En este blog platiqué en varias ocasiones sobre el disfrute que me implicaba dejar de vez en vez el automóvil y tomar el transporte público. Me convertía en un observador y disfrutaba los momentos urbanos. La ciudad es muy diversa y tiene mucho que disfrutar a pie. Cada nuevo servicio de transporte que ha salido en esta ciudad lo he ido a probar. De hecho, he estado en casi todas las estaciones del metro y he utilizado la inmensa mayoría, es decir, caminado en sus alrededores, ocupado su servicio para llegar a algún punto específico y no sólo para realizar mi turismo metropolitano, que es algo que verdaderamente disfruto.
Obvio, ya utilicé varias rutas de autobuses expreso; los nuevos autobuses de Reforma, las dos líneas del Metrobús, el tren suburbano (me falta conocer las dos nuevas estaciones), el tren ligero y los trolebuses del Corredor Cero Inversiones (oficialmente conocido como Cero Emisiones).
El robo de mi auto hace 40 días trastocó todo mi disfrute. No es lo mismo tomar el transporte público de manera ocasional, con la voz interior recordándome que tengo la capacidad de elegir entre transporte público y automóvil, que de pronto ser un esclavo del transporte público. Obvio, en la rutina prefiero mi habitáculo privado, con mi música fuerte ... y si se puede la potencia de un 6 cilindros y la soberbia de una camioneta de tres filas. La otra alternativa es que las costumbres particulares de esta ciudad me hagan vivirla por los cinco sentidos. No hay iPod que logre aislarme lo suficiente del mundo como para no escuchar la música del microbús o de las mochilas de los vendedores de mp3, no puedo dejar de respirar el olor a fritangas por cualquier rincón de la urbe o el humo del cigarro de uno que otro microbusero o taxista. Como el canto de las sirenas, los sabores de esta ciudad tientan no sólo para cualquiera de las tres comidas, sino entre ellas. Hace unos días me sentí manoseado por una decena de adolescentes que llegaron gritando y bromeando a un vagón apretado del metro.
¿Podría sobrevivir sin automóvil en esta ciudad? De poder, podría, pero conforme pasan los días me siento más hastiado de una situación que dentro de todo es privilegiada: el seguro pagará y si bien no me compraré un vehículo de la categoría del que traía, podré satisfacer tanto mis aventuras urbanas como las que me traslucen otros mundos.
Vivo, sin embargo, lejos de estaciones del metro, Metrobús o trenes. La parada del camión más cómodo está a casi 10 minutos de la casa y éste puede tardar hasta media hora en pasar. Mis destinos se hallan del otro lado de la ciudad. A mediados de 2011 viviré a tan solo 3 kilómetros de una estación del metro: una caminata sin banquetas que me tomará no menos de media hora.
Soy mucho más observador, negocios por los que pasaba a diario ahora tienen nombre y fachada; los rostros son muy distintos, me sensibilizo. En los últimos tiempos he estado participando con un grupo de amigos interesados en cambiar esta ciudad y cuando hayan madurado las cosas estaremos haciendo propuestas como grupo ... sin embargo nos hace mucha falta sensibilizarnos, empaparnos más, vivir la ciudad desde otros zapatos.
lunes, 28 de septiembre de 2009
lunes, 21 de septiembre de 2009
La burocracia y los taxímetros
Para cualquiera de nosotros acudir a una oficina de licencias y control vehicular, a una oficina de la tesorería o a una agencia del ministerio público es una pesadilla que nadie quisiera enfrentar. En las últimas semanas, como consecuencia del "pequeño incidente" que narré en este blog, he tenido que visitar las tres.
