El bloguero de la megablógolis

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lunes, 24 de agosto de 2009

¿Quién se ha llevado mi VaKA?

El pasado lunes acudí a una cena en Polanco. Al salir de allí uno de los asistentes a la misma dijo que pediría un taxi, por lo que le pregunté a dónde iba y dijo que a la Condesa. "Yo te llevo" dije sin dudarlo pues me quedaba de paso. Una vez que arribamos al destino, comentamos algunas cosas al interior de mi auto y no más de 3 minutos después llegó un vehículo compacto con dos personas, del cual descendió el pasajero con un arma y ordenó entregarle el vehículo. En una desafortunada coincidencia, computadora portátil y más efectivo del que suelo traer acompañaron a mi auto. También una decena de libros "Un proyecto alternativo de ciudad", de mi autoría, por supuesto.

No escribo esto para alarmarlos ni para contribuir a un ambiente de temor que, estoy convencido, es el peor aliado que podemos tener en esta ciudad. De lo que quiero hablar, y de allí que parafrasee el título de un "clásico" de los libros de automotivación, es de cómo esta ciudad no está funcionando bien y cómo sobrevivir pese a ello. Hay que ser fríos.
Lo primero que hice fue marcar el 55335533 para que la policía tratara de localizar el vehículo. Al marcar me encontré con un amplio interrogatorio sobre las circunstancias, lo que se habían robado, cómo estaba yo, y al final los datos básicos: placas del vehículo y características. Digamos que si tardé 2 minutos en marcar, la policía prefirió perder los siguientes 5 minutos en preguntas estúpidas. Solución: si alguien reporta un robo, los datos se tienen que estar radiando de inmediato a unidades de reacción justo en el orden que sean más útiles, no más inútiles como hoy día.
Posteriormente, una vez que enfrenté el viacrucis de recoger el duplicado de las llaves de mi casa, ir a mi casa por una identificación y acudir al Ministerio Público, pude constatar -una vez más, por supuesto, pues esta ciudad ofrece muchas oportunidades para que eso suceda-, que todo está hecho para que la delincuencia no disminuya. Varios empleados dormidos (con turnos de 24 horas quién no se va a dormir), poca disponibilidad para modificar sus procedimientos (pedí expresamente al agente del ministerio público que por ese acto quedara ratificada mi denuncia, pero obligadamente citan al ciudadano a ratificar porque así justifican su trabajo, no porque sea necesario si no se aportan elementos adicionales), y un gran absurdo. Mis datos quedaron reservados y en sobre cerrado, como es ahora el sistema, que permite solicitar dicha reserva de datos; no obstante, al momento de pasar a la Policía Judicial para darles los datos del vehículo para ayudar a su localización (¿no es un poco absurdo, si los di primero por teléfono y luego en mi declaración miniserial?) fue donde encontré más empleados dormidos y, conforme al sistema, me solicitaron mis datos personales, por lo que reclamé que ya estaban en un sobre cerrado. "El sistema los pide". Los ciudadanos, de nuevo, quedamos indefensos.
Para "asegurar la confidencialidad", por cierto, el agente del ministerio público me dio una hoja con los datos de mi averiguación previa, un número telefónico y un "NIP" con los que debo dar seguimiento a la búsqueda de mi auto. Ese número telefónico es el 53458000. Por favor, hagan la lucha, les aseguro que nadie contestará. Es imposible que dé seguimiento a mi robo de esta manera.
Ya al amanecer, a eso de las 5:15, salí de la Agencia que está en Álvaro Obregón y Valladolid. Iba acompañado del amigo que iba yo a dejar en su casa cuando el asalto. Estábamos muy cerca del lugar, en Campeche, en la hipódromo. Él quería tomar un taxi. Le sugerí que camináramos. Para mí era la mejor terapia: nada como llegar caminando, de noche, a la misma calle donde se ponen los trasvestis y donde fuiste asaltado 4 horas antes; mi intención fue no dejar que el temor me colmara. De hecho, en ningún momento sentí temor o nervios. Sensación extraña. Depresión horas más tarde, pero no muy prolongada aunque sí profunda. Lo dejé en su casa y caminé hacia la esquina de los trasvestis, doblé y minutos después entré al metro Chilpancingo. Para cuando salió el sol ya estaba en casa, esperando al ajustador del seguro.
Entre la agencia del Ministerio Público y la casa de mi amigo pasamos por un edificio muy bien vigilado en Avenida México y Sonora. Exacto, tres patrullas frente al edificio donde vive Marcelo Ebrard. Sin comentarios.
Repasé un listado de lo que debía reponer:
1. Mi licencia de manejo. Lo logré en un trámite sencillísimo y colmado de amabilidad, en las oficinas de la Secretaría de Transportes y Vialidad. Yo había ido al Ministerio Público a que me certificaran la copia del acta de mi averiguación previa, a un lado de las oficinas de STV, y decidí preguntar los requisitos para recuperar mi licencia permanente. Comprobante de domicilio e identificación en copias, y pago de 628 pesos. Los llevaba en la mano sin haberlos preparado. En la fotocopiadora, en el banco y en el trámite coincidí con Fabiruchis ... viejo conocido de esas oficinas de la STV según me confiaron.
