Como he mencionado ya en varias ocasiones, la posibilidad de transformación del transporte en la Ciudad de México se concretará si el próximo gobierno se concentra en desarrollar una Red Integrada, una transformación del sistema de buses y con participación social.
¿Qué es la participación social? Si bien soy politólogo, no es un tema en el que me sienta tan cómodo, pero lo describiré desde mis propias aspiraciones ciudadanas.
1. ¿Debo votar?
La participación política no es lo mismo que la participación social, pero se acercan. Creo que el No votar es un derecho, al igual que el votar, en tanto el voto no es obligatorio. No votar no merece ninguna censura, por un lado; y por otro, votar o no votar no da mayor o menor autoridad para opinar.
Es decir, no estoy de acuerdo con las frases que sentencian que si no votas no tienes derecho a opinar. El No - voto, es también una opinión.
2. Una mejor sociedad.
¿Todos aspiramos a una mejor sociedad? De aspirar, tal vez todos aspiremos a una mejor sociedad, más no todos cooperamos con una mejor sociedad. El votar no me hace partícipe de una mejor sociedad. El no votar tampoco me excluye.
La mejor sociedad a la que aspiro la construyo yo mismo. Es cierto que puede haber quienes cooperen más o quienes estorben, pero al final de cuentas la acción más importante es la mía propia.
Actuar contra la sociedad sí me excluye. En la medida que mis acciones, deliberadamente, afectan a los demás, convivo negativamente con la sociedad. Esto es más grave que votar o no votar.
3. Todos tienen derecho a participar
Participar de los problemas públicos no es participar en política. El artículo 33 constitucional, en sí castrante ("Los extranjeros no podrán de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país"), no limita la participación en los asuntos políticos de la comunidad, de la ciudad o del estado, sólo del país. Hay un veto implícito en la participación de los extranjeros, lo cual no debería ocurrir.
Participamos porque vivimos problemas y beneficios. Participamos en las cosas que nos afectan. No puede haber limitación en la participación por extranjería ni por ninguna otra causa.
4. Participación y eficacia no están peleados.
Los gobiernos democráticos son electos periódicamente, esto no patea los espacios de participación a los 3 o 6 años. La participación puede ser permanente.
No obstante, la participación social no excluye la acción y decisión gubernamental. El gobierno define las políticas públicas a partir de la participación pero no puede quedar atrapado en el referéndum o en mecanismos de consulta para cada decisión. Lo que sí debe ocurrir, desde mi óptica, es la construcción de procesos democráticos repetibles.
Las decisiones de mayor impacto deben consultarse, las de menor no. Las decisiones de impacto local deben tener mecanismos locales, pero en la medida que las decisiones se vuelven generales hay que armonizar el legítimo interés local con el también legítimo interés regional.
5. El punto de partida del bien jurídico tutelado
Hay decisiones polémicas a cargo de los gobiernos. Hay necesidad de revertir situaciones que han sido toleradas pero que no necesariamente deban ser, y sin embargo la exigencia de consulta nos puede llevar a discutir lo ridículo, lo ilegal, lo indebido. En todo caso la consulta debe ser sobre el uso del bien jurídico tutelado.
¿Someter a consulta pública el desalojo de una colonia de invasores? ¿La inequitativa asignación del espacio público? Lo que ha de discutirse es qué hacer con las reglas de manera abstracta o los procedimientos de desalojo, los destinos del espacio público.
Esto no niega la discusión en lo concreto. Podemos discutir el uso específico de un área verde, de un espacio público determinado, de un pozo, de muchas otras cosas más, pero sobre la base de lo que queremos lograr, no sobre la continuidad del usufructo presente.
6. Crear instituciones y procedimientos
Creo mucho en la participación ciudadana pero también en que elegimos autoridades para que tomen decisiones, construyendo consensos. Hay momentos de deliberación y hay momentos de decisión. El chantaje es inadmisible si se dio oportunidad a la participación, pero es lo más defendible cuando no hubo los suficientes espacios de participación.
Desarrollemos mecanismos, instituciones y procedimientos democráticos, con ellos, la autoridad puede, al final de cuentas, tomar decisiones mucho más transparentes, consensadas y adecuadas. Que la autoridad no le tenga miedo a la participación, pero que la sociedad no le tenga miedo a la decisión.
7. Adiós a las genialidades
La participación nos debe llevar a mejores decisiones. La solución a los problemas no puede ser una genialidad del gobierno en turno, sino una decisión articulada de política pública que trascienda los periodos de gobierno y que se construya con opiniones de los actores, entendiendo su propia problemática.
Hay elementos sensibles que deben ser consultados para generar una apropiación de la ciudadanía. El nombre de un parque, de un servicio de transporte, de una ley, se convierten en decisiones importantes y trascendentes en la medida que generan apropiación ciudadana.
...
Estas son tan solo ideas sobre la participación ciudadana. Es un tema que debemos ir construyendo y defendiendo. Con participación ciudadana el cambio en la movilidad hace mucho sentido porque rompería precisamente con las genialidades de los ciclos políticos.
lunes, 6 de febrero de 2012
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