Hasta donde escribí hace un mes, fue la primera visita al MInisterio Público. Para la ratificación me presenté de nuevo con quien me indicaron. Si estaba de buen humor o no, no se lo noté, yo puse mi mejor disposición y al revisar mis documentos la agente me dijo que mi Carta Factura era muy vieja y que debía pedirle a la concesionaria donde compré el vehículo que me expidiera una nueva. Vi el reloj y tomé una decisión rápida, ir a Tlalnepantla por el documento. Tomé el Metrobús hasta Buenavista y luego el tren suburbano hasta Tlane, caminé por los largos y resbalosos pasillos (algunas de las estaciones del metro más nuevas, así como todas las del tren suburbano, tienen el defecto de que por poner un piso para mucho tráfico éste es sumamente resbaloso para quienes no llevan zapato de goma) hasta el "sitio" de taxis que está en el exterior. Para un trayecto sumamente corto (entre dos y tres kilómetros) pagué algo así como 50 pesos, con base en una tarifa que el chofer jamás encontró en una lista enmicada. De regreso, ya con el documento en mano, el taxi se abarató a 40 pesos pero no hubo taxímetro. En la agencia del ministerio público pude ratificar mi denuncia una vez que la agente concluyó una importante y alegre plática de 15 minutos con sus compañeros de trabajo; el proceso fue muy rápido gracias a las mejoras en el sistema, debo reconocerlo. Una vez que firmé el documento y recibí mi copia simple pregunté si podía obtener una copia certificada. Me dijo que sí, pero que debía pagar las copias en la tesorería, sacar yo mismo las fotocopias y presentarme antes del 31 de agosto ¡porque iban a archivar el expediente! (me siento inocente al poner los signos de admiración, como si no tuviera claro que los robos no se investigan en esta ciudad). Así lo hice, y días después, sin que la agente cotejara con el original, engrapó, marcó y selló mis hojas, que de pronto se transformaron en "copia certificada".
El pago de las copias certificadas me llevó a la Tesorería. Cuando pregunté por el trámite me dijeron que debía llenar dos hojas iguales con mi nombre, dirección, teléfono, correo electrónico, número de averiguación previa, y otros datos innecesarios más. Me formé para que un empleado revisara mi formato e imprimiera un par de hojas adicionales que me servirían para realizar el pago. De nuevo tuve que formarme, pero esta vez ya en la caja. Delante de mí estaba un tipo con lentes de forma muy rara, pero sin cristal. Tuve la sensación de estar formado junto a un delincuente escondido detrás de unas extrañas gafas. Simple especulación. Pagué 20 pesos y salí de allí. El costo de mi trámite para la ciudad fue varias veces más elevado que los 20 pesos que dejé. El costo para mí fue también alto en tiempo, y hasta cierto punto en dinero, ya no pude tomar la combi hacia mi siguiente destino sino que la prisa me exigió taxi. Uno de los más amables que me han tocado este mes. Cobró con taxímetro.
Cumplido el mes del hecho denunciado, lo que procede es dar debaja las placas e iniciar el trámite en la aseguradora para que me paguen. ¿Cómo dar de baja las placas? Bien, hay que acudir a una oficina de Licencias y Control Vehicular, que existen en casi todas las delegaciones. La que me quedaba más cerca era una por Huipulco. Al llegar a ella me encontré con una cartulina, ya tirada en el suelo, que decía más o menos "nos cambiamos a Moneda esquina Cda. Carrasco". Caminé hacia Tlalpan, crucé por el puente peatonal y donde vi un sitio de taxis me acerqué a pedirle me llevara a esta oficina: "Allí no hay ninguna oficina de licencias" respondió, "sí señor, acabo de ir a la de aquí enfrente y me dicen que ahora está en Moneda y Carrasco", "pero Moneda y Carrasco no hacen esquina", "bueno, cerrada Carrasco", "oiga, pero nosotros aquí no trabajamos con taxímetro, la cuota mínima es 60 pesos". Molesto le dije "no gracias" y caminé en lo que decidía de qué manera irme, antes de 100 metros di con otro sitio de taxi "¿Es con taxímetro?" sí. Di la explicación sobre mi destino y me respondió el taxista "ah, Vivanco". Fueron 15 pesos.
En el módulo me presenté con los requisitos que decía la página de la Secretaría de Transportes y Vialidad:
El formato todavía tenía unos campos sin llenar, porque tenía dudas. De todo lo demás estaba listo. Al revisarme los documentos me preguntaron por la "factura de origen" por sólo traer la Carta Factura. Negué tenerla, pero me insistieron que era un requisito. También me preguntaron por el Repuve. Quéseso fue mi respuesta-pregunta con azoro. "Lo puede sacar en internet aquí en la papelería". "Sí ¿pero qué es?" "Entra a la página del Repuve y lo imprime". Ahora puedo explicar lo que es: en la página del REPUVE (www.repuve.gob.mx) uno introduce el número de placas y sale si tiene o no reporte de robo.
