los no fumadores? No se cuestiona el objetivo de las leyes, lo que se ponen en duda es el entramado donde se ha legislado por género, por grupos de edad, por materias y por programas, inclusive.
Aspirar a la plena ciudadanía o ciudadanía profunda, como lo propone Paul Barry Clarke, requiere no solamente la demanda de nuestros derechos, sino el cumplimiento de nuestras obligaciones sin que esto implique que las acciones infieran en el ámbito privado. La legislación que facilita el trámite de adopción para los homosexuales es también un exceso legislativo, pues ya estaba considerado en la normatividad, que ha generado un retroceso en la discusión sobre las libertades civiles y un retroceso mismo en la percepción ciudadana sobre quiénes y cómo se construyen las leyes.
El Distrito Federal cumple en éste el 10 aniversario de crear sus propias leyes. No tiene su Constitución y carece de su calidad de Estado por lo que en el ámbito de la Reforma Política que se analiza en el Congreso debe incluirse el tema de la entidad. Mientras, no estaría mal ir reconfigurando nuestro marco normativo quitando y reduciendo el número de leyes que los ciudadanos desconocen.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Alberto Márquez se incorpora a Megablógolis
Estimados lectores, a partir de este jueves, Alberto Márquez Salazar estará colaborando en Megablógolis. Él es politólogo por la UAM - Iztapalapa y un gran pensador del quehacer político de esta ciudad y este país. Es autor libro El agua que inunda la cuenca y coautor de PRI: un esbozo histórico. Bienvenido.
lunes, 8 de febrero de 2010
Las mejoras al transporte pasan por los paraderos
Durante años les hemos llamado paraderos, más tarde se les rebautizó como "Centros de Transferencia Modal" o CETRAM, pero en términos generales la realidad que conocemos de ellos es muy distinta de la deseable.
Todas las líneas del metro nacen o se amplían con un diseño de paraderos. El de Chapultepec fue, por ejemplo, uno de los primeros en ser construidos y es uno de los peores ejemplos. Hay ambulantes, desorden, inseguridad, y lo peor de todo, a un paso de Paseo de la Reforma y del Bosque de Chapultepec, donde habría muchos dispuestos a invertir. Las inversiones están casi descartadas en tanto no se tome una decisión integral ... que parece venir pronto.
La línea 4 del metro, la más subutilizada de la red, ya lo he dicho aquí, cuenta con un paradero en cada una de sus terminales. El de Martín Carrera funciona relativamente bien, con una buena cantidad de rutas hacia Ecatepec y Tlalnepantla Oriente, así como hacia otros municipios conurbados, pero sin información y con ambulantaje. El de Santa Anita, sin embargo, está desperdiciado pese a ser terminal de una línea y correspondencia con la línea 8. Es un gran terreno pero no se le ha aprovechado y podría dotar de un buen servicio a varios kilómetros a la redonda.
La línea B del metro también nació con paraderos, siendo los más importantes el de Cd. Azteca, que es la terminal norte de la línea, y el de Plaza Aragón. Sin embargo, llamarlos así o llamarlos CETRAM no sé si sea un eufemismo o la definición exacta de un sitio con desorden y sin claridad de las rutas a seguir.
Esto, sin embargo, está cambiando. En el metro Ciudad Azteca encontramos un gran cambio. En vez de ambulantaje y rutas perdidas en las calles aledañas, fue construido un centro comercial. Su nombre oficial es Mexipuerto, pero simplemente es lo que debió haber ocurrido desde mucho tiempo atrás: aprovechar el movimiento de pasajeros para soportar una infraestructura que permita además ordenar el transporte. El resultado es un edificio comercial en el que hay bancos, tiendas, área de comida y pronto abrirá un hospital. En la planta baja está el paradero y en el sótano un pasillo de transbordo. En términos generales hay facilidades para personas con discapacidad, aunque faltan espacios para la bicicleta y resolver la movilidad para discapacitados en algunos andenes. Allí llegará el Mexibús, es decir, el sistema de autobuses en carril confinado del Estado de México.
Pronto se edificará un proyecto similar en El Rosario y esperemos que esto detone el desarrollo de proyectos similares tanto en los paraderos más grandes como en los de menor movimento.
El "Mexipuerto" de Ciudad Azteca ha venido a demostrar la hipótesis de muchos: el desorden tiene un costo muy grande no sólo para el usuario sino para el operador del transporte. Ordenarlos les produce ahorros, y ahora las rutas quieren entrar al paradero, que cuando esté en operación plena tendrá 7000 movimientos diarios. Los incentivos cambiarán, de un pago irrisorio de unas decenas de pesos por mes, los choferes estarán interesados en pagar con una cuota diaria a cambio de un buen servicio. Los gritones que dicen "súbale hay lugares a ..." serán sustituidos por pantallas con la información y se contará con datos sobre la demanda de cada ruta, que eventualmente servirán para escalar un servicio de combi hacia uno de autobús.
