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lunes, 19 de diciembre de 2011

Tecnología y reglamentos

Desde que yo era niño, la relación entre el ciudadano y la policía estaba pervertida en la Ciudad de México: violación evidente de las reglas, extorsión de los policías, con o sin causa, corrupción y todos los incentivos para corromper, considerando el viacrusis que podría significar el esfuerzo por conducirse correctamente, y hasta los riesgos.

En un sistema propenso a la corrupción y al cumplimiento de la ley, nuestra preferencia de escenarios sería la siguiente:

1. Cumplimiento de la ley sin corrupción (EL MEJOR)

2. Cumplimiento de la ley con corrupción (EL SEGUNDO MEJOR)

3. No cumplimiento de la ley sin corrupción (EL BUSCADO POR LA AUTORIDAD)

4. No cumplimiento de la ley con corrupción. (EL PEOR Y EL DOMINANTE)

Durante años he visto más esfuerzos por evitar la corrupción que por construir un entorno de respeto a la autoridad. Una ciudad sin exámenes de manejo, para evitar la corrupción; una ciudad en la que uno puede preguntar Me da chance, a un policía y éste lo deja estacionarse en lugar prohibido, sobre la banqueta y pasarse los semáforos, una ciudad en la que los policías reciben propinas por hacer de Vienevienes.

Sí hay multas que se respetan, también con corrupción, pero demuestran que algo se puede hacer: el hoy no circula, estacionarse en el centro, vueltas a la izquierda en Insurgentes ... ah, y las multas aplicadas mediante fotografía y radar.

Contra el elemento tecnológico hay menos qué hacer. Implica un trabajo manual de identificación y captura de placas, pero sin duda es un elemento clave para lograr el cumplimiento de la ley:

- Excesos de velocidad
- Vueltas prohibidas
- Invasión al carril de transporte público
- Estacionamiento ilegal

Creo que dado que hemos fracasado en la aplicación de la ley y el combate a la corrupción sería fundamental construir un sistema tecnológico que fijara multas a partir de cámaras de vigilancia (el sistema se paga solo) y ajustar los montos de las multas para generar persuación. Esto nos permitirá tener mejor movilidad y mejor convivencia urbana. Cámaras escondidas en los carriles del transporte público y en las defensas de los autobuses. Sensores de velocidad en la red secundaria (que poco a poco sustituyan a los topes, policías de concreto que han inundado nuestras calles).

Entre los ajustes que deben realizarse, estimo, tenemos la multa por invasión al carril del autobús y la vuelta prohibida en avenidas con Metrobús: hoy día la multa no se aplica porque implica no sólo los 40 días de salario mínimo sino también la remisión del vehículo al corralón; como hay incapacidad para remitir el vehículo al corralón tampoco se impone la sanción económica, sino que se opta por una multa más sencilla, de 5 días de salario mínimo, por no respetar los señalamientos. Es allí donde me parece la multa debería crecer hasta los 100 días de salario mínimo sin remisión del vehículo y con los elementos tecnológicos que mencionaba.

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