Me fui a la oficina, estuve trabajando un rato y haciendo llamadas para obtener la copia de mi factura. Un proceso que parecía imposible se concretó más rápido de lo que esperaba, a pesar de que en el banco me aseguraron que tardaría una semana. Fui a la oficina de licencias y control vehicular que me quedaba más cerca de allá, Miguel Hidalgo, pero me indicaron que ya no darían fichas sino hasta el lunes. Decidí ir de nuevo a "Vivanco". Gracias al Metrobús llegué antes de las 5 de la tarde. Cierran a las 6.
Había 3 personas antes de mí. Si atendían una cada 15 minutos, daba perfecto tiempo para completar mi trámite.
A las 5 en punto, cuando salen los empleados que entran más temprano, se cayó el sistema. "Si no llega antes de las 5:30 no los podremos atender". El jefe de la oficina de licencias parecía no darse cuenta de lo que pasaba en realidad, "lo lamento, se cayó el sistema" fue lo único que dijo. Los empleados que salían a las 5 se despidieron, pero el resto comenzó a preparase para marchar. Como a las 5:25 el jefe de la oficina anunció que revisarían que nuestros documentos estuvieran completos, y un empleado que no recordaba bien los requisitos se encargó de revolver los míos. En unos minutos los ordenaré y me iré a completar mi trámite.
Salí con una sonrisa en los labios. No haber manejado en un mes ha incrementado mi capacidad de sobrevivencia en esta ciudad. Sólo me preguntaba cómo hacer una solicitud de información para conocer las fallas en el sistema de las oficinas de licencias. Seguro que siempre los viernes se cae a las 5 de la tarde. Caminé al Centro de Tlalpan y en el sitio de taxis, ya escamado, pregunté "¿es con taxímetro?" "No, es por zonas, ¿a dónde va?".
Hasta donde escribí hace un mes, fue la primera visita al MInisterio Público. Para la ratificación me presenté de nuevo con quien me indicaron. Si estaba de buen humor o no, no se lo noté, yo puse mi mejor disposición y al revisar mis documentos la agente me dijo que mi Carta Factura era muy vieja y que debía pedirle a la concesionaria donde compré el vehículo que me expidiera una nueva. Vi el reloj y tomé una decisión rápida, ir a Tlalnepantla por el documento. Tomé el Metrobús hasta Buenavista y luego el tren suburbano hasta Tlane, caminé por los largos y resbalosos pasillos (algunas de las estaciones del metro más nuevas, así como todas las del tren suburbano, tienen el defecto de que por poner un piso para mucho tráfico éste es sumamente resbaloso para quienes no llevan zapato de goma) hasta el "sitio" de taxis que está en el exterior. Para un trayecto sumamente corto (entre dos y tres kilómetros) pagué algo así como 50 pesos, con base en una tarifa que el chofer jamás encontró en una lista enmicada. De regreso, ya con el documento en mano, el taxi se abarató a 40 pesos pero no hubo taxímetro. En la agencia del ministerio público pude ratificar mi denuncia una vez que la agente concluyó una importante y alegre plática de 15 minutos con sus compañeros de trabajo; el proceso fue muy rápido gracias a las mejoras en el sistema, debo reconocerlo. Una vez que firmé el documento y recibí mi copia simple pregunté si podía obtener una copia certificada. Me dijo que sí, pero que debía pagar las copias en la tesorería, sacar yo mismo las fotocopias y presentarme antes del 31 de agosto ¡porque iban a archivar el expediente! (me siento inocente al poner los signos de admiración, como si no tuviera claro que los robos no se investigan en esta ciudad). Así lo hice, y días después, sin que la agente cotejara con el original, engrapó, marcó y selló mis hojas, que de pronto se transformaron en "copia certificada".