Es una buena noticia que estén haciendo bien las cosas, pero es mejor noticia saber que cuando se hacen bien todos ganamos.
Después de El Rosario, me parecería fundamental que se invirtiera en los paraderos de Indios Verdes, Pantitlán, Cuatro Caminos, Tasqueña, Universidad, Tacubaya y Chapultepec, para luego ir detonando inversiones en otros puntos como Observatorio, Tacuba, Martín Carrera, Constitución de 1917, Zaragoza, entre otros, así como en paraderos distintos a estaciones del metro como en San Ángel, en los alrededores de la Basílica de Guadalupe, en Cuemanco, en Valle de Chalco, etc.
lunes, 1 de febrero de 2010
La senda del perdedor
A muchos hombres que nos gusta escribir encontramos cierta pasión por Charles Bukowski, por sus sórdidos relatos de un mundo de alcohol, prostitutas, violencia. Uno de los libros que recuerdo de Bukowski es el de La senda del perdedor. En él narra la vida de un joven violento, hijo de un padre violento que siempre lo maltrataba hasta que él lo provocó para que le diera la peor tunda de su vida, sabiendo cómo iba a reaccionar. Nunca más su padre lo volvió a golpear, y a partir de allí, Henry Chinaski, el protagonista, gana todas las peleas de su vida, pero cada triunfo lo convierte en un perdedor.
La sociedad mexicana en la que vivimos me recuerda mucho esta senda del perdedor. Todos sabemos que vamos en el camino equivocado, y sin embargo nos mantenemos en ese camino, pero particularmente los que, a partir de la ausencia en el estado de derecho, se han presentado como victoriosos de la ley del más fuerte, en un estado de naturaleza, como lo llamaba Hobbes.
Un día me platicaron la anécdota de una mujer que, incomodada por los gritos de una señora en un parque casi en el oído, le solicitó bajar la voz y fue golpeada por el esposo de la gritona hasta desfigurarle el rostro sin que nadie se atreviera a defenderla. En una ocasión un tipo, ante mi negativa de bajarme a pelear, arrancó mi espejo. Alguien más me contó que fue golpeado por haber reclamado a un conductor estacionado en lugar prohibido ... y todos hemos conocido el caso de Salvador Cabañas balaceado por no haber metido goles.
¿Puedo o debo reclamar a alguien por estacionarse en un lugar para discapacitados? ¿Puedo reclamar al chofer de un microbús que fume mientras conduce? ¿Puedo reclamar a una persona que arroja una basura desde su auto o mientras camina? En el México de hoy, y particularmente en la Ciudad de México, cualquier obligación cívica refiere un alto riesgo si se trata de reclamar su cumplimiento a un tercero.
Veamos el nivel de la discusión sobre los matrimonios homosexuales: no es una discusión cívica sobre los argumentos de una u otra parte, la iglesia católica adjetivando sin ton ni son, la Secretaría de Gobernación haciendo caso omiso de la intromisión den política de la iglesia católica (no me refiero a la defensa de lo que ellos consideran la familia, sino me refiero a cuestiones como el llamado a no votar por los partidos que apoyen los matrimonios homosexuales) ... pero del otro lado también una serie de declaraciones negando el derecho cívico a oponerse a la formalización de los matrimonios homosexuales y su derecho a la adopción.
No se diga las dudas que nos dejó la fotografía de un ensangrentado y cubierto de billetes Arturo Beltrán Leyva, como si la Secretaría de Marina estuviera haciéndole el trabajo a alguien más y no al Estado.
Hemos escuchado en los últimos meses, una y otra vez, la discusión sobre si vivimos en un Estado fallido, si México es un Estado fallido. No lo sé, lo que sé es que vivimos en la Senda del Perdedor y ante esto sólo queda una salida (más allá del Estado de excepción que prevé el artículo 29 de la Constitución): un nuevo pacto social.
Si las discusiones no se maduran en la sociedad, las decisiones menos. El pacto social, el pacto que implica toda constitución, está roto en el Estado mexicano. Bajo esa lógica la sociedad se reúne de nuevo y pacta. No es el mundo que nos pinta Andrés López el que debe llegar, sino que incluso él, hoy presunto Mesías de los más pobres, tendría que formar parte de un nuevo pacto social. Por eso digo que hay que hacer madurar la discusión sobre el tema.