2. Mi teléfono celular. Fui a Telcel y me dijeron que debía ir a Inbursa con tres documentos: copia del acta del MP, factura del teléfono y último recibo de Telcel. Llamé por teléfono para corroborar los datos y saber a dónde acudir y me dijeron que en cualquier oficina de Seguros Inbursa me tramitarían un vale. Llegué a la oficina que está en Colima y me encontré: que no abren a las 8:30 como dice la página de internet, que necesitaba más papeles, incluida una carta, el adendum de mi contrato y el número de reporte de robo de Telcel, y que tardan 8 días en hacer el trámite a no ser que fuera a Plaza Cuicuilco, donde fui y me encontré con un empleado muy amable que me solucionó las cosas en 5 minutos. Dos horas después estaba estrenando teléfono.
3. La credencial de mi trabajo. Me la repusieron de inmediato.
4. La credencial de la UNAM. Aún debo llevar una fotografía tamaño infantil a color, que no me he tomado.
5. La credencial del IFAL. Murió por la patria. De momento no estoy tomando clases de francés aunque pretendo reanudar.
6. La credencial de gastos médicos mayores. Mierlife no me ha mandado una credencial en los últimos 3 años, así que es tiempo de marcarles a ver si ya me sueltan mis deducibles y mi credencial.
7. Mis tarjetas del metro y el metrobús. Ya lo hice.
8. Mis tarjetas de débito y crédito. Los bancos son un poco lentos. Quizá a fines de la próxima semana.
9. Mi computadora portátil. Esperaré a las ofertas de fin de año. Será Mac ... hasta la vista, Bill!
10. Mi vehículo. No será antes del 18 de septiembre, a no ser que aparezca. Veremos para qué me alcanza.
Si la vida te da limones, haz limonada. Me siento incómodo, pero la mejor estrategia de sobrevivencia es saber adaptarse a las circunstancias en el menor tiempo posible. Si alguien vio la película de "Viólame", luego de la violación a dos chicas, una de ellas está destrozada y ni siquiera se puede vestir; la otra se pone la ropa con mucha frialdad, así que la más débil pregunta a la otra por qué está así, pues parece no estar sufriendo. La más fuerte responde: si sabes que se pueden robar tu auto, no vas a dejar nada de valor adentro.
No es, desde luego, fácil. Dormí dos horas cuando se fue el del seguro. Pero comenzaron las llamadas. Estuve deprimido dos horas. No puedo seguir así, me dije, y tomé la bicicleta, fui al IFE (esa credencial está en algún lugar de mi casa, pero igual la necesito) y me encontré con una cola enorme y un trámite lentísimo (volví el sábado, mejor, pero es una lástima cómo han complicado un trámite tan fácil); fui al banco y luego a comprar una nueva cerradura, que a mi regreso yo mismo instalé. Hacia la tarde volví a dormir un rato. Al día siguiente estaba casi como si nada. Llegué un poco tarde al trabajo, el micro que va a Salto del Agua da demasiadas vueltas, ahora lo sé.
No me atrevo a señalar que la delincuencia esté creciendo en esta ciudad. Los números no son bajos pero tampoco los más altos del país. Suficientes para impactar y para hacernos sentir vulnerables. Pero una golondrina no hace verano. Supongamos que estos números bajaran 90% ... si mi caso está en el 10% que no se redujo yo tendría la tentación de pensar que cada vez está peor. No quiero hablar más del asunto. Está cerrado. Seguiré viviendo mi ciudad exactamente igual que el lunes antes del asalto.
Hay muchas cosas por hacer para mejorar la seguridad en la ciudad. Básicas. No se están haciendo. Ora que tengamos un buen gobierno así ocurrirá. Por favor confíen. Esto será como soplar a un rehilete en el que todos los colores, que representan opiniones diversas, se unan en torno a un blanco.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Prosor, lamento mucho la desafortunada aventura....pero una llamada para ayudarte....la ciudad también es para solidaridades ciudadanas...

JAMS

Arturo dijo...

Que historia...Sr. Remes. Que pena por lo sucedido, espero siga con su proyecto de slvar`la ciudad.

Cordialmente, Arturo

Roberto Remes Tello de Meneses dijo...

Gracias, Arturo y JAMS por sus comentarios y condolencias.

Anónimo dijo...

Que pena lo de tu auto, pero felicidades por no haberte hecho el valiente y conservar la vida y estabilidad emocional de tu amigo, quien hubiera visto derrumbado su psique atestiguando como te disparaban y tu posterior deceso. Buscando no solo el lado positivo sino tambián aprendizaje, creo que es una gran oportunidad para conocer más a fondo el transporte público y -muy importante- platiques con otros usuarios. Podrás opinar más desde la óptica de un ciudadano de a pie y no de un automovilista que siente que el gobierno les debe las perlas de la virgen por haber pagado una tenencia. Además tus ojos y oidos te agradecerán más interacción en el mundo real que con el virtual a través de monitor y dispositivos multimedia. Saludos.

Roberto Remes Tello de Meneses dijo...

Créeme que este blog no lo escribo desde el auto. Revisa otros artículos y verás que conozco la ciudad desde la calle y no desde un habitáculo.