El pago de las copias certificadas me llevó a la Tesorería. Cuando pregunté por el trámite me dijeron que debía llenar dos hojas iguales con mi nombre, dirección, teléfono, correo electrónico, número de averiguación previa, y otros datos innecesarios más. Me formé para que un empleado revisara mi formato e imprimiera un par de hojas adicionales que me servirían para realizar el pago. De nuevo tuve que formarme, pero esta vez ya en la caja. Delante de mí estaba un tipo con lentes de forma muy rara, pero sin cristal. Tuve la sensación de estar formado junto a un delincuente escondido detrás de unas extrañas gafas. Simple especulación. Pagué 20 pesos y salí de allí. El costo de mi trámite para la ciudad fue varias veces más elevado que los 20 pesos que dejé. El costo para mí fue también alto en tiempo, y hasta cierto punto en dinero, ya no pude tomar la combi hacia mi siguiente destino sino que la prisa me exigió taxi. Uno de los más amables que me han tocado este mes. Cobró con taxímetro.
Cumplido el mes del hecho denunciado, lo que procede es dar debaja las placas e iniciar el trámite en la aseguradora para que me paguen. ¿Cómo dar de baja las placas? Bien, hay que acudir a una oficina de Licencias y Control Vehicular, que existen en casi todas las delegaciones. La que me quedaba más cerca era una por Huipulco. Al llegar a ella me encontré con una cartulina, ya tirada en el suelo, que decía más o menos "nos cambiamos a Moneda esquina Cda. Carrasco". Caminé hacia Tlalpan, crucé por el puente peatonal y donde vi un sitio de taxis me acerqué a pedirle me llevara a esta oficina: "Allí no hay ninguna oficina de licencias" respondió, "sí señor, acabo de ir a la de aquí enfrente y me dicen que ahora está en Moneda y Carrasco", "pero Moneda y Carrasco no hacen esquina", "bueno, cerrada Carrasco", "oiga, pero nosotros aquí no trabajamos con taxímetro, la cuota mínima es 60 pesos". Molesto le dije "no gracias" y caminé en lo que decidía de qué manera irme, antes de 100 metros di con otro sitio de taxi "¿Es con taxímetro?" sí. Di la explicación sobre mi destino y me respondió el taxista "ah, Vivanco". Fueron 15 pesos.
En el módulo me presenté con los requisitos que decía la página de la Secretaría de Transportes y Vialidad:
Original y dos copias simples de los siguientes documentos:
1.- Solicitud;
2.- Factura o carta factura vigente;
3.- Identificación oficial, tales como: credencial para votar con fotografía, cartilla militar, pasaporte, licencia de conducir, cédula profesional o credencial oficial expedida por la autoridad competente;
4 .- Comprobante de domicilio vigente, tales como: Constancia de residencia expedida por la Delegación, credencial para votar con fotografía, recibos emitidos por la Tesorería del D.F. y documentos bancarios;
5.- Pago de tenencia del ejercicio fiscal en curso y cuatro anteriores (en el caso de vehículos y motocicletas) o pago de refrendo para vigencia anual en el caso de remolques;
6.- Tarjeta de circulación y/o Placas de matrícula;
7.- Comprobante del Pago de derechos en caso de que la baja sea a consecuencia del robo del vehículo y lo acredite con el acta correspondiente, estará exento de este requisito.
En su caso:
8.- Acta de denuncia de robo ante el Ministerio Público.
9.- Manifestación bajo protesta de decir verdad en el caso de extravío de las placas y/o tarjeta de circulación;
10.- Acta constitutiva de la empresa para personas morales o Cédula Fiscal de la empresa;
11.- Carta poder e identificación del propietario y de quien realiza el trámite;
12.- Identificación del representante legal
13.- Autorización de Baja para vehículos que proceden de otra Entidad Federativa.
El formato todavía tenía unos campos sin llenar, porque tenía dudas. De todo lo demás estaba listo. Al revisarme los documentos me preguntaron por la "factura de origen" por sólo traer la Carta Factura. Negué tenerla, pero me insistieron que era un requisito. También me preguntaron por el Repuve. Quéseso fue mi respuesta-pregunta con azoro. "Lo puede sacar en internet aquí en la papelería". "Sí ¿pero qué es?" "Entra a la página del Repuve y lo imprime". Ahora puedo explicar lo que es: en la página del REPUVE (www.repuve.gob.mx) uno introduce el número de placas y sale si tiene o no reporte de robo.