Nos enteramos de Salvador Cabañas porque era un jugador del América pero cada semana hay balaceados, hay discriminación, le quitan la mesa en un bar para dársela a personas "más importantes" y nadie se asume como igual. Lo mismo que se combatió del PRI se vive bajo un gobierno panista. Hay prepotencia, un gasto enorme en la seguridad de personajes del mundo de la seguridad que no nos dan seguridad. Dirigentes de partido rodeados de mujeres que disparan copas de champán en el antro de moda.
¿Le sigo? Somos todos los que estamos omitiendo algo: un nuevo pacto social, a no ser que sigamos como Chinaski, viviendo de la violencia interminable y siguiendo la senda del perdedor, ya podrá gobernarnos Superman que seguiremos en la misma senda.
La sociedad mexicana en la que vivimos me recuerda mucho esta senda del perdedor. Todos sabemos que vamos en el camino equivocado, y sin embargo nos mantenemos en ese camino, pero particularmente los que, a partir de la ausencia en el estado de derecho, se han presentado como victoriosos de la ley del más fuerte, en un estado de naturaleza, como lo llamaba Hobbes.
Un día me platicaron la anécdota de una mujer que, incomodada por los gritos de una señora en un parque casi en el oído, le solicitó bajar la voz y fue golpeada por el esposo de la gritona hasta desfigurarle el rostro sin que nadie se atreviera a defenderla. En una ocasión un tipo, ante mi negativa de bajarme a pelear, arrancó mi espejo. Alguien más me contó que fue golpeado por haber reclamado a un conductor estacionado en lugar prohibido ... y todos hemos conocido el caso de Salvador Cabañas balaceado por no haber metido goles.
¿Puedo o debo reclamar a alguien por estacionarse en un lugar para discapacitados? ¿Puedo reclamar al chofer de un microbús que fume mientras conduce? ¿Puedo reclamar a una persona que arroja una basura desde su auto o mientras camina? En el México de hoy, y particularmente en la Ciudad de México, cualquier obligación cívica refiere un alto riesgo si se trata de reclamar su cumplimiento a un tercero.
Veamos el nivel de la discusión sobre los matrimonios homosexuales: no es una discusión cívica sobre los argumentos de una u otra parte, la iglesia católica adjetivando sin ton ni son, la Secretaría de Gobernación haciendo caso omiso de la intromisión den política de la iglesia católica (no me refiero a la defensa de lo que ellos consideran la familia, sino me refiero a cuestiones como el llamado a no votar por los partidos que apoyen los matrimonios homosexuales) ... pero del otro lado también una serie de declaraciones negando el derecho cívico a oponerse a la formalización de los matrimonios homosexuales y su derecho a la adopción.
No se diga las dudas que nos dejó la fotografía de un ensangrentado y cubierto de billetes Arturo Beltrán Leyva, como si la Secretaría de Marina estuviera haciéndole el trabajo a alguien más y no al Estado.
Hemos escuchado en los últimos meses, una y otra vez, la discusión sobre si vivimos en un Estado fallido, si México es un Estado fallido. No lo sé, lo que sé es que vivimos en la Senda del Perdedor y ante esto sólo queda una salida (más allá del Estado de excepción que prevé el artículo 29 de la Constitución): un nuevo pacto social.
Si las discusiones no se maduran en la sociedad, las decisiones menos. El pacto social, el pacto que implica toda constitución, está roto en el Estado mexicano. Bajo esa lógica la sociedad se reúne de nuevo y pacta. No es el mundo que nos pinta Andrés López el que debe llegar, sino que incluso él, hoy presunto Mesías de los más pobres, tendría que formar parte de un nuevo pacto social. Por eso digo que hay que hacer madurar la discusión sobre el tema.
Nos enteramos de Salvador Cabañas porque era un jugador del América pero cada semana hay balaceados, hay discriminación, le quitan la mesa en un bar para dársela a personas "más importantes" y nadie se asume como igual. Lo mismo que se combatió del PRI se vive bajo un gobierno panista. Hay prepotencia, un gasto enorme en la seguridad de personajes del mundo de la seguridad que no nos dan seguridad. Dirigentes de partido rodeados de mujeres que disparan copas de champán en el antro de moda.
¿Le sigo? Somos todos los que estamos omitiendo algo: un nuevo pacto social, a no ser que sigamos como Chinaski, viviendo de la violencia interminable y siguiendo la senda del perdedor, ya podrá gobernarnos Superman que seguiremos en la misma senda.
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