El bloguero de la megablógolis

se quiere desblogueromegablogolizar,
el que lo desblogueromegablogolizare
será un desblogueromegablogolizador


lunes, 11 de julio de 2011

Generación GPS

Recién hice un viaje a Estados Unidos, a una ciudad muy dependiente del automóvil, Miami. La primera sorpresa no fueron las dimensiones de la ciudad, eventualmente similares a la Ciudad de México con menos de la tercera parte de la población, considerando no sólo el Condado de Miami - Dade, sino también los contiguos. Decía que la primera sorpresa no fue la baja densidad, sino la forma en que la gente se está moviendo. Mi primo pasó a recogerme al hotel y le di las indicaciones: Tomas la 75 y te sales en Sheridan, Necesito la dirección exacta -dijo- para meterla en el GPS. Al día siguiente me llevó a tomar un autobús de la GreyHound (peor que el peor autobús foráneo de México) y nuevamente me pidió la dirección exacta. Mientras manejaba sallió de la carretera, pagó una caseta, se dio la vuelta en U y volvió a entrar en la carretera, se quejó furioso del GPS ... pero siguió guiando toda su ruta por el GPS.

Días después pedi al hotel un taxi. En vez de un taxi tradicional llegó una van. Le indiqué al conductor mi destino: Flamingo y Pembroke, Necesito la dirección exacta, dijo. Se la indiqué sin código postal, su reacción fue sacar su teléfono celular y pedirnos el número del destino al que íbamos para pedir la dirección exacta. Extrañados marcamos y finalmente obtuvimos la dirección exacta. La ruta esperada era que el taxista se siguiera derecho por la avenida en la que estábamos por unos 4 o 5 kilómetros. Sin embargo, la ruta indicada fue -minutos después de haber aceptado una exorbitante tarifa- un giro a la derecha, un viaje de 2 kilómetros, un giro a la izquierda, 400 metros a lo sumo, un giro a la izquierda hasta volver a la avenida de la que salimos. En esencia, el GPS nos obligó a dar una vuelta innecesaria, que sin duda impactó la tarifa, de unos 4 kilómetros y quizá unos 5 minutos. Más adelante hubo otras vueltas igualmente innecesarias, pero el chofer se negó a abandonar las instrucciones del GPS.

Una conocida sabía llegar perfectamente a un departamento que frecuentaba de vez en vez. A partir de que compró su GPS comenzó a perderse.

Estoy sorprendido de la capacidad de idiotización que tiene el GPS. Soy fan de los mapas virtuales y suelo utilizarlos. Los mapas, no las rutas. He llegado a imprimir rutas por internet y las he usado de manera estricta, pero nunca me he topado con rutas estúpidas que me hagan dar vueltas a lo loco.

¿Qué ciudad queda detrás de un GPS? Creo que los ejemplos expuestos me dejan claro que el GPS no es la ciudad, pero que el GPS como un instrumento mal entendido sólo contribuye a deshacer el disfrute de la ciudad. Si al final de una generación el GPS se vuelve la forma común de llegar a un destino, entonces la gente no se aprenderá los nombres de las calles, los comercios que hay en las esquinas, las rutas o los paisajes, ni buscará tampoco los recorridos agradables y repetibles, al final de unos años todos nuestros trayectos estarán fijados por coordenadas y giros innecesarios.

El redescubrimiento de las ciudades no va de la mano del GPS, por el contrario. Las ciudades serán disfrutables sólo para quienes sepan ver al GPS como un instrumento de apoyo y no como el que da las órdenes en el andar por la ciudad.

1 comentario:

Sofía López Olalde dijo...

Coincido contigo. Me acabo de comprar un GPS y estoy sorprendida de las rutas que sugiere! No hay que olvidar que se trata de un software "inteligente" mas no pensante.