Me fui a la oficina, estuve trabajando un rato y haciendo llamadas para obtener la copia de mi factura. Un proceso que parecía imposible se concretó más rápido de lo que esperaba, a pesar de que en el banco me aseguraron que tardaría una semana. Fui a la oficina de licencias y control vehicular que me quedaba más cerca de allá, Miguel Hidalgo, pero me indicaron que ya no darían fichas sino hasta el lunes. Decidí ir de nuevo a "Vivanco". Gracias al Metrobús llegué antes de las 5 de la tarde. Cierran a las 6.
Había 3 personas antes de mí. Si atendían una cada 15 minutos, daba perfecto tiempo para completar mi trámite.
A las 5 en punto, cuando salen los empleados que entran más temprano, se cayó el sistema. "Si no llega antes de las 5:30 no los podremos atender". El jefe de la oficina de licencias parecía no darse cuenta de lo que pasaba en realidad, "lo lamento, se cayó el sistema" fue lo único que dijo. Los empleados que salían a las 5 se despidieron, pero el resto comenzó a preparase para marchar. Como a las 5:25 el jefe de la oficina anunció que revisarían que nuestros documentos estuvieran completos, y un empleado que no recordaba bien los requisitos se encargó de revolver los míos. En unos minutos los ordenaré y me iré a completar mi trámite.
Salí con una sonrisa en los labios. No haber manejado en un mes ha incrementado mi capacidad de sobrevivencia en esta ciudad. Sólo me preguntaba cómo hacer una solicitud de información para conocer las fallas en el sistema de las oficinas de licencias. Seguro que siempre los viernes se cae a las 5 de la tarde. Caminé al Centro de Tlalpan y en el sitio de taxis, ya escamado, pregunté "¿es con taxímetro?" "No, es por zonas, ¿a dónde va?".
lunes, 14 de septiembre de 2009
Las inundaciones en el lago
Esta ciudad fue construida en un lago, se le desecó y año con año tenemos catástrofes con las lluvias. Hay años peores. Este año de sequía de pronto tenemos lluvias torrenciales que no sólo inundan las zonas más bajas, sino que inyectan excesiva presión a los drenajes. Ya se nos ha roto muchas veces el canal de la compañía. Recién se rompió un emisor, es decir, uno de los tubos más importantes del desagüe, porque un emisor saca de la ciudad las aguas, luego de que los interceptores, colectores y drenajes simples fueron capturando aguas por toda la ciudad.
Las imágenes impactantes de las estaciones más orientales de la línea 5 del metro nos dicen mucho. El agua alcanzaba los andenes, que están más o menos un metro arriba de las vías.
¿Qué debe hacer esta ciudad?
En sí las obras mayores se están haciendo. Se habían venido cuidando instalaciones como el drenaje profundo, los emisores central y poniente, así como el Canal Nacional. Además se está construyendo un emisor oriente. Lo que yo veo me dice que tanto a nivel Distrito Federal y Estado de México como la Comisión Nacional del Agua han venido haciendo lo correcto en términos generales.
El problema, me parece, es más en términos específicos. Si el emisor poniente se rompió por la presión en Tlalnepantla, ese punto necesitará obras específicas que reduzcan la presión en caso de una gran avenida. En distintos puntos de la ciudad se tienen "vasos reguladores" o "lagunas de regulación" que se aprovechan sólo cuando hay lluvias intensas, para evitar que la fuerza de gravedad (mientras más importante sea una pieza del drenaje más profunda es y por lo tanto más presión recibe de las partes altas). Por ejemplo, presas como Anzaldo, San Joaquín, el Vaso Regulador San Lucas, la Laguna de Regulación Horaria, el Vaso Regulador El Cristo, entre otras, se llenan en época de lluvias con las aguas que vienen de las partes altas, sus presas o cortinas detienen el agua y la van administrando al drenaje una vez que pasa la lluvia. No lo hacen mientras los ductos de aguas abajo vienen llenos, abren las cortinas cuando el drenaje pierde presión. En sequía pueden estar completamente vacías. Es posible que lo que ocurrió en Valle Dorado se debiera a una mala decisión en el manejo de las presas, pero también es probable que el emisor requiera un punto en el que se libere presión.
