Me sorprende bastante la parálisis en la que se encuentra el desarrollo de infraestructura de la ciudad, es como si estuviéramos en una transición sexenal.
Cada seis años, en todo el país, o cada tres a nivel municipal, solemos reinventar todo. Eso ya lo sabemos, aunque no debería ser así. Las obras de mayor envergadura se empiezan a planear en los primeros meses de cada gobierno y luego se construyen en la parte intermedia, para inaugurarse poco antes de las elecciones. En el DF esto no ha sido distinto a pesar de ser una incipiente democracia pues a penas tenemos 12 años de elegir al jefe de Gobierno. De hecho, la línea 12 del metro se construye en esa misma lógica.
Con miras a las recientes elecciones se terminó la remodelación del Circuito Interior, hoy Circuito Bicentenario, se inauguraron puentes, meses atrás se puso en operación la línea 2 del Metrobús. El corredor Cero Emisiones (Cero Inversiones sería el nombre más exacto) de Eje Central ya también está operando así como el servicio expreso de autobuses y próximamente un servicio especial de autobuses para Paseo de la Reforma.
Están claras algunas de las siguientes obras: en el Eje 3 Oriente se construirán los puentes de Las Bombas y Calzada del Hueso, así como al menos un paso subterráneo en el metro Escuadrón 201 y probablemente en Ganaderos y en Canal Nacional también haya una obra mayor; para ese mismo eje se proyecta la línea 3 del Metrobús. En el caso del Circuito Bicentenario está pendiente un paso subterráneo a la altura de Insurgentes, que probablemente llegue hasta el cruce con Moras o que allí se haga otro paso subterráneo. También se construirá un paso a desnivel para librar los semáforos de Río Churubusco en Iztacalco. Las obras difícilmente iniciarán este año.
La forma en que programamos las obras es la peor posible. Requerimos muchas más de las que se hacen cada sexenio, por supuesto, pero generalmente las concentramos en tan poco tiempo que las afectaciones se incrementan. Por ejemplo, si la obra de Circuito Interior se hubiera retrasado unos meses no se habría complicado con las obras de Eje 4 Sur o se podrían haber sincronizado mejor con las de la línea 12 del metro. Y de pronto tenemos este valle de obras en donde prácticamente la línea del metro es la única obra grande. Podemos anticiparnos: para 2011 tendremos nuevamente un caos por decenas de obras, grandes y chicas, simultáneas ¿Por qué nuestros gobiernos tienen que ser tan pequeños como una obra?
El prespuesto es más o menos similar cada año. A veces, como este, se ve afectado por una devaluación o por menor recaudación y el gasto excedente, respecto al "irreductible", es menor y hay por lo tanto menor presupuesto para obras. Sin embargo, este riesgo se rige por ciclos: generalmente se tienen periodos de bonanza y periodos de crisis entonces la ingeniería financiera puede hacer que los proyectos que requiere la ciudad sean continuos haya o no crisis o bonanza: que siempre estemos haciendo algo. Esto se logra si un financiero gana mucho en periodos de bonanza, lo invierte en futuros y lo gasta en los periodos de crisis. Es decir, estabiliza así sus ganancias y sus gastos.
Al mismo tiempo, la ciudad define un banco de proyectos y a partir de éste va realizando los que tengan mayor beneficio social, lo cual se determina con una metodología objetiva. En este esquema nadie diría que es más panista hacer transporte o más perredista hacer vialidad o viceversa. Si los proyectos son los que requiere la ciudad, entonces éstos no tendrían apellido ni ciclos políticos. Lo que definiría la diferencia entre un gobierno de un partido u otro, o un gobierno de una persona u otra, sería el ejercicio de gobierno propiamente, la relación entre gobernantes y gobernados, las filosofías de gobierno, la eficacia, o la asignación del presupuesto entre gasto social, inversión, pago de deuda u otros proyectos (sí, eventualmente más obras, pero del mismo banco de proyectos y con los mismos criterios de evaluación).
Miren: en el Circuito Bicentenario ahora se hacen grandes charcos que no se hacían, eso tendrán que resolverse pero el hecho de que existan no significa que el gobierno de Marcelo Ebrard sea malo, o si no existieran, que sea bueno. Las obras pueden tener algún defecto atribuible al constructor y deben corregirse. Si el banco de proyectos sigue procesos estrictos, entonces la diferencia en un buen gobierno no será la espectacularidad de las obras o sus defectos, sino la relación con las personas, con sus gobernados. Necesariamente mejorarán nuestros gobiernos.
lunes, 20 de julio de 2009
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