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lunes, 26 de septiembre de 2011

La candidatura en la puerta

Recién Marcelo Ebrard presentó su quinto informe de gobierno. El resultado, desde mi punto de vista, es positivo en tanto la ciudad enfrenta un cambio de rumbo hacia mejores condiciones de desarrollo y productividad, mejor movilidad, recuperación de la centralidad, y sobre todo empieza a construirse una visión de ciudad. No coincido con muchas políticas ni con el ritmo de instrumentación de otras, pero en términos generales mantengo la idea de que ahora sí la ciudad camina en la dirección correcta. En los próximos días cumpliré 40 años. Puedo enumerar y recordar logros y fracasos de los once gobiernos en los que he vivido. Nací a los cuatro meses de gestión de Octavio Sentíes. La ciudad vivió uno de sus peores gobiernos: se suspendió la ampliación del metro a cambio de ampliar vialidades, incluyendo la primera avenida elevada, Río San Joaquín. En la vocación de imponer el automóvil por sobre las personas comenzó a fraccionarse el territorio para los autos y a dividir colonias. Este esfuerzo continuó con la administración de Carlos Hank, que si bien sí planteó un proyecto de ciudad, algo de lo que carecieron sus antecesores, de nuevo en aras de defender al automóvil se destruyeron calles tranquilas para dar vida a los Ejes Viales cuyo proyecto integral fracasó: articular en estos una red central de transporte público a la que la gente pudiera acceder mediante estacionamientos ubicados en los límites con el Circuito Interior. Se gastó el dinero por gastar, se planearon obras del metro sin ningún sentido y con un desperdicio multimillonario como las líneas 4 a 6. Todavía hay quienes defienden las obras viales del hankismo, así como las faraónicas obras hidráulicas del Sistema Cutzamala (planeadas por su predecesor e instrumentadas por él). Algunas de las obras del metro iniciadas en la administración de Hank se terminaron en la de Ramón Aguirre, con quien se alcanzó el mayor ritmo de expansión de la red, pero justo las líneas con menor captación de usuarios. Se gastó dinero, se obtuvieron pocos beneficios. Para colmo, frente al terremoto de 1985, el gobierno demostró su incapacidad. El modelo urbano estaba llegando al límite y luego vino el desmantelamiento de la economía de la ciudad. Con Manuel Camacho las cosas no mejoraron, las dos líneas del metro construidas en su administración tuvieron mejor éxito que Aguirre, pero el transporte caminó hacia el desastre al sustituirse la insatisfecha demanda de la Ruta 100 por una plaga de microbuses. Camacho empujó el desarrollo de Santa Fe, la joya del wannabismo nacional, sin ningún sustento urbanístico y suficientemente lejos del centro de la ciudad como para tener viabilidad en el largo plazo. Me parece que el gobierno de Camacho es uno de los que tuvo peores impactos en el largo plazo, sin embargo sí le reconozco que fue el primero en meter la gestión de la demanda del automóvil en la agenda, con el programa Hoy No Circula, mal instrumentado al inicio pero a la larga incentivador de un parque vehicular más nuevo. Manuel Aguilera sustituyó por 14 meses a Camacho, sin que cambiara la agenda. El último gobernante designado en el Distrito Federal, Óscar Espinosa, terminó con una pésima fama. Sin embargo, no todas sus decisiones parecían ir en el sentido incorrecto como cree la gente. No pudo hacer mucho por el momento de crisis y realmente no conocía la ciudad, pero sus políticas apuntaban a la eficiencia y eso obligaba a la prudencia. En los últimos días de su administración se colocaron boyas en los carriles del transporte público. A todos pareció que había negocio privado detrás de esto y su sucesor las mandó quitar. Hoy poco a poco se reestablecen esas boyas. Se estableció la obligatoriedad del seguro vehicular, que su sucesor por populismo canceló. La quiebra de Ruta 100 fue mal manejada, pero sin duda estábamos en un punto en el que no podía seguir operando esta empresa. Finalmente no se impulsó un buen sistema de transporte que fortaleciera el servicio público. La inseguridad en la Ciudad de México llegó a sus peores niveles con Espinosa. Llevamos cinco gobiernos de la era democrática. El de Cuauhtémoc Cárdenas fue timorato y electorero. Era claro que Cárdenas sólo venía de paso, no tomaban decisiones y no hubo una visión de ciudad. Con Rosario Robles hubo más decisiones, pero también se carecía de un proyecto de ciudad. De Andrés López puedo celebrar dos cosas, el Metrobús y el Bando 2, aquél que defendía el repoblamiento de las delegaciones centrales. No comparto el subsidio generalizado a adultos mayores y madres solteras, aunque reconozco que tiene sus bondades y que por primera vez hizo tangible la acción social del gobierno. En la administración de López dominó la búsqueda de la presidencia y la falta de un proyecto de ciudad, lo que lo llevó a emprender obras como el segundo piso del Periférico, que aparentemente buscaban congraciarlo con la clase media. Creo que el cambio de giro sí empieza con Andrés López, pero todavía se favorece al auto por encima de las personas y sin duda se carece de un proyecto. Alejandro Encinas representa la parálisis, no sólo por el cierre de Paseo de la Reforma por sus correligionarios, sino porque al final de cuentas el gobierno de la ciudad estaba al servicio de una candidatura presidencial. López es el cambio de giro, Encinas es un momento neutral y Ebrard me parece el punto de arranque para una gran ciudad. No comparto los segundos pisos, no comparto la supervía, no comparto su falta de espíritu democrático en la que siempre quiere ver un interés detrás de toda crítica, hubiera preferido que su gabinete no fuera el espejo de un pastel dividido entre tribus, sino el conjunto de mejores profesionistas conduciendo cada uno el tema que conoce. Creo que tiene a la cabeza de algunas secretarías a personas comprometidas, y en otras secretarías tiene a políticos que no se interesan en el éxito de las políticas que tienen a su cargo. Pronto Ebrard se marchará del gobierno de la ciudad. No espero grandes variaciones con el sucesor de su confianza que deje de manera interina, pero sí esperaría que en 10 meses elijamos a alguien que profundice el cambio iniciado en esta administración y que ahora sí sea completamente congruente en las políticas y no ande anunciando que hará la vida de cuadritos a los automovilistas con nuevas vías.

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