Lamentablemente muchos de los terrenos que debieron ser utilizados como vasos reguladores fueron utilizados para vivienda. Es el caso de la colonia Ejército de Oriente y también de una parte contigua al pueblo de Santa María Aztahuacan. No debieron urbanizarse pero por presiones o intereses lo hicieron.
Lo que hay que construir entonces es la vía para evitar nuevas inundaciones y para remediar más rápido las que ocurran. En distintas ocasiones se han hecho propuestas para recuperar viejos canales de la ciudad. Jorge Legorreta ha propuesto un canal de la Suprema Corte de Justicia a Xochimilco. La ciudad debe realizar obras hidráulicas que reduzcan los riesgos en las zonas que año con año se inundan, y sería una oportunidad hacer obras recreativas de la mano de las obras hidráulicas. Si tomamos las aguas pluviales en los puntos de mayor riesgo y las canalizamos a reservorios, canales, lagunas artificiales, etc. en las que se pueda tener actividades recreativas, la ciudad tendrá mayor capacidad para enfrentar problemas como las inundaciones de esta semana.
El lago de Texcoco puede actuar, en su momento, como una gran reserva de aguas pluviales en caso de emergencia. Pero mi propuesta es que cerca de los puntos de mayor riesgo se tenga una capacidad de recepción de aguas que además sirva para actividades recreativas. Ya en este blog he propuesto convertir el Viaducto Piedad en un gran parque lineal, con un canal de aguas pluviales de al menos 8 kilómetros, desde la Ciudad Deportiva hasta Insurgentes, bajo el cual se tenga una renovada avenida subterránea con mayor capacidad que el Viaducto. Es en esa dirección donde creo que debemos caminar: revisar los puntos de riesgo y desarrollar una mayor capacidad para contener las aguas, a través de instalaciones que puedan ser recreativas (lo cual implica separar el drenaje común del pluvial al menos donde haya mayor riesgo).
Las imágenes impactantes de las estaciones más orientales de la línea 5 del metro nos dicen mucho. El agua alcanzaba los andenes, que están más o menos un metro arriba de las vías.
¿Qué debe hacer esta ciudad?
En sí las obras mayores se están haciendo. Se habían venido cuidando instalaciones como el drenaje profundo, los emisores central y poniente, así como el Canal Nacional. Además se está construyendo un emisor oriente. Lo que yo veo me dice que tanto a nivel Distrito Federal y Estado de México como la Comisión Nacional del Agua han venido haciendo lo correcto en términos generales.
El problema, me parece, es más en términos específicos. Si el emisor poniente se rompió por la presión en Tlalnepantla, ese punto necesitará obras específicas que reduzcan la presión en caso de una gran avenida. En distintos puntos de la ciudad se tienen "vasos reguladores" o "lagunas de regulación" que se aprovechan sólo cuando hay lluvias intensas, para evitar que la fuerza de gravedad (mientras más importante sea una pieza del drenaje más profunda es y por lo tanto más presión recibe de las partes altas). Por ejemplo, presas como Anzaldo, San Joaquín, el Vaso Regulador San Lucas, la Laguna de Regulación Horaria, el Vaso Regulador El Cristo, entre otras, se llenan en época de lluvias con las aguas que vienen de las partes altas, sus presas o cortinas detienen el agua y la van administrando al drenaje una vez que pasa la lluvia. No lo hacen mientras los ductos de aguas abajo vienen llenos, abren las cortinas cuando el drenaje pierde presión. En sequía pueden estar completamente vacías. Es posible que lo que ocurrió en Valle Dorado se debiera a una mala decisión en el manejo de las presas, pero también es probable que el emisor requiera un punto en el que se libere presión.
Lamentablemente muchos de los terrenos que debieron ser utilizados como vasos reguladores fueron utilizados para vivienda. Es el caso de la colonia Ejército de Oriente y también de una parte contigua al pueblo de Santa María Aztahuacan. No debieron urbanizarse pero por presiones o intereses lo hicieron.
Lo que hay que construir entonces es la vía para evitar nuevas inundaciones y para remediar más rápido las que ocurran. En distintas ocasiones se han hecho propuestas para recuperar viejos canales de la ciudad. Jorge Legorreta ha propuesto un canal de la Suprema Corte de Justicia a Xochimilco. La ciudad debe realizar obras hidráulicas que reduzcan los riesgos en las zonas que año con año se inundan, y sería una oportunidad hacer obras recreativas de la mano de las obras hidráulicas. Si tomamos las aguas pluviales en los puntos de mayor riesgo y las canalizamos a reservorios, canales, lagunas artificiales, etc. en las que se pueda tener actividades recreativas, la ciudad tendrá mayor capacidad para enfrentar problemas como las inundaciones de esta semana.
El lago de Texcoco puede actuar, en su momento, como una gran reserva de aguas pluviales en caso de emergencia. Pero mi propuesta es que cerca de los puntos de mayor riesgo se tenga una capacidad de recepción de aguas que además sirva para actividades recreativas. Ya en este blog he propuesto convertir el Viaducto Piedad en un gran parque lineal, con un canal de aguas pluviales de al menos 8 kilómetros, desde la Ciudad Deportiva hasta Insurgentes, bajo el cual se tenga una renovada avenida subterránea con mayor capacidad que el Viaducto. Es en esa dirección donde creo que debemos caminar: revisar los puntos de riesgo y desarrollar una mayor capacidad para contener las aguas, a través de instalaciones que puedan ser recreativas (lo cual implica separar el drenaje común del pluvial al menos donde haya mayor riesgo).
lunes, 7 de septiembre de 2009
Los artistas urbanos
Entra en un vagón del metro un hombre y comienza a cantar, sin música de fondo. Su canto da lástima. Ese es tal vez el objetivo. Condolernos y entregar alguna moneda. Simple sobrevivencia.
En las afueras de los restaurantes con terraza ocurre lo mismo. Se acerca un cantante tras otro, unos buenos y otros muy malos. Siempre hay quien les da.
Las estatuas humanas se han puesto de moda. Hay quienes se maquillan muy bien y quienes se maquillan muy mal. ¿Hay que darles una moneda por el solo hecho de que se paren allí, de que toquen un instrumento, de que canten desafinados o afinados?
Hay ciudades, sin embargo, en donde quienes tocan, actúan o bailan en la vía pública o en el metro, quienes cantan cerca de los restaurantes y bares al aire libre, quienes hacen de estatuas humanas se esmeran y no acuden a dar lástima, sino que realmente dan un espectáculo que genere placer.
Uno puede entender la necesidad de sobrevivencia de esas personas, pero sin duda no es esa la ruta de la superación de su pobreza. Seguro son cientos o miles de personas las que viven de dar lástima. Tragan fuego, se ponen una máscara de Carlos Salinas y unos globos y se consideran merecedores de unas monedas. Son merecedores de vida, de desarrollo, de justicia social, de oportunidades ... pero no de unas monedas.
Estado y sociedad deben trabajar en varios sentidos y esencialmente dos vertientes:
1. Fortalecer el espacio público con los artistas urbanos.
2. Superar la pobreza.
La parte de fortalecer el espacio público se puede lograr con muchas ideas, con el involucramiento de artistas urbanos que ya existen, que hacen cosas de calidad en sus colonias, por su cuenta o a través de casas de la cultura, de iglesias, de colectivos culturales, etc.
Las estaciones del metro podrían ser foros abiertos, además de las plazas públicas (algo de eso sucede ya, pero podríamos sistematizarlo en zonas distintas al centro de la ciudad o Coyoacan, que es donde más sucede), cuando el espacio así lo permita, para difundir el talento de estos artistas urbanos y estimular el esfuerzo. Hay quienes sin duda nacen con talento pero no lo desarrollan por no ser adecuadamente conducidos pero también por no tener el incentivo para la disciplina. Se trata de poner a los artistas urbanos donde pasa la gente y permitirles no sólo tocar sino recibir aportaciones voluntarias, como los que hoy invocan a la lástima más que al gusto cuando cantan en los vagones. Es decir, hablo de mejorar la calidad y fomentar que todos estemos mejor y que el dar una moneda sea más por gusto que por compasión.
El tema de la pobreza es mucho más complejo, pero me parece que quienes para sobrevivir acuden pidiendo limosna o cantando tristemente una canción, mostrando su pobreza o sus discapacidades, además de que no resuelven su condición de pobreza, se meten ellos y sus vástagos en un círculo vicioso del que no podrán salir. Estirar la mano y recibir un premio (una moneda) es mejor que esforzarse y recibir un castigo (no hay vacantes), cuando justo el esfuerzo tendría que ser recompensado y la mendicidad superada.
No digo que se prohiba que una persona se pare en un vagón del metro, cante y pida dinero. Lo que propongo es que quienes lo hagan encuentren oportunidades que pronto los saquen de ahí, es decir, que los programas sociales lleguen hasta ellos, los inviten a capacitarse (si tienen talento, en eso mismo; y si no, en algo que sí le sirva a la sociedad) y que los hagan sentirse y ser útiles a la sociedad. Hagamos de ese momento de lástima la transformación al momento desarrollo de la persona.
En las afueras de los restaurantes con terraza ocurre lo mismo. Se acerca un cantante tras otro, unos buenos y otros muy malos. Siempre hay quien les da.
Las estatuas humanas se han puesto de moda. Hay quienes se maquillan muy bien y quienes se maquillan muy mal. ¿Hay que darles una moneda por el solo hecho de que se paren allí, de que toquen un instrumento, de que canten desafinados o afinados?
Hay ciudades, sin embargo, en donde quienes tocan, actúan o bailan en la vía pública o en el metro, quienes cantan cerca de los restaurantes y bares al aire libre, quienes hacen de estatuas humanas se esmeran y no acuden a dar lástima, sino que realmente dan un espectáculo que genere placer.
Uno puede entender la necesidad de sobrevivencia de esas personas, pero sin duda no es esa la ruta de la superación de su pobreza. Seguro son cientos o miles de personas las que viven de dar lástima. Tragan fuego, se ponen una máscara de Carlos Salinas y unos globos y se consideran merecedores de unas monedas. Son merecedores de vida, de desarrollo, de justicia social, de oportunidades ... pero no de unas monedas.
Estado y sociedad deben trabajar en varios sentidos y esencialmente dos vertientes:
1. Fortalecer el espacio público con los artistas urbanos.
2. Superar la pobreza.
La parte de fortalecer el espacio público se puede lograr con muchas ideas, con el involucramiento de artistas urbanos que ya existen, que hacen cosas de calidad en sus colonias, por su cuenta o a través de casas de la cultura, de iglesias, de colectivos culturales, etc.
Las estaciones del metro podrían ser foros abiertos, además de las plazas públicas (algo de eso sucede ya, pero podríamos sistematizarlo en zonas distintas al centro de la ciudad o Coyoacan, que es donde más sucede), cuando el espacio así lo permita, para difundir el talento de estos artistas urbanos y estimular el esfuerzo. Hay quienes sin duda nacen con talento pero no lo desarrollan por no ser adecuadamente conducidos pero también por no tener el incentivo para la disciplina. Se trata de poner a los artistas urbanos donde pasa la gente y permitirles no sólo tocar sino recibir aportaciones voluntarias, como los que hoy invocan a la lástima más que al gusto cuando cantan en los vagones. Es decir, hablo de mejorar la calidad y fomentar que todos estemos mejor y que el dar una moneda sea más por gusto que por compasión.
El tema de la pobreza es mucho más complejo, pero me parece que quienes para sobrevivir acuden pidiendo limosna o cantando tristemente una canción, mostrando su pobreza o sus discapacidades, además de que no resuelven su condición de pobreza, se meten ellos y sus vástagos en un círculo vicioso del que no podrán salir. Estirar la mano y recibir un premio (una moneda) es mejor que esforzarse y recibir un castigo (no hay vacantes), cuando justo el esfuerzo tendría que ser recompensado y la mendicidad superada.
No digo que se prohiba que una persona se pare en un vagón del metro, cante y pida dinero. Lo que propongo es que quienes lo hagan encuentren oportunidades que pronto los saquen de ahí, es decir, que los programas sociales lleguen hasta ellos, los inviten a capacitarse (si tienen talento, en eso mismo; y si no, en algo que sí le sirva a la sociedad) y que los hagan sentirse y ser útiles a la sociedad. Hagamos de ese momento de lástima la transformación al momento desarrollo de la persona.
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